Juan Guerrero: Calle, rebelión y resistencia

thumbnailjuanguerrero En la estrategia que desde hace más de 40 años diseñaron los jerarcas del régimen, la orientación sobre el uso de los recursos financieros para comprar y corromper consciencias, tanto de quienes le apoyan como de aquellos que le adversan, es la base sobre el que se ha erigido un sistema abominable de compadrazgos que se soporta únicamente en la fuerza de las balas y el sicariato de Estado.

Como siempre ha ocurrido en este país, una secta de inescrupulosos, tramposos y delincuentes personajes se hicieron con el poder del gobierno y del Estado en nombre del pueblo, a quien le vendieron la idea de un paraíso llamado socialismo. Antes le denominaron democracia, y mucho antes también, república.

Pero en la actualidad la sociedad venezolana aterrizó en una pista desolada donde no hay ni república, ni democracia, ni socialismo. Solo una banda de privilegiados quienes han engordado sus bienes materiales a costa de los siempre abandonados.





Por 15 años Venezuela se convirtió en un espacio para leer eslóganes donde la “Patria bonita” la llenaron de rojo-rojito y con reuniones permanentes, para recibir invitados a quienes les cancelaban por sus “buenos oficios” de propagandistas internacionales.

En 15 años el régimen fue militarizando, con oficiales activos y en situación de retiro, institutos autónomos, ministerios, embajadas, consulados, y penetró los demás poderes del Estado: CNE, TSJ, AN, Fiscalía, Contraloría, Procuraduría, Defensoría del Pueblo. Mientras bloqueó a gremios, federaciones y centrales obreras y de profesionales.

Este plan denominado socialismo del siglo XXI o chavismo, se diseñó para perpetuar un sistema único de gobierno, con un solo partido, el Psuv, que en la práctica fusionó a minúsculos grupos cuyos dirigentes medran entre el lodazal de corruptelas en lo que es hoy esa organización: un archipiélago  de grupos de privilegiados jerarcas que se pelean entre sí para terminar de saquear la nación.

Sabiamente los chavistas de corazón, a quienes el difunto HCh ilusionó con un nuevo país, diferencian entre sus ideales más nobles y esta aberrante realidad en lo que se ha convertido Venezuela: un país destruido económicamente y sin moral de Estado.

Creo firmemente que no habrá enfrentamiento pueblo contra pueblo. Lo que sí está ocurriendo es un levantamiento popular entre ciudadanos de todos los confines del país quienes, hartos de tanto padecimiento en su cotidianidad, salieron a las calles y no regresarán hasta ver cambios reales, ciertos y objetivos.

La percepción, lo que se siente por las calles es una ciudadanía que ya no cree en “pajaritos” que hablan desde el más allá. Esas ridiculeces fueron superadas por la apabullante realidad de un régimen que asesina jóvenes estudiantes. Que golpea ancianos y amas de casa.

Un régimen que usa ambulancias como “caballos de troya” donde hay convictos y criminales que sorprenden a estudiantes por la noche y los golpean, les disparan y asesinan.

Por qué entonces las voces de los políticos opositores o de los humanistas socialistas en el poder no se alzan para denunciar estas aberrantes realidades.

Por qué los intelectuales, artistas y académicos socialistas, humanistas y solidarios defensores de los derechos humanos del régimen callan ante semejante aberración.

Por qué los oficiales generales y demás oficiales que forman parte del estado mayor militar no actúan frente a esta apabullante realidad que significa el uso de paramilitares (Colectivos) que disparan, golpean, y asesinan a venezolanos.

Porque sencillamente estamos frente a un régimen de Estado que ha corrompido consciencias comprando su silencio.

Frente a este desamparo la sociedad, los ciudadanos libres a quienes nadie nos ha comprado nuestros principios por un mendrugo de pan, estamos en la calle denunciando lo que todos desde hace años sabíamos: la trampa de un régimen autoritario, militarista y fascista, que usó el disfraz de socialista y humanista para apoderarse de los recursos financieros de la nación.

Los artículos de nuestra Constitución nacional, 328, 333 y 350, son absolutamente claros y precisos. Activarlos en la calle es la única posibilidad para superar esta realidad y establecer un nuevo sistema de gobierno que por primera vez dé acceso a “los de abajo” a una vida digna y que le posibilite el verdadero y humano ascenso social.

Volver atrás, dejar las cosas a la mitad, significa caer más hondo y permitir que la sociedad venezolana se acerque peligrosamente a una sociedad de mendigos, perpetuamente estancada en el laberinto de la marginalidad intelectual y moral.

(*) [email protected]  /  @camilodeasis