Pablo Aure: Crímenes sin culpables

Pablo Aure: Crímenes sin culpables

thumbnailpabloaureTodos los crímenes son detestables, aunque algunos llaman más la atención que otros, bien sea por la manera o circunstancias de su perpetración, o por la persona de la víctima. En los casos de homicidio, es de gente buena tener respeto no solamente por el occiso sino también por sus deudos, que leen o escuchan lo que de sus familiares se dice o escribe.

Tan perverso es utilizar una muerte para sacar provecho político como encubrir a sus autores; o peor aún, valiéndose del poder, responsabilizar a inocentes en esos crímenes.

En lo que va de año Venezuela se ha visto ensangrentada por crímenes horrendos: artistas, modelos, estudiantes, religiosos y políticos, han muerto en circunstancias sorprendentes. Mónica Spear y su esposo, quizá fue la muerte más “común” en este país lleno de tragedias. Ellos cayeron a manos de los “Sanguinarios de El Cambur”; también los padres salesianos, aunque monstruoso el delito, pudiéramos decir que fueron igualmente víctimas de la descomposición social que vive Venezuela. Unos menores de edad entraron a robar en el Colegio Don Bosco, a tres cuadras de la casa de Gobierno de Carabobo, y asesinaron a los indefensos religiosos.





Esos crímenes preocupan. Los lamentamos profundamente, pero desgraciadamente son algo cotidiano en el discurrir de estos tiempos por la falta de políticas públicas enderezadas a prevenir la delincuencia y a combatir la impunidad. Con mayor vigilancia en las carreteras y una mayor inversión en educación, no adoctrinadora, algo mejor se hubiera logrado.

Carabobo ensangrentado

Carabobo, como toda Venezuela, está sumergido en un mar oscuro, donde es difícil encontrar la manera de salir a flote. Es cierto, han sido 80 días marcados por las protestas, pero también es verdad que han asesinado a ciudadanos sin que hasta ahora sepamos el nombre de sus ejecutores.

Solo mencionaré los casos de Génesis en la avenida Cedeño, Geraldín Moreno en Tazajal, Naguanagua; Jesús Acosta y Guillermo Sánchez en La Isabelica, y Argenis Hernández en Tulipán, San Diego; no me referiré a los guardias nacionales, porque creo que, aunque no imposible, es más complicado determinar la autoría del homicidio. En cambio, con Génesis, no es difícil. Es más, me han informado que el Cuerpo de Investigaciones Científicas Penales y Criminalísticas en Carabobo, ya tenía prácticamente resuelto el crimen, cuando, repentinamente, se llevaron el expediente para Caracas sin que hubiese motivos aparentes para radicarlo fuera de Valencia.

Con responsabilidad debo decir que mi fuente señaló que el principal sospechoso era un inspector de Inteligencia de la Policía del estado Carabobo. Sin detenernos en comentar la responsabilidad directa de otros individuos que aparecen fotografiados con cohetones y armas de fuego, rodeados de los colectivos del terror, antes y durante el ataque fulminante. No quisiera atormentarlos con exigir responsabilidades a quienes incitaron ese contraataque, ya que ustedes saben que hoy los cubre el manto perverso de la impunidad.

Pero muy a pesar de esa diabólica situación, no podemos cejar en la constante denuncia de los autores intelectuales del macabro desenlace del llamado a las protestas. Amigos, si queremos un Carabobo dirigido por gente decente y honesta, pues entonces prohibido olvidar lo que ha hecho el actual gobernante.

A Génesis Carmona no la mataron accidentalmente, tampoco para atracarla -como desgraciadamente suele suceder en esta descompuesta Venezuela-. A ella la asesinaron porque estaba marchando exigiendo libertad y democracia. La liquidaron porque anhelaba vivir en un mejor país, paradójicamente con seguridad. Pues bien, más de dos meses y medio sin que todavía el nombre de los responsables oficialmente haya salido a la luz pública.

En cuanto a Geraldín Moreno, la situación es aún más deprimente ya que el autor material fue un efectivo de la Guardia Nacional, quien le disparó a quemarropa dos veces: con un tiro la derribó, y cuando estaba en el suelo, la remató con otro escopetazo directo a la cabeza. Como habitualmente lo hacen los mafiosos y las organizaciones narcoguerrilleras. Si sabemos que fue un Guardia Nacional, al parecer comandados por una mujer de nombre Paula Barroso. Nos preguntamos: ¿cuán difícil es imputar a quienes estaban en ese pelotón de ajusticiamiento? En el cuartel deben tener los nombres de la comisión que estuvo ese día en Tazajal: uno de ellos asesinó a Geraldín, pero lo ocultan.

No puede existir una explicación distinta para encubrir al asesino, sino la de que ese Guardia Nacional cumplió una orden superior, y aunque eso no le servirá para exculparse, por los momentos lo que hacen es correr la arruga para no dar a conocer quién fue el que ordenó esa ejecución.

Colectivos del terror

A Jesús Acosta y a Guillermo Sánchez los acribillaron en La Isabelica. No busquen a nadie distinto a los colectivos del terror. Ellos fueron sus asesinos, que a mansalva acabaron con la vida de dos jóvenes venezolanos.

Lo mismo podemos afirmar de Argenis, de los guardias asesinados es necesario también encontrar para imputar a sus homicidas; pero lo que es imperdonable es que se encubra de la manera más descarada a los que aparecen fotografiados y en video cuya participación fue determinante para cegarle la vida a jóvenes en Carabobo.

Capitán de la revolución y la justicia expedita

Hemos dicho que la memoria de los que fallecen y el sentimiento familiar hay que respetarlo. Es harto repetitivo que el Gobierno nunca ha sentido respeto por nada ni por nadie. Utilizan para sus fines las muertes de afectos y opositores. Cuando matan a un opositor dicen que son los mismos opositores quienes actúan en el crimen para culpar al Gobierno, y cuando asesinan a un afecto al régimen con más razón.

El capitán Eliécer Otaiza, presidente del Concejo Municipal de Libertador, apareció en un matorral en el municipio El Hatillo, el lunes pasado, y al día siguiente ya tenían capturado a quien supuestamente lo asesinó. El régimen expresa varias versiones, la Fiscal General tiene una, el ministro de Relaciones Interiores, otra, y Nicolás Maduro otra totalmente distinta a la Fiscalía. Por cierto, la sempiterna cantaleta del complot del imperio y su planificación desde el exterior.

Pero, en fin, ya supuestamente tienen al autor material, aunque las hipótesis las disfracen. Autor material e intelectual que ni estaba fotografiado ni mucho menos filmado y que nadie vio. En cambio, teniendo videos y fotos de los asesinos de Génesis, de Jesús Acosta y de Guillermo Sánchez, Nicolás Maduro o la fiscal, no han querido decir quiénes fueron, como tampoco lo han dicho quién fue el Guardia Nacional que acribilló a Geraldín. Y evidentemente han hecho mutis cuando no se refieren al macabro y fulminante tuit del gobernador.

Carantoñas al verdugo

Mientras los jóvenes, las amas de casa, los padres organizados, siguen con su agenda de protesta, los que apuestan al diálogo continúan haciéndole carantoñas al régimen. No sé cuál es el propósito, porque estoy convencido de que ellos, al igual que yo, saben muy bien que el régimen no cederá ni un milímetro mediante el fulano diálogo. Al régimen se le habla es en la calle y con la gente que sufre; con el pueblo que padece de las inclemencias de la escasez, de la inflación y de la inseguridad. Ese pueblo detesta que en una mesa y a puertas cerradas se negocie con el verdugo.

Que la MUD siga hablando y reuniéndose con Maduro, pero que no le diga a la comunidad internacional que el pueblo y el régimen se están entendiendo, porque no es verdad, quienes sí lo hacen es un grupo muy reducido. Les pido también que interpreten el sentimiento popular, no intenten enfriar las calles, pues la calle fue quien obligó a Maduro a sentarse dizque a dialogar.

@pabloaure