José Vicente Carrasquero: Crimen sin control

Lo que está sucediendo en Venezuela en materia de criminalidad tiene encendidas las alarmas del ciudadano común. Las personas se sienten desamparadas. No ven en el gobierno la respuesta adecuada para combatir un flagelo que acaba con la vida de 3 personas cada hora. Esta estadística es más dramática en ciudades como Caracas en las cuales la actividad policial se encuentra en minusvalía frente a una delincuencia mejor armada.

No se termina de enfriar el crimen de los Barry-Spears cuando ya lamentamos el ataque contra un boxeador en la misma autopista. Oímos de autobuses de turistas, de salones de clase en universidades, de colectivos de vagones de Metro que son asaltados por criminales que actúan por la libre sin temor alguno de ser capturados. Otro asesinato el día de ayer viene a aumentar aún más, como si fuese posible, la angustia de los atribulados venezolanos. Una persona secuestrada es víctima de sus captores en un enfrentamiento con la policía. Lo poco que sabemos del asunto deja algo en claro: mientras los agentes defensores del orden están equipados con pistolas, los delincuentes cuentan con fusiles de guerra.

El desarme como parte de la solución del problema es dirigido al ciudadano que hizo todos los trámites legales para tener un porte de arma. Uno tiene que preguntarse automáticamente qué está pasando por la mente de los burócratas de turno. ¿Será que el cerebro no les da para saber que los malandros no tienen porte de arma? ¿Es que la idea es facilitarle el trabajo a los malvivientes? ¿Por qué esos esfuerzos de desarme no van a quienes conforman colectivos? ¿Por qué no a quienes tienen armas ilegales?





Lo cierto es que la acción del gobierno con respecto al desarme ha sido timorata. Mientras Nicolas Maduro y gobernadores como Ameliach y Arias sigan tratando a la delincuencia como si fuesen unos muchachones temporalmente descarriados, el hampa seguirá marcando la pauta de asesinatos, secuestros y asaltos en el país.

Una de las razones fundamentales que lleva al ser humano a conformarse en sociedad es para defenderse de los enemigos. De los externos y de los internos. Y el acuerdo que se ha dado en muchos países es que el Estado es depositario de la violencia que ejerce para defender al ciudadano y en último caso castigar a aquel que infrinja la ley.

El gobierno nacional no ha hecho lo necesario para garantizarse el monopolio de la violencia. No es una locura pensar que en Venezuela hay más civiles armados, sin permiso para ello, que la sumatoria de los cuerpos policiales y los militares. Eso es verdaderamente absurdo. Un país no puede funcionar así. Cuando la violencia campea y el gobierno no tiene capacidad para someterla, es lógico que las personas se cuestiones si vale la pena vivir en ese país.

Las acciones que se plantean en Miranda no son suficientes. Todo pasa por ponerse serios con el desarme. Es mandatorio enfrentar el tráfico de drogas y el pitufeo. Es fundamental lograr que los muchachos no abandonen la escuela. Hay que implantar políticas para sacar a la gente de la marginalidad. Las cárceles tienen que ser centros de reclusión y formación. No se puede seguir permitiendo que se gerencie el crimen desde las cárceles.

Pero, y este pero no es cualquier cosa, el gobierno no tiene gente capacitada para combatir este flagelo. Mucho más grave aún: no quiere desarmar a sus grupos armados que sirven de fuerza de choque, sobre todo en momentos en los que la conflictividad social se les sale de las manos.

A estas alturas del partido es difícil caerme a mentiras. Por las redes sociales siempre aparece algún partidario del gobierno pretendiendo enseñarme estadística o política. Lo hacen con esa basura ideológica que enseña el credo cubano según el cual, la culpa siempre es de otro menos del gobierno. No asumen responsabilidad alguna. Todavía tienen la desfachatez de culpar a los gobiernos anteriores. Soltar estupideces como que la criminalidad es culpa del capitalismo. Que si las novelas provocan violencia. Las cosas no están para discusiones gafas.

Lo cierto es que este es el peor momento social, económico y político que ha vivido el país desde 1900. El gobierno se está desarmando en manos de ignorantes que no son capaces siquiera de entender los problemas que supuestamente quieren resolver. Al no comprenderlos, no pueden ni remotamente plantear soluciones eficaces y efectivas. Por el contrario, lo que hacen es profundizar en los errores.

Venezuela corre, cual carreta con caballos desbocados, rumbo al precipicio de la ingobernabilidad. Ya tenemos claros síntomas de ese estado político en el que se rompe la relación de gobierno. Es el momento de rectificar. No es necesario llegar a la situación que transitó Zimbabue para tomar los correctivos necesarios.

Este es un llamado desesperado: ¡Salvemos Venezuela!

 

@botellazo