Brasil en carrera para garantizar el Mundial-2014 a último minuto

Brasil en carrera para garantizar el Mundial-2014 a último minuto

Brasil celebró con bombos y platillos su elección como sede del Mundial hace siete años: el “gigante dormido” finalmente despertaba para mostrar al mundo su poderío económico, y no solo deportivo.

Laura BONILLA CAL /EFE

Para el entonces presidente Luiz Inacio Lula da Silva (2003-2010) acoger la Copa en Brasil por primera vez en más de cinco décadas era un sueño hecho realidad: serviría no solo para exorcizar el fantasma del ‘Maracanazo’ uruguayo de 1950, sino también para impulsar al país en el escenario internacional.

FOTO YASUYOSHI CHIBA / AFP FILES / AFP
FOTO YASUYOSHI CHIBA / AFP FILES / AFP

Pero a 100 días del inicio del torneo en el país que hizo del fútbol un arte, las dudas sobre si esto fue una buena idea parecen asolar a parte de la población, a la FIFA y al gobierno de Dilma Rousseff, que se juega la reelección en octubre.





Cinco de los 12 estadios del Mundial aún no han sido inaugurados, muchos presupuestos se han más que duplicado, la construcción de líneas de metro, tranvías y terminales aeroportuarias han quedado por el camino, y los manifestantes amenazan con salir en masa a las calles durante la Copa.

Pero pese a los esfuerzos y al inmenso gasto público en la organización del Mundial (unos USD 11.000 millones), Brasil no ha podido escapar a la imagen cliché de país tropical donde todo se resuelve a medias y tarde, aunque con una sonrisa a flor de labios.

– Un problema cultural –
“Una de las marcas negativas de la organización de la Copa en Brasil es la improvisación. Es una cuestión cultural, creer que todo se puede hacer a último momento, sin planificación, pero que va a salir bien porque lo resolveremos con hospitalidad y cariño brasileños”, explicó a la AFP José Carlos Marques, profesor del Observatorio del Deporte en la Universidad Estatal Paulista (Unesp).

Las protestas que denuncian el gasto público en el Mundial al grito de “Nao vai ter Copa!” (¡No habrá Copa!) y piden más inversiones en transporte o educación son otro desafío a los preparativos, aunque convocan menos manifestantes que en junio, cuando la mayor revuelta popular en una generación sacudió Brasil durante la Copa Confederaciones.

Una mayoría de los brasileños aún sueña con levantar su sexto trofeo en el Maracaná el 13 de julio, pero el porcentaje de la población que apoya el Mundial en Brasil ha caído de 79% en 2008 a 52%, según un reciente sondeo de Datafolha.

Para disuadir de actos violentos a radicales como los anarquistas de Black Bloc, el gobierno impulsa una ley para prohibir los manifestantes enmascarados y ha anunciado que sacará a las fuerzas armadas a las calles si es necesario.

También estudia poner en las calles a policías “ninjas” – expertos en artes marciales como jiu-jitsu – para realizar arrestos masivos, una estrategia que ensayó con éxito recientemente en Sao Paulo. Y en el frente de las relaciones públicas, el Partido de los Trabajadores de Lula y Rousseff impulsa en Twitter la etiqueta #VaiterCopa (Habrá Copa).
– A ritmo vertiginoso –

Todos los estadios debían estar listos el 31 de diciembre, repitió la FIFA durante meses. Pero ninguno de los seis recintos en obras tras la Copa Confederaciones lo consiguió, y Brasil tiene aún cinco estadios en el debe.
Ahora hay que avanzar a velocidad de vértigo.

“Vamos a 200 km/h, mas allá de lo permitido en ruta, pero será solo hasta el 12 de junio”, declaró resignado el secretario general de la FIFA, Jerome Valcke.

Curitiba, el más atrasado, se salvó por un pelo de quedar fuera del Mundial. Sao Paulo y Cuiabá también corren contrarreloj, mientras Porto Alegre y Manaos están casi listos pero no han sido inaugurados aún.

“Brasil acaba de darse cuenta, comenzó demasiado tarde. Es el país con más retraso (en la organización del Mundial) desde que estoy en la FIFA (1975) y era el único que tenía tanto tiempo para prepararse”, lamentó en enero el presidente de la FIFA, Joseph Blatter.

Pero muchos confían en que, como todo en Brasil, las cosas se resolverán a último instante. Una de ellas es la propia presidenta Rousseff: la “Copa de las Copas (…) será un evento deportivo, sí (…), pero también una oportunidad para Brasil de mostrarse al mundo, de mostrar la fuerza y la vitalidad de la nación brasileña, la alegría de los brasileños de recibir a todos sus invitado”.