Juan Guerrero: Bajo sospecha

thumbnailjuanguerreroEn Venezuela tener entre 17 y 25 años es un riesgo. Pero si además, eres estudiante, el riesgo aumenta dramáticamente. Riesgo que se acrecienta, si posees un celular, una cámara fotográfica o de video.

Por estos tiempos nadie escapa a la violencia, sea esta del hampa común, de grupos paramilitares, encapuchados o legalmente instituida por el Estado, a través de sus órganos represivos: SEBIN, CICPC, GNB y PNB.

La práctica de estos cuerpos represivos no ha cambiado absolutamente nada desde hace poco más de 40 años. Su característica actual ha sido la de crear terror colectivo mientras se disfraza con tecnología de punta. Por otro lado, los miembros de grupos paramilitares, también lucen un nuevo disfraz, han sido dotados de armas sofisticadas, motocicletas chinas, y cambiaron las cabillas por tubos y triquitraquis.





Pero la afrenta que hacen contra la dignidad de ciudadanos, desnudando a manifestantes, rociando con gasolina a otros, rapando las cejas a indefensas damas, a quienes han cortado el cabello, es muestra de la eterna brutalidad de un régimen que al saberse acorralado, opta por la salida más fácil: engorilarse y repartir represión a diestra y siniestra.

Posiblemente las estrategias que han estado ejecutando los opositores declarados en rebeldía y resistencia, no sean las más adecuadas. Pero quién pone en duda la brutalidad, el ventajismo armado y la descomunal muestra de fuerza que despliega el régimen contra los estudiantes y ciudadanos en general.

Hay ciudades, como San Cristóbal, Mérida, Valencia, Puerto Ordaz, donde transitar por las calles y avenidas resulta un riesgo. Alcabalas donde te registran desde tus pertenencias hasta los mensajes en tu teléfono celular.

Hay una experiencia que vivieron 8 mujeres en Barquisimeto, una de ellas menor de edad. Fueron llevadas al Destacamento 47 de la Guardia Nacional donde permanecieron varios días detenidas. Les cortaron el cabello. Una de ellas, de 17 años, de tanto halárselo, le desprendieron parte del cuero cabelludo. A otra, le raparon las cejas. A todas las humillaron y las amenazaron con violarlas.

Pero esta práctica no es nada nuevo. Apenas hará un año a una joven la sometieron a una serie de torturas en ese nefasto Destacamento militar. Por declararse lesbiana y además, por ser nieta de un destacado luchador por la democracia venezolana, como fue Jóvito Villalba, Ivonne Echenagucia fue sometida a espantosas torturas, una de ellas con electricidad.

Para quienes duden de esto, les dejo el enlace donde ella ofrece su testimonio y denuncia ante el Ministerio Público ( http://es.scribd.com/doc/181836601/Mi-nombre-es-Ivonne-Echenagucia-Guzman ) donde describe con detalle lo que le hicieron.

Bastaría solo una prueba convincente, verdadera y real para que este régimen sea declarado violador de los Derechos Humanos, por el Estatuto de Roma y por tanto, carente de legitimidad, colocándose al margen de la ley.

Pero es que ya no hay uno, sino varios casos comprobados que se suman a este que indico. Basta ver las imágenes donde un miembro de la Guardia Nacional se quita su casco y con él, golpea varias veces a Marvinia Jiménez, una joven costurera, en Valencia.

También el caso ya bien documentado por las agencias de defensa de los derechos humanos en Venezuela. El estudiante Juan Manuel Carrasco, de 19 años, a quien le introdujeron un arma larga por el ano, mientras estaba detenido en un centro militar.

Ante estas y otras evidencias, la organización de derechos humanos, Amnistía Internacional, premio Nobel de la Paz, ha lanzado un alerta internacional denunciando estos atropellos a ciudadanos venezolanos, por maltratos y tratos crueles contra la dignidad humana.

Desde los años ‘80s he escrito artículos en defensa de los derechos humanos y contra el Estado venezolano, cuando ha lesionado la dignidad de los ciudadanos con vejámenes, humillaciones, tortura y asesinato. Lo denuncié a través de diarios locales, como Correo del Caroní (El Amparo y la verdad, 02.12.88; Al margen, 05.03.89) donde denunciaba los abusos, tanto en los hechos de las revueltas en varias ciudades venezolanas, como en el asesinato de indefensos pescadores.

Por esos escritos y otros más, fui tildado de izquierdista y enemigo de la democracia. Ahora, cuando denuncio estas sanguinarias atrocidades que este régimen, de evidente rasgo autoritario y militarista, muestra contra la población civil, me tildan de derechista y agente norteamericano.

Sigo llamando a la consciencia de aquellos intelectuales, artistas y académicos, que respaldan a este régimen, su deber moral frente a estos atropellos contra la dignidad humana. O es que acaso estos ciudadanos, por ser opositores al régimen falsamente izquierdista, les convierte en “escuálidos mortales” que no merecen vivir.

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@camilodeasis