Gustavo Coronel: Adiós a Giordani, un ministro corrupto

Gustavo Coronel: Adiós a Giordani, un ministro corrupto

thumbnailgustavocoronelSalió Jorge Giordani del gobierno. Dicen que su salida es el producto de su rechazo a las medidas que se están tratando de tomar sobre la maltrecha economía, las cuales contrarían sus ideas y recomendaciones. De manera que la salida no es el producto de una posición digna y de principios sino de su inconformidad porque han dejdo de hacerle caso. Sale como resultado de una pelea interna entre bandidos.

Giordani tiene fama de ser una persona honesta rodeado de ladrones por todas partes. Lo llaman “el monje” para definir su actitud austera. En efecto, no puedo decir que Giordani ha compartido la entusiasta práctica del peculado que caracteriza a sus ex-colegas del gabinete y a amigos como J.V. Rangel. Sin embargo afirmo que ha sido uno de los miembros más corruptos de la pandilla chavista. Esto es así porque la corrupción no se limita al robo de los dineros públicos sino que es también el uso indebido de una posición de poder para favorecer a su pandilla y dañar a la nación.

Este es el caso de Giordani. No solo se le recuerda por su vergonzosa afirmación de que es necesario mantener pobres a los pobres para que la revolución pueda sobrevivir. Su peor acto de corrupción es haber sido el artífice de los presupuestos fraudulentos de la nación, en los cuales se asume un precio artificialmente bajo del petróleo, a fin de limitar el envío de dinero a las gobernaciones y alcaldías para usar ese dinero a nivel del ejecutivo a su entera dicreción y sin transparencia alguna. Este inmenso fraude, este descarado robo a la nación, ha producido la malversación de miles de millones de dólares que han debido llegar a las regiones y se han quedado en los bolsillos del ejecutivo, léase Chávez o Maduro., para sus diversas vagabunderías electoreras y entregas a Cuba y otros países “amigos”.





Por ello debemos ver la salida de Giordani como lo que es: el adiós a uno de los ministros más corruptos del gabinete por muchos años, favorito de Chávez, ahora caído en desgracia con los nuevos líderes de la pandilla comandados por Rafaél Ramírez. Es apenas el reemplazo de un tipo de corrupción por otro tipo de corrupción. Ramírez es un corrupto de otro tipo, codicioso a nivel personal y con aires de modernidad. Al hipotecar a PDVSA a los Chinos y recurrir a préstamos cuantiosos de empresas multinacionales se obliga a prometer políticas económicas más pragmáticas, tales como el alza del precio de la gasolina, la devaluación y la unificación del tipo de cambio. Estos serían pasos lógicos y bienvenidos si fueran el producto de la convicción y no promesas vagas orientadas a tranquilizar a los prestatarios de PDVSA.

El dilema que enfrenta el régimen es serio: si toma medidas como las que menciona Ramirez, ello representaría el abandono de los dogmas que forman el basamento ideológico de la cacareada revolución socialista, sería el colapso político del chavismo. Si no las toma, el régimen se viene abajo, abrumado por las deudas y por su incapacidad para generar suficientes ingresos propios.

O van a la quiebra o mueren politicamente.