Uno de los símbolos de Boston es la valla luminosa de Citgo en Kenmore Square. Los bostonianos veneran este icono en la intersección de Commonwealth Avenue y Beacon Street. La propia Citgo ha querido desmantelarlo en el pasado y se ha encontrado con la febril oposición de los muy conservadores lugareños que lo consideran parte de su identidad urbana. Los venezolanos que han visitado o vivido en esa ciudad, saben del orgullo que ha sido señalar el tremendo anuncio y decirle a los habitantes de Massachusetts: “100 por ciento capital venezolano”. Pero ahora Ramírez quiere venderla porque los comedores de lumpias están impacientes por sus pagos. Este gobierno no lo dice pero ha privatizado Pdvsa y ello les impone ciertas decisiones porque en el Partido Comunista chino quieren aderezar con más soya sus guisos. En 1990 una delegación de periodistas británicos visitó nuestro país para conocer el programa de ajustes del presidente Pérez. Tuve el honor de trabajar en esa gira cuando Reinaldo Figueredo era el canciller. Ya lo he contado antes pero me provoca recordarlo de nuevo. El corresponsal de The Economist en Washington, Roland Dallas, le preguntó al coordinador de Pdvsa, Luis Giusti, sobre cuál era la ganancia de Petróleos de Venezuela después de pagar deuda e impuestos. Era el presidente de la compañía Andrés Sosa Pietri. Giusti simplemente respondió: “Sir, we do not owe a cent”. Traducción: “Caballero, nosotros no debemos un centavo”. Fue un instante de verdadero orgullo nacional escuchar esa respuesta. Me gustaría que alguien en la Pdvsa roja rojita pudiese en estos falsos tiempos de patria decir lo mismo.
En estos delirantes años de aquelarre y destrucción, pasamos de las vacas gordas a las vacas flacas. Una condición muy venezolana por cierto que también se vio entre CAP I y Luis Herrera Campíns. Nada nuevo, repetición de idénticas miserias, especialmente al creer en la máxima de que el Estado es lo máximo. Mientras no abracemos con convicción el capitalismo y el liberalismo, jamás saldremos de esta tragedia jánica en que la careta contiene simultáneamente la risa y el llanto. Yo apuesto a que el Gobierno tenga éxito en su programa de ajustes macroeconómicos por muchas razones: porque soy venezolano, porque seguiré viviendo en mi país, porque creo en el capitalismo y en el liberalismo. Pero ese programa de ajustes debe ser realizado pensando en los venezolanos y no en los parásitos foráneos que siguen succionando alegremente de nuestro oleoducto. Algo también bastante común en nuestra historia anterior cuando CAP I jugaba a la salvación del Tercer Mundo, de la humanidad y de las naciones hermanísimas. El mismo libreto ruinoso y pasado de moda. Al fin y al cabo Carlos Andrés Pérez I y Hugo Chávez representaron el anverso y el reverso de la misma moneda. Nicolás está ensayando a ser CAP II. La función está por comenzar.
@kkrispin