El legado por @lmesculpi

El legado por @lmesculpi

thumbnailluismanuelesculpiTodo acto del gobierno es asumido como un legado. La improvisación, la incoherencia que los caracteriza también debe formar parte de esa herencia. Los principales males que azotan a la sociedad, tales como la violencia y la inseguridad, la escasez y el alto costo de la vida forman parte de esa encomienda.

A lo largo de 15 años su discurso, y el del heredero imitándolo, ha provocado gravísimas consecuencias, el clima de violencia, en su sentido más amplio y no referido exclusivamente a los acontecimientos del último mes, que se vive en el país; no es ajeno a esa prédica.

El verbo insultante y agresivo que concibe al adversario político como enemigo ha impregnado a grupos sociales importantes, tanto en la cotidianidad como en la manera de concebir la lucha social y política. La existencia de organismos paramilitares que actúan estimulados y amparados desde las más altas esferas gubernamentales es muestra emblemática de la vinculación práctica entre las palabras pronunciadas en las constantes “disertaciones” y el comportamiento de esos grupos.





La manera salvaje como ha sido reprimida la protesta está en sintonía con las alocuciones en las permanentes cadenas durante tres lustros, en ese tiempo hemos sufrido importantes transformaciones, no precisamente en el sentido del progreso y avances como sociedad. La intolerancia y la agresividad constituyen elementos que ahora caracterizan a diversos sectores; la solidaridad, la comprensión y la tolerancia son excepciones en el comportamiento del día a día.

El desconocimiento de la existencia del otro, la descalificación de sus opiniones, el creerse poseedor de la verdad absoluta y no aceptar la disidencia constituyen reflejos inconfundibles de los autoritarismos y por lo tanto de conductas no democráticas. Lo más lamentable es que ellos no sólo están presentes en los círculos más radicales del oficialismo, su existencia se expande más allá, llegando a alcanzar a otros conglomerados. De tal manera que pareciera que el legado trascendió un poco más allá de sus seguidores y se proyectó hacia otras áreas de nuestra sociedad, eso debe ser objeto de especial preocupación para quienes aspiran convertirse en una nueva y sólida mayoría al asumir la encomiable tarea de reconstruir nuestro tejido social.

Lamentablemente en algunos sectores de la oposición concurren también estos fenómenos; la intolerancia ante la opinión divergente, la descalificación frente la ausencia de argumentos, la agresividad verbal para polemizar, la arrogancia para defender acciones no compartidas. Hay que recordar episodios del pasado reciente donde esas particularidades influyeron decisivamente en graves errores cuyas consecuencias estamos padeciendo en el presente. Por eso, aunque nos duela, pensamos que el legado se expandió más allá de los estrechos límites de los fanáticos del oficialismo. Sólo eso explica el comportamiento de algunos grupos de la oposición que lamentablemente reproducen las conductas que criticamos aunque muchas veces se recuerde a Nelson Mandela.