La Fórmula 1 está en crisis

La Fórmula 1 está en crisis

Bernie Ecclestone el magnate dueño de los derechos comerciales de la F1
Bernie Ecclestone el magnate dueño de los derechos comerciales de la F1

 

La máxima categoría del automovilismo se enfrenta a una verdadera sangría de público en los circuitos y de espectadores delante de la televisión. La revolución técnica de 2014 no convence a nadie, el reglamento es excesivamente complejo y el espectáculo se resiente. Ecclestone y los grandes mandatarios del campeonato buscan soluciones.

¿Cómo arreglamos la crisis de la Fórmula 1? Esa es la pregunta que se hacen en estos momentos Bernie Ecclestone y los máximos dirigentes de las principales escuderías. La cosa parece que no tiene fácil solución, por encima de los hombres y las máquinas. Y, de hecho, se han reunido recientemente para hacer un ‘brainstorming’ con el que enderezar la situación. Veamos qué está pasando





Empecemos por decir que estamos ante un prisma con muchas caras y que todas merecen un análisis pormenorizado. No es lo mismo la pérdida de espectadores en los circuitos debido al acceso a información que permiten ahora las nuevas tecnologías, que porque el espectáculo sobre el asfalto sea poco atractivo. Como tampoco es lo mismo la pérdida de interés por la mala racha de un piloto concreto, que por el dominio de otro.

La revolución técnica de 2014 no convence a nadie. Los coches de F1 han perdido un trozo de su alma. El afónico sonido de los nuevos motores V6 turbo no gusta y los monoplazas son más lentos que en pasadas temporadas. Además, el nuevo reglamento se tacha de ser excesivamente complejo para el espectador, que en muchos momentos no entiende el funcionamiento de las propias carreras. Se mira con nostalgia la era de los potentísimos V12 y V10 sin las limitaciones que se han impuesto en pro de la eficiencia energética y en duelos al límite de las mecánicas. Las críticas no se hicieron esperar y los organizadores del Gran Premio de Australia, primera carrera del calendario, ya se escandalizaron ante el descafeinado show que se vio en pista. Pero no han sido los únicos. Incluso a estas alturas se han probado medidas para intentar amplificar este sonido (con una especie de trompetas que no funcionaron) y la última ocurrencia ha sido poner unas planchas metálicas al fondo de los coches para que las espectaculares chispas regresen a la Fórmula 1 de forma un tanto artificial.

Sin embargo, llegado el ecuador de la temporada, ya empezamos a manejar cifras que hay que tener en cuenta. La hegemonía deportiva de Mercedes tampoco está ayudando. Aunque para muchos, el duelo entreHamilton y Rosberg se haya convertido en una atractiva batalla (histórica, incluso, por las cifras que se barajan), a la gran mayoría parece aburrirle. Y el mayor ejemplo ha sido el pasado Gran Premio de Alemania. Schumacher fue el primer campeón del Mundo de F1 en Alemania, Vettel ha tomado el testigo y, este año, el público teutón tuvo la oportunidad de recibir en la carrera de su país a otro piloto alemán como líder del campeonato, favorito para la victoria y militando en un equipo orgullo de la nación: Mercedes. Sin embargo, las imágenes de televisión con las gradas de un trazado histórico como Hockenheim vacías fueron un duro golpe.

De hecho, en Alemania hace años que Nürburgring y Hockenheim se pasan la ‘patata caliente’ de la Fórmula 1, sudando tinta para poder costear la organización de la carrera cada temporada. Esto es aún más grave cuando se comparan las cifras de asistencia con las de otras categorías y el ‘Gran Circo’ pierde por goleada. El DTM, campeonato alemán de turismos por excelencia, consiguió reunir a casi 100.000 espectadores en su primera cita en ese mismo escenario en mayo. También allí se reunieron nada menos que 170.000 espectadores para el fin de semana del campeonato de Europa de Camiones, donde un alemán, Jochen Hahn, y un español, Antonio Albacete, hace años que se reparten los títulos y las victorias. La media de asistencia a la F1 en el GP Alemania 2014 osciló entre 56.000 y 95.000 espectadores, en una temporada en la que todo está de cara para el público local. Todo excepto el propio show.

En España la cosa no va mucho mejor. La sequía de resultados deFernando Alonso, a pesar de sus épicas actuaciones, ha hecho mella y las cifras del negocio también se resienten. Las audiencias en televisión caen y, con ello (y con la propia crisis económica nacional) ha caído la inversión en publicidad. Si esto se une al encarecimiento de los derechos de emisión que se vivió en el último lustro, el resultado es que el modelo de retransmisión en abierto que ahora mismo mantiene Antena 3 tiene los días contados y más pronto que tarde no quedará otro remedio que pagar por ver la F1, modelo que Movistar TV ha estrenado esta temporada.

El Gran Premio de Mónaco 2014 ha sido el menos visto desde 2005, con 3,9 millones de espectadores y poco más de un 30% del share. Mientras que esa misma carrera llegó a reunir a más de seis millones en 2008 rozando el 50 % del share. Es solo un ejemplo. Como también lo son las cifras de asistencia al circuito de Cataluña, sede permanente en la última década del GP de España. En 2014 fueron 91.480 espectadores, menos que los 96.000 de 2003 y muy lejos de los 140.000 con los que se tocó techo en 2007. Hoy en día, parece que la improbable resurrección de Ferrari o Alonso a corto plazo no podrán enderezar esta tendencia, incluso coincidiendo con el bajón de rendimiento de Vettel.

Entre las causas que se argumentan está el alto precio de las entradas (las más económicas rondan los 180 euros, con único acceso a la pelousse -grada sin numerar-, mientras que, en otras categorías, entradas con acceso al paddock rondan los 50 euros) para unas carreras que, ademas, resultan tediosas, ya sea desde la grada o desde el sillón de casa. Así que ahora, las autoridades del campeonato buscan soluciones para intentar arreglar esto, aunque el marco legal y técnico que ha impuesto la FIA para el futuro de la Fórmula 1 no va a poner nada fácil dar con la fórmula del éxito.

 

Por José Armando Gómez en Zoom News