Carlos Ortega responsabiliza a Maduro de la violencia y las torturas a estudiantes

Carlos Ortega responsabiliza a Maduro de la violencia y las torturas a estudiantes

El dirigente sindical y presidente de la Confederación de Trabajadores de Venezuela, Carlos Ortega envió un comunicado en el que  denuncia que el presidente Nicolás Maduro Moros, para señalarlo como el responsable e instigador directo de la violencia que ha segado la vida de tres venezolanos el pasado 12 de febrero y por las heridas y torturas ejecutadas sobre la humanidad de jóvenes estudiantes detenidos por cuerpos militares, policiales y paramilitares bajo su directa autoridad.

Comunicado





A LOS VENEZOLANOS Y A MIS COMPAÑEROS DE LA CLASE OBRERA

En mi carácter de Presidente legítimo de la Confederación de Trabajadores de Venezuela, y por ahora exiliado contra mí voluntad, me dirijo a mis compatriotas, los venezolanos, pues todos son compañeros de lucha por ser todos trabajadores, y lo hago en esta hora dolorosa y a la vez de esperanzas que vive la patria.

Me dirijo, sobre todo, a la madre venezolana, primera trabajadora del país, quien brega a diario para levantarse y hacer las arepas para sus hijos, cuando puede -pues no hay harina-, sostener el hogar, protegerlo de necesidades y de los peligros que a cada hora acechan a sus miembros y quien también debe hacer un gran esfuerzo para salir a la calle a ganarse su sustento diario.

A mis compañeros del movimiento sindical y a los miembros de la CTV también les dirijo un saludo, invitándolos a mantenerse firmes y vigilantes en esta hora de grandes decisiones para la república. Lo hago como un ciudadano más, dispuesto a empujar colectivamente a las nuevas generaciones que luchan por salvar su futuro, quienes tienen como guía a sus dirigentes estudiantiles y juveniles naturales y quienes cuentan con el apoyo militante de una valiosa hornada de dirigentes integrada unitariamente, entre otros por María Corina Machado, Leopoldo López, Antonio Ledezma y Henrique Capriles.

Sepan ustedes que las vías para sus luchas son variadas y distintas, no se excluyen sino que se complementan democráticamente, pues la unidad en la democracia es diferente del pensar monolítico de las dictaduras, pero más aún, todas son válidas cuando se trata de la erradicación del castro comunismo y del rescate de la democracia en nuestro país.

Me dirijo al ocupante del Palacio de Miraflores, Nicolás Maduro Moros, para señalarlo como el responsable e instigador directo de la violencia que ha segado la vida de tres venezolanos el pasado 12 de febrero y por las heridas y torturas ejecutadas sobre la humanidad de jóvenes estudiantes detenidos por cuerpos militares, policiales y paramilitares bajo su directa autoridad.

El régimen dictatorial instalado en el Palacio de Miraflores y co-gobernado por los discípulos del fallecido Hugo Chávez Frías, Maduro y el teniente Diosdado Cabello, está mostrando su verdadero rostro. Hasta ahora se había ocultado tras la mentira y la propaganda oficial, eliminando la libertad de prensa e imponiendo la censura. Pero ya no sólo no puede esconder más su carácter violento sino que, a la vez, deja constancia pública de que él es la causa de la violencia personal y material que padecen los venezolanos, en especial los sectores más humildes y sus hijos.

La guerra económica de la cual habla Maduro, quien nunca ha sido líder de los trabajadores ni sindicalista, sino reposero reconocido del Metro de Caracas, es obra de él y de los suyos. En 15 años han saqueado y dilapidado sin planificación – como lo ha reconocido Rafael Ramírez, el zar de PDVSA – nuestro tesoro público. Han malbaratado y se han robado 1.500 billones de dólares, sometiendo al pueblo trabajador a la peor de las miserias, es decir, a la humillación de depender de una dádiva oficial para comer y al desamparo ante la violencia criminal que ha tomado las calles con la complicidad de las propias autoridades y el accionar de su paramilitarismo.

La queja justa de los estudiantes este 12 de febrero es la repercusión de la misma queja que a diario tienen todos los venezolanos como trabajadores de bien y sacrificados, cuyos salarios de hambre se los ha comido la inflación, la más alta del mundo. La queja es por haber entregado Maduro y Cabello al gobierno cubano las decisiones soberanas sobre el país. La queja tiene lugar por cuanto los trabajadores han visto cerradas las puertas de las empresas y comercios que son sus fuentes de trabajo, causando el desempleo que hoy afecta a las mayorías, luego de que el régimen las hiciese quebrar o las confiscara.

No hay dólares para el papel periódico y tampoco para el papel sanitario, que escasea diariamente. Hay un déficit creciente de productos de la dieta básica y de medicinas en los anaqueles de los mercados, bodegas y farmacias, y ello porque los dólares del petróleo se los han robado los oligarcas de la revolución y sus bandas armadas, cínicamente llamadas “colectivos populares”.

Le hago un llamado a mis compañeros de la clase obrera y a la dirigencia sindical para que no desmayen en su solidaridad con la causa que por la libertad ha despertado finalmente a manos de los estudiantes y para que las vidas inmoladas de esos jóvenes masacrados por las balas del régimen y sus esbirros sea útil a la causa de nuestra democracia.

No hay bienestar sin libertades, único ambiente dentro del cual pueden realizarse los reclamos justos por mejores salarios y fuentes de trabajo estables, para que haya comida, salud y educación en todos los hogares de la patria.

Venezuela ha sido un país de libertad y de diálogo, incluso en los tiempos más difíciles de su historia. El movimiento sindical venezolano, que me honro en presidir, en sus luchas por una vida digna y de justicia social en beneficio del pueblo trabajador, siempre se alimentó con la idea de la discusión y el debate, que no implica renuncia de los principios sino subordinación al bien común.

Pero el diálogo y el acuerdo es con quienes piensan distinto a nosotros, incluidos aquellos que han sido víctimas de una estafa revolucionaria que solo nos ha dejado a todos, a los trabajadores, a los estudiantes y a nuestras familias, inseguridad personal, carestía, miseria, desempleo, odio y sobre todo nos ha robado el futuro. El diálogo no es con cúpulas criminales y corruptas, quienes han peculado durante los últimos años y a quienes sólo les espera la justicia y el sometimiento a la fuerza de las leyes.

Invito, pues, a los venezolanos, mis compañeros de lucha de tantos años, mujeres, trabajadores, empleados, obreros, quienes son los más sufridos y humillados del régimen castrista y militar imperante, a no bajar la guardia. A no dejarse reblandecer en sus espíritus como demócratas y defensores de la libertad. Deben dar el combate dentro de las muchas opciones que ofrece nuestra Constitución, como son el derecho a la protesta pública pacífica, el derecho a la contratación colectiva y el derecho a expresarnos libremente, derechos que nos violan permanentemente sus propios autores.

Por una Venezuela de concordia y de paz, fundada en el trabajo y el progreso con libertades, los saludo solidariamente.