Irlanda y su romance con el té, un combustible de cero grados

Irlanda y su romance con el té, un combustible de cero grados

Conversadores por naturaleza, los irlandeses creen que el mejor combustible para una buena charla es una humeante taza de té, bebida de la que son líderes mundiales en consumo, cuenta a Efe Juanita Browne, autora del libro “Pon la tetera. El romance de Irlanda con el té”.


La historia dice que todo comenzó en China hacia el 2700 a. C., pero quizá ningún otro país como Irlanda ha desarrollado una relación tan especial con las infusiones de estas hojas aromáticas.

El escritor inglés George Orwell, autor de un pequeño ensayo sobre las once reglas para preparar la taza de té perfecta, aseguró que los irlandeses formaban una nación de “teadictos”.





Y el diario estadounidense “The New York Times” llegó a publicar en 1910 un artículo titulado “El té es el demonio de Irlanda. Es, antes que el alcohol, enemigo de la salud pública”.

“El té -explica Browne- llegó a Irlanda al mismo tiempo que al Reino Unido, a principios del XIX, y solo lo tomaban las clases altas, aunque a mediados de ese siglo ya se extendió a toda la población”.

Doscientos años después, cada irlandés consume 2,71 kilos de té al año, el equivalente a 1.200 tazas, lo que les sitúa a la cabeza de la lista de los bebedores de este brebaje, por delante del Reino Unido, la India o los Emiratos Árabes.

“Es parte de nuestra vida diaria. La tetera no para de funcionar durante los funerales. A la madre que acaba de dar a luz, exhausta, se le da una taza después. El té preside la mesa cuando la hija adolescente anuncia que está embarazada. Nos despierta, nos consuela, nos ayuda con las buenas y las malas noticias”, dice Browne.

En su opinión, tomarse una taza constituye un ritual que es parte integral de una sociedad famosa por su capacidad para contar historias, “un poco como cuando vamos al pub a charlar en torno a unas pintas de cerveza”.

El té, apunta Juanita Browne, liga con nuestro temperamento y, quizá la mala climatología también ayuda.

“No hay nada mejor que una buena taza caliente para el frío” es una de las respuestas más habituales obtenidas del medio centenar de personas entrevistadas para el libro de esta irlandesa, que estudió Zoología en la universidad y ahora trabaja en una productora de documentales sobre naturaleza.

En esa oficina se dio cuenta del complejo universo que encierra la popular “cuppa” (la contracción de taza de té en inglés, “cup of tea”) y decidió escribir un libro después de leer en su primer día de trabajo una lista que especificaba los gustos de cada compañero sobre esta cuestión.

“También sirve para romper e hielo en situaciones incómodas, para vencer la timidez o cuando no sabes muy bien qué hacer con las manos. Es un lubricante social”, señala Browne, para quien, a diferencia de Orwell, no existe una receta única para preparar la taza de té perfecta.

El agua puede estar muy caliente o templado, la infusión puede ser fuerte o floja, con mucha o poca leche, con o sin azúcar, servido en fina porcelana o en tazón.

Las variantes son infinitas pero una “cuppa” mal preparada “te puede arruinar el día”, dice la autora medio en broma, medio en serio.

De hecho, un estudio reciente elaborado en el Reino Unido indica que uno de los factores más importantes para la buena marcha de las relaciones de pareja es que la media naranja sea capaz de preparar una taza de té decente.

“Es bonito, bueno incluso para nuestros frágiles egos, saber que alguien conoce nuestros gustos, ya sea en casa, en el trabajo, en el bar… Es uno de esos pequeños detalles que marcan la diferencia en nuestras vidas diarias”, explica Juanita Browne.

Si no fuera por las infusiones, la venta de antidepresivos en Irlanda se dispararía, agrega Browne, bebedora compulsiva de tazas de té “muy calientes, fuertes y con mucha leche”. EFE