Federico Black: Economía en terapia intensiva

Federico Black: Economía en terapia intensiva

La última semana, ha estado marcada por los anuncios de Rafael Ramírez, quien se desempeña como Vicepresidente para el área económica, Ministro de Energía y Petróleo y además Presidente de la estatal petrolera PDVSA.

Ramírez, anunció que el sistema cambiario que venía rigiendo en Venezuela, cambiaría a un nuevo sistema de bandas y que la Comisión de Administración de Divisas (CADIVI) desaparecería, para dar entrada al Centro Nacional de Comercio Exterior (CNCE) quien se encargaría de la administración, comercialización y adjudicación de divisas extranjeras al sector privado.

Para entender cual es la realidad y a donde nos podrá llevar la actual situación económica, debemos recordar cómo llegamos acá y para ello haré un breve resumen de los errores cometidos por quienes han llevado las riendas de la nación en los últimos 15 años.





A partir del año 2000, cuando la fracción política encabezada por Hugo Chávez, logra una mayoría en los poderes públicos nacionales, éste (Chávez) emprende una cruzada en contra del sector privado y productivo del país bajo una bandera del socialismo del siglo XXI, criminalizando a quienes eran propietarios de tierras, y empresas privadas, ofertando una justicia social falsa para brindar una igualdad entre quienes tenían más y quienes tenían menos.

Empezó expropiando grandes extensiones de tierra con la supuesta finalidad de entregarlas al pueblo organizado en cooperativas y que fueran estos quienes administraran las tierras y su producción. También desencadenó una guerra contra las industrias instaladas en el país, aprovechando su poder político tanto en la Asamblea Nacional como en el Tribunal Supremo de Justicia, para nacionalizar las industrias que supuestamente serían también entregadas a cooperativas organizadas para que administraran la producción industrial, además controlando los precios de venta de los productos tanto en materia prima, como los terminados.

La consecuencia de todo esto, es que el riesgo país aumentó de manera desproporcionada generando el éxodo de capitales extranjeros que preferían cerrar sus industrias y repatriar capitales, antes de ser expropiados por el Estado, además con poca o ninguna garantía recibir el justo y oportuno pago por los activos expropiados. Por otro lado, los productores nacionales, al ver que las regulaciones de precio se encontraban por debajo de los márgenes útiles, empezaron a vender sus productos a otros países para poder seguir con su negocio sin recibir pérdidas por vender más barato de lo que les costaba producir. Cabe destacar que las tierra e industrias expropiadas y entregadas a las cooperativas, nunca produjeron, absolutamente nada de lo debido. Consecuencia, ese producto desaparecería por completo del mercado venezolano.

Con el paso de los años, la materia prima empezó a escasear y fue necesario empezar a importar, pero con una seria limitante en la adquisición de divisas porque desde el año 2003, el Ejecutivo Nacional impuso un control de cambios que se mantendría hasta la actualidad. Sin embargo, aun había algo de producción y por ende exportación, así que los privados generaban algo de divisas y se lograba un mercado paralelo (legal para el momento) a través de la figura de la permuta, por lo que la diferencia entre el precio del dolar oficial (controlado) y el paralelo, no era tan abismal, permitiendo de alguna manera un cierto desenvolvimiento del mercado y la economía.

Para el año 2010, la Asamblea Nacional elabora y aprueba una Ley Contra los Ilícitos Cambiarios que elimina por completo la posibilidad de comercio de divisas entre particulares vía permuta, que anteriormente era considerada una práctica absolutamente legal, pues se hacía a través de la compra de papeles de la deuda pública nacional (en bolívares) que luego eran intercambiados (permutados) por papeles valorados en divisas extranjeras. Ello trajo como consecuencia, que se instaurara un verdadero mercado negro, que por existir un alto riesgo en el, los precios de las divisas se disparan hacia el alza, generando una importante diferencia entre el dolar oficial y el ahora negro, es decir, importar materia prima para producir en Venezuela o productos terminados para comercializar, ahora sería mucho más caro, porque CADIVI no liquidaba la cantidad de divisas necesarias para que el aparato productivo nacional se mantuviera vivo.

Como consecuencia de la crisis productiva nacional, el gobierno fue llevando a que PDVSA (la principal y casi única generadora de divisas extranjeras) se conviertiera en el sostén nacional, no solo produciendo petróleo y sus derivados, sino que empezaría a importar y comercializar alimentos bajo una figura que llamaron PDVAL, que compraba alimentos fuera de Venezuela y los vendía a precios “solidarios”, es decir, subsidiados. Luego, PDVSA no solo importaría comida, sino maquinaria industrial y hasta armamento.

A PDVSA, se le empezaron a cargar también el financiamiento de la misión vivienda, es decir, la empresa debía ahora construir viviendas de bajo costo para beneficio popular. Viviendas que por cierto serían adjudicadas de manera gratuita a venezolanos, por lo que PDVSA jamás recuperaría semejantes inversiones. La industria, se convertiría en la caja chica del Ejecutivo Nacional, destinando recursos que no entraban a las arcas de la nación (BCV) y serían manejados como presupuestos paralelos.

Esta actividad, fue llevando a que la carga financiera sobre los hombros de PDVSA fuera cada vez mayor y difícil de sostener, por lo que se ve en la obligación de salir a buscar socios internacionales que financiaran proyectos para explotación de crudo, que finacieramente sería imposible de cubrir por la natural venezolana. La verdad, empezó a tener éxito en dicha estrategia, pues capitales extranjeros empezaron a invertir en el negocio de hidrocarburos en territorio nacional con acuerdos algo importantes para Venezuela y que aligerarían un poco las finanzas de nuestra empresa.

El gobierno, en su afán de convertirse en un poderío político internacional, también comenzó a ofrecer crudo venezolano a precios muy bajos y en condiciones de venta nada favorables para el país. Se firmaron acuerdos para venta financiada a plazos de 20 años, en los que el comprador pagaría un mínimo porcentaje de la factura y el resto sería financiado a tasa fija y muy baja, además de años de gracia, es decir, interés cero, lo que nos colocaba en una situación de minusvalía porque las facturas por cobrar iban aumentando vertiginosamente y los números empezaría a ser rojos. Recuerden, que mientras tanto PDVSA seguía importando y vendiendo barato en Venezuela.

Los dólares que producía PDVSA y que debía vender al BCV, a tasa oficial resultaría en insuficiente para cubrir los costos operativos y las misiones sociales que se le adjudicaron a la industria. Es por ello que el ejecutivo nacional se vio en la necesidad de devaluar por primera vez la moneda. Ya, esta práctica (la de devaluar) se terminaría convirtiendo en necesaria. PDVSA necesitaba recibir más bolívares por cada dolar que producía, al igual que sus socios, a quienes el capital invertido en Venezuela se le devaluaba cada vez más, porque la inflación se los iba comiendo. Los costos operativos cada vez aumentaban, pero ellos seguían recibiendo la misma cantidad de bolívares por dolar, sin además la posibilidad de aumentar la producción de crudo y/o derivados.

En vista que PDVSA necesita más dinero para pagar el alto gasto público que se le adjudicó, el BCV se ve en la necesidad de financiar a la industria mediante préstamos, pero se da cuenta que no tiene la cantidad suficiente de bolívares para el financiamiento y además mantener el presupuesto de gasto nacional que administra el Ejecutivo. ¿qué medida toma el Banco Central? la peor que se pueda decidir y es que empieza a imprimir más dinero para financiar. Ese dinero, ingresaría nuevamente en la economía nacional por el pago de sueldos y salarios, contratos con privados, el pago de las misiones entre otros.

Los venezolanos empiezan a tener una sensación de contar con más dinero en los bolsillos, pero no hay dónde ni en qué gastarlo pues la producción nacional está devastada y todo empieza a ser importado. Desde los carros, repuestos, electrodomésticos hasta la comida, pero con la limitante que también empiezan a escasear las divisas y se encarece el valor del dolar paralelo, lo que se traduce inmediatamente en el alza de precios de venta en el país. Hay más bolívares en la calle para comprar, pero cada vez menos productos, lo que empieza a impulsar el peor de todos los males económicos, que es la inflación.

En resumen, se destruyó el aparato productivo nacional y se le adjudicó cada falta como una nueva carga a PDVSA, haciéndola una empresa con un gasto impresionante, pero con una producción e ingresos cada vez más limitados y se ve el gobierno nacional en la obligación de devaluar nuevamente la moneda para poder dar algo de oxígeno financiero a PDVSA, un simple respiro.

La mayoría de los venezolanos, piensa que el precio del dolar no les afecta, porque nunca en su vida han comprado uno y tampoco tienen la visión e interés de tener el codiciado billete verde, pero el asunto es que más del 80% de los productos alimenticios que consumimos en Venezuela, son importados y se pagan en dólares. Casi todos los repuestos automotrices son también importados y se cancelan en moneda extranjera, así como cada uno de los rubros que de alguna manera son necesarios en nuestra vida tanto personal como industrial, porque Venezuela no produce casi nada. En palabras del propio Ramírez, PDVSA aporta el 96% de las divisas que ingresan al país.

Quienes tienen algún contacto más cercano con las divisas, son los venezolanos de clase media que los adquiere solamente para viajar y hace uso del cupo limitado que otorga el gobierno a tasa oficial. Es por ello, que cuando se habla de devaluación, el tema central de importancia es simplemente el dolar de viaje o para compras electrónicas, porque adquirir divisas en mercado paralelo, se hace prácticamente imposible por la enorme brecha entre el oficial y el paralelo.

Sin embargo, el menor de los problemas es el dolar para viajar, porque los productos de primera necesidad (alimentos, medicina, ropa, calzado, etc.) empiezan a desaparecer de los anaqueles, porque reponerlos es cada vez más costoso, sin contar que se tiene al gobierno nacional detrás del comercio, regulando cada vez más los precios de venta, aniquilando del todo la posibilidad de reponer cualquier mercancía.

Con la nueva devaluación, quienes importaron a una tasa de 6,3 Bs. por Dólar, ahora deberán reponer su mercancía comprando la divisa a 11,36 Bs x dólar americano. Es decir, que si antes tenía 10 vasos plásticos que se vendieron, ahora técnicamente tiene la posibilidad financiera de importar 5, justamente la mitad, causando cada vez más desabastecimiento ya no en artículos de lujo, sino de uso y consumo vital para la población.

Todo, deberá costar al menos el doble, pero los sueldos y salarios en Venezuela se mantienen prácticamente igual y; en el mejor de los casos de aumento de sueldos y salarios, se beneficiará con un 25 a 30% más en el año, dejando un déficit de poder adquisitivo de un 75 a 70% (soñando con que no hubiese inflación) y acá un ejemplo de ello. El día miércoles 15 de enero, cuando se anunció tácitamente la devaluación, el sueldo mínimo era (y sigue siendo) de 3.270 Bs, que a tasa oficial en la mañana (antes del anuncio) representaban el equivalente a 519,04$ pero en la noche, luego del anuncio oficial en que la divisa ahora se cotizaría en la tasa del SICAD (Sistema de bolsa para adquirir divisas, en base a un sistema de bandas. es decir, con un precio mínimo y máximo, en el que los particulares ofertan para comprar moneda extranjera) y tomando como base la última tasa estadística de 11,36 Bs. por dólar, el salario mínimo se redujo a 287,85 Dólares. Prácticamente, el trabajador venezolano perdió la mitad de su salario, porque independientemente que nunca compre un solo dólar, su vida está absolutamente dolarizada. Rercuerde, todo es importado y ahora todo deberá costar el doble.

La medida de devaluación no es necesariamente el problema. De alguna manera, permitirá que PDVSA pueda cubrir un poco mejor sus gastos en bolívares, pero de nada servirá si no se estimula la producción nacional. Si el administrador de divisas no liquida a las empresas que las solicitan, lo que en teoría les debe ser adjudicado, los proveedores internacionales dejarán de vender a empresas venezolanas, pues no pueden seguir financiando el desastre criollo. En consecuencia, cada vez tendremos menos productos terminados en nuestro sistema y el mejor ejemplo de ello, es Industrias Polar, a quienes el Estado adeuda aproximadamente 400 millones de dólares, que por cierto, ya Polar pagó al Estado los Bs. para esos dólares. Los proveedores de la principal industria venezolana (privada) no son capaces ni están dispuestos a seguir financiando el mercado venezolano, lo que traería como consecuencia que se irán cerrando líneas de producción de semejante industria, desapareciendo aun más productos.

Tendremos menos productos que comprar, que costarán el doble y la media posibilidad de adquirirlos incluso si se consiguen. Muchas industrias y comercios cerrarán sus puertas, porque no podrán reponer su mercancía, además de tener los precios de venta con un tope de utilidad y en su mayoría controlados, es decir, no están dispuestos a pasar trabajo para trabajar. Ello repercutirá negativamente en Venezuela, no solo por falta de productos, sino por la perdida de puestos de trabajo perjudicando a muchas familias venezolanas que ya pasan dificultades para siquiera satisfacer sus necesidades básicas sin lujos producto del alto costo de la vida.

Como ven, es un problema muy estructural y profundo que va mucho más allá del precio o disponibilidad de divisas para viajar. Si no se toman medidas que impulsen la producción nacional y se genere confianza en el sistema venezolano, la economía podrá tener una caída vertiginosa y además en muy corto tiempo.

Aun hay posibilidades de enmendar el rumbo y poder sacar siquiera la punta de la nariz para tomar algo de oxígeno. Lamentablemente, todo queda en manos del Presidente de la República.

@FedericoBlackB