Venezuela: Atrapados en el agujero negro

(Foto EFE)
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Este es el artículo de opinión de Gina Montaner, publicado en El Mundo de España,  donde analiza el informe de Amnistía Interncional sobre la violencia en Venezuela, que “refleja la brutalidad chavista contra la oposición”. Escribe la autora que “la barbarie institucional propicia los crímenes, casi 40 fallecidos desde el pasado febrero”. Reseña que “en las marchas que se suceden a diario en la capital y diversos estados, la policía bolivariana dispara indiscriminadamente contra los manifestantes, quienes también son blanco de grupos armados progubernamentales conocidos como ‘colectivos’. Son paramilitares motorizados que desde los tiempos de Hugo Chávez cobraron fuerza para controlar las barriadas populares”.

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Atrapados en el agujero negro

“Proceso rápido que escapa de todo control”. Es una de las definiciones del término “espiral” y así podría definirse la grave situación que están viviendo los venezolanos.





Precisamente ayer, la sección de España de Amnistía Internacional ha presentado un informe en el que se denuncia la violación de derechos humanos en Venezuela. El propio director de AL en España ha dicho que es prioridad anteponer en la agenda política los derechos humanos pues, “Venezuela corre el riesgo de entrar en una espiral de violencia”.

En realidad, hace mucho que el país está inmerso en una caída en picado y si no se frena la barbarie institucional que da luz verde y propicia los crímenes y atropellos, difícilmente se podrá salir del agujero negro que han ido labrando 15 años de fórmula chavista. El informe invita al desaliento. Desde que a principios de febrero comenzaron las protestas de estudiantes universitarios y opositores, se han registrado casi 40 muertes, unos 550 heridos, más de 2.000 detenciones y numerosos incidentes de torturas en las comisarías que AI recoge minuciosamente a través de escalofriantes testimonios de cientos de jóvenes que han podido vivir para contarlo.

En las marchas que se suceden a diario en la capital y diversos estados, la policía bolivariana dispara indiscriminadamente contra los manifestantes, quienes también son blanco de grupos armados progubernamentales conocidos como ‘colectivos’. Son paramilitares motorizados que desde los tiempos de Hugo Chávez cobraron fuerza para controlar las barriadas populares. A pesar de que el presidente Nicolás Maduro se escuda en que son “incontrolados”, lo cierto es que el pasado 5 de marzo él mismo dijo en un discurso incendiario, “Candelita que se prende, candelita que se apaga”, a modo de guiño dirigido a los temidos encapuchados.

En la comparecencia de Amnistía Internacional se enfatizó la necesidad de que todas las partes en el conflicto, Gobierno y oposición, deben buscar la concordia para evitar que el horizonte sea un inmenso campo de batalla. No obstante, y a pesar de la pantomima que Maduro escenificó en Caracas ante enviados de Unasur disponiéndose a colaborar con una comisión de derechos humanos, el Gobierno sólo da indicios de una ofensiva contra la oposición y los medios independientes. Los líderes opositores continúan encarcelados en la prisión militar Ramo Verde; el Tribunal Supremo ha ratificado la expulsión de la diputada opositora María Corina Machado de la Asamblea Nacional; publicaciones abiertamente criticas como ‘Tal Cual’ corren el peligro de ser clausuradas y su director, Teodoro Petkoff, vive bajo amenazas; amparado en la ley habilitante, Maduro lanza decretazos que amordazan a los desafectos y debilitan aceleradamente los principios de la democracia.

La labor de organizaciones como AI o Human Rights Watch es fundamental para documentar la violación de derechos humanos que perpetran regímenes autoritarios como el que gobierna en Venezuela desde que se instalara el chavismo. Es posible que la voz de alarma no detenga el avance de los bárbaros, pero sí quedan reflejadas con nombres, apellidos y señales las víctimas que caen en las calles, que sufren torturas o son encarceladas en prisiones infectas. Documentación imprescindible para que no quede impune el abuso.

Quienes defienden los derechos humanos advierten de que Venezuela podría entrar en una espiral de violencia. Me temo que eso ya es la triste realidad que escapa de todo control.