Dámaso Jiménez: Maduro, ¿la inseguridad no tiene diálogo?

Dámaso Jiménez: Maduro, ¿la inseguridad no tiene diálogo?

Se instaló la comisión para el diálogo y como ya estaba previsto no hubo respuesta, ni una declaratoria, ni un punto y aparte para marcar responsabilidades a temas puntuales como la escasez, el hampa violenta y la inseguridad. Cada vez que hubo intentos de asomo escueto del tema por parte de los representantes de los partidos de la oposición, los alfiles del gobierno respondían con el trillado golpe de abril del 2002, o los extraños paramilitares colombianos de la finca Daktari, o la implementación de las protestas y las guarimbas que a juicio de los “hombres de Miraflores”, son la génesis de todos los problemas reales que agobian al país.

A pesar de la escalada de muertes, sicariatos, secuestros y atracos, 21 mil muertes violentas el pasado año, 2.841 homicidios en los primeros 2 meses del año, Maduro no quiere tomar en serio el problema y sigue culpando a los medios, las telenovelas, los videojuegos y a factores externos a su gobierno, de querer explotar la magnitud del problema, sin tomar en cuenta las causas por las que realmente se han desbordado los índices de criminalidad en el país.

El abogado y criminalista Fermín Mármol García, señaló recientemente que “las bandas sienten que no hay una política de Estado que tienda a desmantelarlas y eso las fortalece. Los delincuentes han visto que los planes -que hace el gobierno- quedan en puros anuncios”. Es decir que así como se olfatea el miedo, estos grupos detectan la “debilidad institucional” de esta gestión, lo que explica el por qué las bandas delictivas actúan en la convicción de que son intocables para la PNB y la GNB.

Es como si supieran que de algún modo se les ha otorgado una especie de permisividad que les brinda poder a la hora de cometer sus fechorías, incluso a plena luz del día y a la vista de todos, como ocurrió con el secuestro de la periodista Nairobi Pinto, que fue tomada por la fuerza por un grupo de encapuchados frente a su residencia y a la vista de sus familiares y amigos, sin que las autoridades hayan sido capaces -96 horas después del incidente- de ofrecer una respuesta clara para explicar ante qué nos encontramos.

En Venezuela la  inseguridad no tiene diálogo. Te ponen una pistola en la cabeza en cualquier parte y tienes los segundo contados. Después del luto quedan las cifras y los expertos en criminología las han explicado hasta el cansancio: Venezuela se sitúa en segundo lugar en relación al planeta entero en cuanto a la percepción de sus habitantes sobre inseguridad y victimización. La  tasa de homicidios es de 53,7% por cada 100 mil habitantes. Somos el único país de Suramérica cuya tasa de homicidios va en aumento constante desde 1995, y de acuerdo con las cifras obtenidas el año pasado (2012) somos la nación con mayor número de muertes violentas por homicidio y armas de fuego en América Latina y el segundo país con más homicidios del mundo.

Tal situación sería como para declarar alerta de Emergencia Nacional en cualquier parte del globo o al menos para que en nuestra pequeña aldea comiencen a desviar la cantidad de tanques, aviones y soldados con armas de guerra que se encuentran “distraídas” dentro de los edificios,  residencias y barriadas de las ciudades en protesta, y apuntarlas hacia el verdadero enemigo que viene cometiendo este holocausto nacional.

Al igual que Chávez, Maduro describe la inseguridad como un problema mundial y ubica sus causas de forma temporal “en los años 80 y 90 cuando la pobreza alcanzó 70% y la miseria se ubicó en 25%” Según esta tesis los niños desasistidos de entonces por la “cuarta república” serían los delincuentes causantes de tantas muertes en la actualidad. Es la politización del tema en su máxima expresión y el único argumento que esgrimen ante tamaño desastre nacional. Según el director del observatorio venezolano de la violencia, Roberto Briceño León, esta salida discursiva es solo una forma de escurrir el bulto y no se corresponde con la realidad, puesto que han pasado más de 15 años de un gobierno “revolucionario” con tiempo suficiente para frenar la escalada de violencia.

Sin embargo no todo está perdido y si es posible bajar los índices de criminalidad y violencia en el país. Los expertos como Mármol García saben que con un plan de seguridad pública, coordinado, concreto y sostenido, se pueden disminuir en un lapso de 3 a 4 años los niveles de violencia, pero para eso se hace necesario una voluntad política que permita desarrollar y fortalecer la investigación policial atascada por años en el país, y dar una vuelta de tuerca hacia adelante para establecer castigos acordes al delito, desmantelar las bandas delictivas, bajar los niveles de impunidad y aplicar un desarme efectivo, que al menos permita en el corto plazo recuperar las calles y transitar libremente por Venezuela, a menos que prevalezcan intereses mezquinos en mantener este auge delictivo que nos está matando.

@damasojimenez

www.damasojimenez.com

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