En la Catedral de San Cristóbal, el Obispo diocesano Mario del Valle Moronta, presidió la ceremonia de la Vigila Pascual, iniciando con la bendición del fuego en la plaza Juan de Maldonado para luego ir en procesión con el Cirio Pascual hasta el interior del templo y participar de la liturgia de la palabra, bautismal, y eucarística.
“Se ha producido el inmenso prodigio: Jesús ha resucitado, ha surgido vencedor de entre los muertos y ha terminado de derrotar a la muerte, cuya causa principal es el pecado”, expresó el Obispo en su homilía.
Explicó monseñor Moronta que con la Resurrección de Cristo somos introducidos en el bautismo. “Como le conmemoramos durante la Vigilia Pascual, el primer efecto de esa Resurrección es la novedad de vida en la que somos introducidos por el bautismo. Este sacramento nos incorpora a la muerte redentora y a la resurrección liberadora de Cristo, el Señor. La fe que recibimos del mismo Dios nos ayuda a tener la misma experiencia de Juan: ver y creer. Vemos el sepulcro vacío y creemos en la Resurrección”.
Con la celebración de la Resurrección de Cristo, indicó el Obispo de San Cristóbal: “nuestra vida está marcada por la fuerza renovadora de la Resurrección. Nuestra existencia es cambiada y nuestros rostros deben reflejar el esplendor de la gloria de Dios Resucitado. Creer en la Resurrección no sólo es estar convencidos de lo que sucedió en aquella hermosa noche de la Pascua. Por algo somos declarados también testigos de la Resurrección. Es decir, con nuestra fe, con nuestra conducta, con nuestras acciones… hacemos sentir que la Resurrección de Cristo es lo que nos mueve y lo que anunciamos en todo tiempo y lugar.
Finalmente el Obispo diocesano exhortó a tomar conciencia que somos testigos del Resucitado. “Él siempre va delante de nosotros. Dejó el sepulcro vacío para llenar nuestras vidas y nuestra historia de la fuerza de su amor que venció al mal, para inaugurar su Reino de Justicia y de Paz”.
Prensa Diócesis