Leopoldo Fontana: La sumisión

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El único ante quién Chávez doblaba la rodilla era ese genio del mal: Fidel Castro. Fidel fríamente, se dio cuenta del tesoro maleable del autor del “¡por ahora!”, de modo que una vez indultado, lo recibió al pie del avión para un hipnotismo que terminó con la muerte.

Un político es el que piensa en el hoy, y un estadista en que su mañana se prolongue indefinidamente. ¡Y eso es lo que hizo Fidel con Chávez! Ideó una estructura para que Chávez, siempre tutorizado por él, la armara. Chávez siguió fielmente las directivas, y quizás sin darse cuenta (le damos ese beneficio) antepuso los intereses cubanos a los nuestros. Mientras Fidel armaba la supervivencia del caso perdido de Cuba, ante el abandono de la URSS, Chávez, armado de su (pensaba él) inextinguible chequera petrolera, usaba como plan: el “pan para hoy…” dejándonos como herencia, la segunda parte del proverbio.





Cuando Fidel, y el mucho más frío Raúl, se dieron cuenta del próximo fin de Chávez, enfrentaron la nueva circunstancia. Porque Cuba no podría sobrevivir sin la ayuda de Venezuela. ¡Y para ello era capital conservar el poder! Escogieron otro maleable y sumiso reemplazante, por deberles la candidatura a ellos. Y cuando lo inevitable sucedió, un “secreto” que sería la base de toda la estructura.

La sumisión, Maduro mismo la reveló, cantando el himno nacional cubano en un acto oficial, y declarando en Barinas, que las decisiones políticas de aquí, se tomaban allá.

Y ahora, provista de la coraza del “secreto” que solo ella y su familia pudieran develar, la hija acaba de ser nombrada embajadora “alterna” en la ONU, para que sirva de ventrílocuo cubano, ante la probable elección de Venezuela en el Consejo de Seguridad.

Todo esto es “¡presuntamente…!”

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