Hablando de resurrecciones por @felixseijasr

Hablando de resurrecciones por @felixseijasr

FelixSeijasR

Jesús jamás escribió nada, al menos nada que haya perdurado y que hoy podamos leer. Sus enseñanzas las conocemos a través de escritos realizados por otras personas. Sin embargo, el impacto que su figura ha tenido en la historia de la humanidad es enorme, y la religión que nace con su muerte hoy en día aglutina a más de dos billones de seguidores.

Ahora bien, qué distinta sería la historia, y por ende nuestro presente, si las escrituras no hablaran de la resurrección de Jesús de Nazaret; sin ese pasaje bíblico nada sería igual. El episodio de la resurrección consagró a Jesús como “el hijo de Dios” y pasó a ser el principal fundamento de la naciente religión cristiana.

Apartándonos del terreno religioso y permitiéndonos utilizar el término “resurrección” de una manera más relajada, no cabe duda de que, cuando se transita el ocaso en cualquier instancia de la vida, el fenómeno de resurgir capta particular atención y genera una especial admiración. Quienes logran esto por lo general regresan fortalecidos y su imagen cobra un halo de deidad, así como el Fénix, que muere para renacer con toda su gloria.

En este contexto, el “irse”, “apartarse” o “desaparecer” puede ocurrir de diferentes maneras, pero siempre sucederá a raíz de algún hecho o circunstancia que así lo fuerce, muy en contra de la voluntad del afectado. Todos conocemos, por ejemplo, la historia de Nelson Mandela.

Por allá en los noventa, Rafael Caldera se encontraba en el ocaso de su carrera política cuando el intento fallido de golpe de estado de febrero de 1992 lo llevó a dar aquel memorable discurso en el Congreso Nacional. Este hecho lo catapultó hacía un nuevo período presidencial, compitiendo incluso en contra del partido que él mismo fundara.

En el año 2002, el apoyo popular que ostentaba el Presidente Hugo Chávez había disminuido con una rapidez alarmante. Si para entonces se hubiese realizado un referendo para revocar su mandato, de seguro lo hubiese perdido. Luego de varios días de protestas y de una huelga convocada por los empresarios, el 11 de abril de ese año se produjeron los eventos que forzaron la salida del Presidente de Miraflores y su detención por poco más de dos días; entonces una serie de nefastas acciones de quienes le derrocaron facilitaron su regreso, el cual aprovechó para trabajar en la recuperación de sus niveles de popularidad.

Lo mismo ocurre hoy en día con el apoyo a la gestión de Nicolás Maduro. A cualquier analista que siga con detenimiento la evolución de los estudios de opinión política, no le sería descabellado afirmar lo desastroso que para el Mandatario resultaría el enfrentar hoy un proceso electoral Presidencial.

Si nos basamos en estos estudios de opinión, podemos constatar que, tradicionalmente, el comportamiento de un importante sector de la población de Venezuela se encuentra enmarcado dentro de lo que podemos llamar una cultura rentista. Esta realidad fue manejada con gran éxito por Hugo Chávez para sobreponerse a la crisis entre los años 2002 y 2003.

En aquel momento, el expresidente basó su recuperación en la implementación de un despliegue agresivo de programas sociales bautizados como “Las Misiones Sociales”. Estas medidas impactaron el balance “aprobación-desaprobación” de la gestión del Mandatario, pasando de un negativo 40-60 a un positivo 60-40. Por supuesto, para eso hace falta dinero y en aquel momento lo había.

¿Qué ocurriría si Nicolás Maduro creara mañana un nuevo y generoso plan de transferencias directas a las clases populares? No tengo dudas de que el apoyo a su gestión crecería, llevándolo nuevamente a ser competitivo en el terreno electoral, tal y como ocurrió cuando por unas semanas -estratégicas por demás- logró ese efecto con el llamado “Dakazo”. ¿Cuál sería el nivel de esa recuperación? Me inclino a pensar que de menor proporción a la que logró la figura carismática de Chávez en 2003.

Sin duda, el que Maduro logre un “renacer” en popularidad pareciera cuesta arriba. La crisis que Venezuela vive en lo social y económico es bastante más compleja que aquella que enfrentó Chávez en 2002, y es precisamente esta crisis la que tiene a la “calle” alborotada en pensamiento, palabra, obra y omisión –por mi culpa, por tu culpa y por la gran culpa de todos, como lo he dicho en artículos anteriores-.

Para resurgir Maduro necesita dos cosas: la primera es dinero y la segunda es saberlo emplear de manera muy populista. Para lo segundo estoy seguro de que no existiría problema alguno. Lo primero es lo complicado, y de todo harán; preparémonos para la reforma fiscal y ya veremos de qué manera se le “echarán manos” nuevamente a la empresa privada para financiar el populismo. Este próximo día martes promete.

¡Ah!

No quería cerrar estas líneas sin referirme a otros posibles “renacer”. Capriles Radonski sufrió una fuerte abatida luego de la derrota política que acusó su apuesta al “plebiscito” planteado para las elecciones locales del 8 de diciembre del año pasado. Su posición moderada ante el inicio de las fuertes protestas en febrero de este año empeoró está situación, pero luego de unas semanas de iniciado el conflicto, esa misma posición moderada lo ha llevado a recuperar su posición como punto de referencia dentro del mundo opositor.

Otro caso, ¡oh sorpresa!, lo constituye el partido Acción Democrática. Sí, leyeron bien, Acción Democrática. Durante este año el nivel de simpatizantes del otrora llamado “partido del pueblo” ha registrado un repunte interesante que, de mantenerse así, podría alcanzar niveles importantes en los próximos meses. ¿Será que tarde o temprano el buen hijo siempre regresa a casa? Seguro que eso quieren pensar sus líderes.

Es temprano aún. Amanecerá y veremos.

 

Félix L. Seijas Rodríguez

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