Orlando Viera-Blanco: Chávez nuestro que estás en el cielo…

“Haciéndose depender de “hombres obedientes”, Maduro subestima el carácter aspiracional, emprendedor e insurgente del pueblo venezolano…”

thumbnailorlandovierablancoCon 32 ministerios a cuestas, habiendo ratificado al 90% de sus burócratas con enroques recurrentes y creando seis nuevas vicepresidencias, la “Revolución Ministerial” de Nicolás Maduro no pasa de ser un giro estrictamente voluble que no va a lo fundamental: la economía y la confianza. Maduro debe haberse preguntado si colocando “soldados en otras trincheras” podrá ganar la guerra de la inflación, la escasez y la corrupción, por cierto nutrientes de la violencia. Todo luce que el enfermo, empeorará.

Califico como sano la creación de un Fondo Único vía BCV. Sin duda ahí está la mano depuradora y pragmática de Merentes que sabe muy bien que una multiplicidad de Fondos (Chino, Fonden, etc.), lo que ha hecho es dispersar las finanzas públicas. Un manejo desmesurado que ha ocasionado un descontrol del gasto, por ausencia de partidas presupuestarias. Esto es bueno y en mucho ayudará a mejorar la capacidad de pago de la República. Pero nada más. En lo político, darle de baja a Ramírez y Jaua, es la continuación de un proceso de depuración a lo interno del chavismo, que comenzó con la salida de Giordani. Maduro refleja un interés de gobernar sin contrapeso, ni tendencias. Ello puede obedecer a una línea de La Habana que ve en Asdrúbal Chávez (nuevo ministro de Minas) y Eulogio del Pino (Pdte. de Pdvsa), fichas más dóciles, por tener menor arraigo en esos cargos (por ahora). La tesis de “no dejar a los hombres permanecer tanto tiempo en el poder porque se acostumbran a mandar y sus súbditos a obedecer”, fue determinante para la migración de Ramírez a la vicepresidencia de la Soberanía Política, que en el papel lo agrupa todo (RE, RI, Defensa y Comunicación), pero es nada de cara a lo que regentaba. Jaua por su parte es enviado a las “duchas” del Poder Comunal y a la vicepresidencia de Desarrollo del Socialismo Territorial, lo cual recuerda a “Ciudad Caribia”, una “Ciudad dormitorio” concebida por Chávez (2006) para resolver un problema habitacional sin pensar en un asunto elemental: cómo entrar o salir de ella (entro otras carencias)… Ciudad Caribia hoy colapsa por deficiencias de transporte, agua y luz. ¿Es así como quiere profundizar Maduro la revolución?





Maduro ha recurrido nuevamente a la propaganda revolucionaria. A la ratificación de una nómina de actores dúctiles, cuya dinámica de poder no es otra que la horizontalización de las masas a través de la cultura comunal, repartita y miliciana. Es la capacitación vía ideologización. Haciéndose depender de “hombres obedientes”, Maduro subestima el carácter aspiracional, emprendedor e insurgente del pueblo. Y es el pueblo como el que habita enCiudad Caribia (y que compone el 80% de encuestados que ven mal el futuro bajo la gestión de Maduro), quien asfixiará al Gobierno de protestas. Son ellos quienes reclaman el cierre de la fábrica de retomoldeo o la ineficiencia de la empaquetadora de granos, empresas de Propiedad Social (EPS) que ellos comprenden, no es sustentable, por no comportar un sentido ganancial. Eso es Caribia: la revolución-fantasía por ser ilusión y utopía. Maduro descartó (peligrosamente) una real apertura económica, dinamitando puentes con los sectores productivos. Prefirió apostar a herramientas populistas como la Ley de Precios Justos, el control de cambio y el despilfarro de la gasolina que ver al centro. Su gobernabilidad no se alcanzará repasando las notas del Príncipe de Maquiavelo, que recomienda restarle poder a aquellos que mejor comen de sus fauces. La gobernabilidad no se decreta con un Chávez nuestro que estás en el cielo o credos a la izquierda… Menos en un país pragmático y utilitario por petrolero. El Estado se armoniza -Habermas- respetando el principio imbatible de la “especialidad del trabajo como factor de impacto social”. Es darle inevitable asignación (oportunidad) a los más aptos para la construcción de la polis. Es comprender que lo social y el derecho no se riñen con lo industrial y lo productivo, por lo que merecen tanto espacio como lo artesanal o comunal. Eso es desarrollo sustentable.

Es propicio recordar el Art. 2 de la CBV: “Venezuela se constituye en un Estado democrático y social de Derecho y de Justicia, que propugna como valores superiores de su ordenamiento jurídico, la vida, la libertad, la justicia, la igualdad, la solidaridad, la democracia, la responsabilidad social y la preeminencia de los derechos humanos, la ética y el pluralismo político”, y el Art 299 ejusdem; que proclama: “El Estado conjuntamente con la iniciativa privada promoverá el desarrollo armónico de la economía nacional con el fin de generar fuentes de trabajo, elevar el nivel de vida de la población y fortalecer la soberanía económica del país… para lograr una justa distribución de la riqueza mediante una planificación estratégica democrática participativa y de consulta abierta”. El sacudón de Maduro, no dio espacio a la “participación democrática y privada”, lo que hubiese sido el real sacudón ético y estratégico. Fue una oda al poder. Sigan rezando.

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