Los saudíes redescubren el desierto… sin camellos y con GPS

Los saudíes redescubren el desierto… sin camellos y con GPS

Muchos saudíes han redescubierto el desierto como forma de huir los fines de semana de las ruidosas ciudades, pero, al contrario de lo que hacían sus antepasados en camello, ahora no salen de casa sin la última tecnología para no extraviarse ni perderse un partido de fútbol.


Las travesías a los extensos desiertos de Arabia Saudí -que ya se han convertido en una tradición- comienzan en otoño, cuando las primeras lluvias humedecen la arena y bajan las altas temperaturas, y se prolongan hasta el final del invierno.

Entre los saudíes que siguen esta costumbre figura el funcionario gubernamental Masaed al Shomari, de 29 años, que junto a un grupo de amigos viaja en una caravana de vehículos al desierto en los alrededores de Riad.





Inician el viaje en la tarde de los jueves y retornan en la noche de los sábados, y lo repiten los días festivos.

“Viajamos en caravanas de al menos cuatro coches, en previsión de cualquier fallo mecánico o que algún vehículo quede atascado en la arena”, dice a Efe Al Shomari.

“Llevamos con nosotros todo lo que se requiere para estas travesías, como grandes cantidades de agua y alimentos, dependiendo de los días que permaneceremos en el desierto, además de tiendas de campaña, un baño portátil, esteras y almohadas”, indicó.

Tampoco se olvidan de llevar una televisión con antena parabólica para no perderse ningún partido importante de fútbol.

“El temor a extraviarse en el desierto es lo que más nos preocupa, por ello el sistema de localización de lugares GPS es lo más importante, además del teléfono satelital”, subraya Al Shomari.

Por eso, asegura, nunca les ha sucedido nada, porque toma muy buenas precauciones y no se arriesga a internarse muy adentro del desierto: “A veces perdemos la orientación por una o dos horas, pero el GPS nos salva”.

Los desiertos saudíes son frecuente escenario de extravíos de viajeros, que algunos han terminado con la muerte, o a punto de fallecer de hambre y sed.

El más reciente de esos casos es el de un joven emiratí, que se internó más de 200 kilómetros en el interior del desierto de Rub al Jali, considerado el mayor del país y ubicado en el sureste.

Tras ser rescatado por las autoridades, el hombre reveló que se vio obligado a beber el agua del limpiaparabrisas de su coche para sobrevivir.

Lejos quedan los días en que los saudíes se orientaban con las huellas y estrellas, y rastreaban el paso de camellos y caballos.

“Nuestros abuelos tenían la habilidad de determinar la ubicación de los lugares, pero nosotros la hemos perdido y tenemos que recurrir al uso de aparatos modernos para no extraviarnos”, admite Al Shomari.

Su amigo y compañero de travesía, Ahmed al Jaledi, comparte ese amor por las dunas.

“Es la tierra de nuestros antepasados. La abandonamos por la necesidad de vivir en las ruidosas ciudades y ahora la extrañamos y visitamos cada vez que podemos”, explica Al Jaledi, que dice encontrar “la tranquilidad y la belleza de la naturaleza sentado en la arena y mirando al cielo”.

Ahmed al Berqan, que trabaja en una compañía dedicada a la organización de estos viajes, sostiene que el público extranjero también se ve atraído por esa experiencia y entre sus clientes cita a ciudadanos de Estados Unidos, España, República Checa, Suecia, Rumanía y Sudáfrica.

“Lo que más les gusta es practicar ‘sandboard’ en zonas apropiadas. Con esa finalidad compran tablas para deslizarse sobre la arena y contratan a instructores para aprender a hacerlo sin riesgos”, indica Al Berqan.

Este saudí también vende los complementos esenciales para estas escapadas, como tiendas de campaña, que cuestan entre 266 y 400 dólares para cinco personas, y sacos de dormir, de alrededor de 150 dólares.

Según un informe publicado por el diario saudí Al Iqtisadiya, las ventas de ese tipo de accesorios ascienden a unos 533 millones de dólares anuales, en un mercado en el que trabajan más de cuatrocientas compañías e instituciones.

El lujo también se puede encontrar en el desierto saudí con tiendas cuyo alquiler por noche supera los 800 dólares.

Al Berqan defiende que esas ofertas, equiparables a hoteles de cinco estrellas, tienen “todo lo necesario para la comodidad de los clientes”.

“Con agua, alimentos, motos, caballos y camellos, son verdaderos complejos turísticos en mitad del desierto”, concluye. EFE