¿Por qué renunció Aymara Lorenzo?

En el pasado reciente los hechos en los que Globovisión, canal de noticias, estuvo inmerso como protagonista, me hicieron alertar públicamente sobre el rol fundamental de un medio de comunicación social en democracia, teniendo como columna vertebral informar, educar y ofrecer elementos para que los ciudadanos se formen su propio criterio sobre los hechos que son noticia. En agosto del año pasado los nuevos dueños de esta empresa, en un comunicado público, prometieron abrazar los principios de un periodismo veraz, oportuno, objetivo e imparcial, lo cual de forma ineludible conducía a evitar el silencio.

En esa oportunidad indiqué que el silencio atenta contra la veracidad, porque la veracidad no admite omisiones. El silencio no es compatible con el equilibrio. Cuando por la razón que sea se silencia una fuente o se silencia un hecho, se genera un desequilibrio. El silencio atenta contra el sentido de la oportunidad para que la audiencia sepa a qué atenerse, y pueda tomar sus propias decisiones.

El manejo editorial que se ha hecho en Globovisión de los sucesos registrados en las últimas horas en Venezuela ha estado lejos de la veracidad, del equilibrio y del sentido de la oportunidad para informar. Se incurrió en el silencio y por tanto fue dejada a un lado la objetividad. Callar lo que se debe decir va en contra del principio fundamental del periodismo. Hoy reitero: es la peor de todas las líneas editoriales.

Somos testigos de la existencia de medios parcializados por conveniencia, por sobrevivencia. Hoy queda en evidencia, en quienes tienen injerencia en la línea editorial de Globovisión, la ausencia de ese compromiso asumido. El periodismo veraz, oportuno, objetivo e imparcial quedó a un lado cuando no se informó sobre las agresiones a los manifestantes en la marcha hacia la fiscalía, la muerte de un estudiante y un exfuncionario policial, vinculado a los colectivos sociales; cuando no se informó de manera oportuna el asesinato de un estudiante en las inmediaciones de Chacao en horas de la noche del miércoles 12 de febrero. El canal abrazó el silencio como un salvavidas cuando de forma manifiesta ha impedido cualquier “propaganda política contra las izquierdas latinoamericanas” porque “la línea editorial del canal cambió”. La certidumbre a la que tanto aspiramos quienes trabajamos en Globovisión quedó saldada, sin máscaras, enajenada de la ética periodística.





Durante 13 años hice aquí periodismo, de calidad, con los máximos niveles de exigencia, con respeto hacia el otro, apegada a mis principios, mi ética como ciudadana y periodista. Hasta ahora me mantuve con la convicción de que los espacios no se ceden, pero esta realidad significa un punto de quiebre para continuar haciendo en este medio de comunicación el periodismo según los valores reconocidos por la profesión. Lamentablemente en este momento en Globovisión se desprecian esos valores y se entrega al oportunismo, la obsecuencia y la rendición de los principios con fines estrictamente rentistas. No hay ninguna duda de que estoy en una acera diferente a la de Globovisión.