Sin unidad no hay paraíso por @felixseijasr

Sin unidad no hay paraíso por @felixseijasr

Luego de dos años de intensa actividad electoral, se ha iniciado un camino de al menos año y medio sin el calor que generan este tipo de eventos. Esto obliga a todas las organizaciones políticas a ajustar sus estrategias, lo que ha llevado, en el caso particular de la Mesa de la Unidad Democrática (MUD), a un proceso de reflexión y revisión interna.

Si tomamos en cuenta el hecho de que la MUD es una instancia conformada por distintas agrupaciones políticas, cada una con su propia temperatura en las venas y su particular ritmo cardíaco, entonces no debe sorprender a nadie las diferentes cosas que se han escuchado sobre la evolución de ese proceso de revisión, así como las acciones que algunas de las toldas políticas están llevando a cabo.

Ahora bien, pensemos qué cosas están en juego en este proceso de ajustes, y para ello, debemos remitirnos a la vida de las organizaciones opositoras antes y después de la creación de la MUD.





En 1998, Hugo Chávez obtiene la victoria en sus primeras elecciones presidenciales con una ventaja de 16,23% sobre su más cercano contendor, Henrique Salas Römer. A partir de ese momento, encontramos las elecciones presidenciales de los años 2000 y 2006 y el referendo revocatorio de 2004, en los cuales la ventaja del expresidente crece hasta alcanzar su mayor nivel de 25,94% en 2006.

Es entonces cuando el 23 de enero de 2008 los principales partidos opositores firman el Acuerdo de Unidad Nacional, reestructurado en junio de 2009 bajo el nombre de Mesa de la Unidad Democrática. El impacto de esta coalición se hace sentir en 2009, cuando en el referendo aprobatorio de la enmienda constitucional, el cual a diferencia del realizado en 2007 colocaba en juego de manera clara y directa la posibilidad de reelección de Hugo Chávez, el mismo obtiene la victoria pero con una ventaja reducida al 9,71%. Luego vendría la última elección presidencial del expresidente en 2012, en la cual éste no puede recuperar el terreno perdido y vence por 10,76% al entonces candidato unitario por elecciones primarias, Henrique Capiles Radonski.

Luego del fallecimiento de Chávez, en abril de 2013 se realizan unas nuevas elecciones presidenciales en las cuales, el representante designado por el mismo líder supremo antes de su muerte, Nicolás Maduro, resulta vencedor por tan solo 1,49% de los votos sobre Capriles.

Tenemos entonces que, si bien la oposición no ha logrado la presidencia de la República, es indudable el avance que de manera clara han obtenido en un terreno político dominado dese 1998 por las fuerzas rojas.

Esta historia no puede sino dejar muy en claro el impacto que una instancia de coordinación opositora con las características de la MUD, ha tenido en el mapa electoral del país. ¿En qué reside tal impacto? Si analizamos las fuerzas opositoras estructurales agrupadas en sus partidos políticos, estos difícilmente superan el 30,0% del casi 50,0% de apoyo que en la última elección presidencial obtuvo la oposición. Es decir, existe cerca de un 20,0% de la población que no se ve atraído de manera directa por los partidos políticos opositores como posible alternativa al gobierno nacional, pero que sí encuentran ese atractivo en la existencia de una instancia que representa unión, coherencia y renuncia de intereses individuales en favor de lo colectivo, como bien ha logrado transmitir la MUD.

Imaginemos ahora que la MUD desaparece o que su imagen se ve deteriorada a causa de luchas internas que, al salir a la luz pública, generan una señal contraria a lo que hasta ahora ha transmitido. No tengo la menor duda de que la oposición, en su objetivo de lograr el poder, retrocedería a los niveles registrados entre los años 1998 y 2006.

Por esto resulta vital la prudencia que los líderes opositores deben tener en el manejo de un necesario pero delicado proceso de revisión y ajuste de su coalición. Lo importante para la oposición es que el resultado de esta etapa no sea otra cosa que el fortalecimiento de la MUD como instancia de coordinación opositora, respetando el margen de acción que cada partido político necesita para su propio crecimiento, pero centrada en objetivos nacionales y visión de país más allá de los intereses particulares. Para la oposición la unidad no es un lujo, es una necesidad. Y es que para ellos, sin unidad, no habrá paraíso.

 

Félix L. Seijas Rodríguez

@felixseijasr