Juan José Moreno: El régimen y su peculiar arte “lavarse las manos”

Juan José Moreno: El régimen y su peculiar arte “lavarse las manos”

Entre las particularidades más resaltantes sobre las formas de gobernar de quienes hoy intentan hacerlo en Venezuela, el engaño figura como una especie de arte maquiavélicamente configurado por personajes que se prestan para hacerle creer al país que el gobierno no es culpable de nada de lo malo que  lo afecta.  O sea, una actualizada interpretación de Pilato.

Desde la farsa que se manejó en las alturas del poder en relación a la salud y la propia muerte del presidente Chávez hasta nuestros días, muchas son las muestras ofrecidas por personeros del régimen para intentar demostrarnos del supuesto record de gobierno alguno en el país,  de no tener culpa de nada de lo que afecta negativamente a los venezolanos.

Si intentáramos un recuento de culpas evadidas, encontramos una lista de excusas, algunas de ellas que pudiéramos calificar como muy cómicas si no fuera por la seriedad de sus efectos sobre el normal desenvolvimiento de la nación, pero cada una en su momento en ese afán que ya es su norma de “escurrir el bulto”

Quién no recuerda las extravagantes excusas de la gerencia del sector eléctrico para justificar las fallas en ese vital servicio: chigüires y cachicamos habían corrido con tamaña responsabilidad, hasta que apareció el flamante ministro de la luz, Jesse Chacón, para dar una justificación más “política” y ajustada al estilo del régimen: “es saboteo”, contrariando la versión de técnicos y propios empleados de Corpoelec  que han venido denunciando la falta de mantenimiento preventivo como causa principal de tal situación.

Y qué decir del  cobero mayor (después de su jefe inmediato) hoy premiado con el cargo de Canciller. Dos grandes desastres en la industria petrolera, una con pérdidas de vidas humanas, ocurrida en Amuay hace dos años, y la otra que contaminó las aguas del río Güarapiche, que abastecen a gran parte del pueblo monaguenses, fueron atribuidas por Rafael Ramírez  también a saboteos de los fascistas que ve el régimen hasta en la sopa. Pero la excusa que lo catapultó, entre sus pares, fue la de asegurar que las aerolíneas internacionales no se iban por falta de pago, sino porque sus vuelos estaban siendo desviados hacia Brasil con motivo del Mundial de Futbol. Como decimos los venezolanos, ahí si fue verdad que se la comió.

Así, de argumentaciones como la presunta reingeniería de la economía del país, sustentada por el desbancado Giordani y el extinto Chávez, para desembocar en la tesis del sabotaje económico solo hubo un saltico, que ahora esgrimen los herederos del poder con un desparpajo también sin precedente en toda la historia de los engaños al país desde las alturas del poder. Nada de aceptar que la producción nacional de bienes y consumo se vino al suelo por el terrorismo de Estado, que se apoderó de gran parte del aparato productivo, y ahuyentó al empresariado criollo y la inversión foránea.

Pero lo más actual, que entendemos como el colmo del cinismo y la irresponsabilidad, es lo que está ocurriendo en el área de la salud, en cuya auténtica comedia destacan personajes tan patéticos como  Tarek El Aissami, gobernador de Aragua, el más afectado de los estados en relación con los inocultables brotes epidémicos que hoy afectan a la mayor  parte del país. Otro personaje,  que salió de la cueva después que El Aissami tenía robado el protagonismo en el triste culebrón, fue la del hasta entonces desconocido rostro de la ministra de Salud, Nancy Pérez, quien nos hizo recordar la política de sus antecesoras en el cargo, de no suministrar información sobre el estado de insalubridad en el país para “evitar alarmas”.

Pero lo cierto es que la alarma está activada, y la verdad es que no solo existen graves brotes epidémicos en todo el país, sino que no se dispone en toda la red hospitalaria de  la nación ni de insumos ni medicamentos para enfrentar tan terrible situación. Cualquiera que visite en la actualidad alguna clínica u hospital en Venezuela, podrá comprobar con sus propios ojos que no hay lo mínimo para atender un paciente. Hasta el suero ha sido sustituido por agua de coco  en algunos hospitales, para atender necesidades de hidratación en pacientes.

Y por eso estamos seguros, de que de toda esta situación no podrá el régimen salirse con la suya, aplicando la táctica de la figura más evocada  en la historia del Imperio Romano, Poncio Pilato de lavarse las manos, con su decisión de permitir las torturas y muerte nada menos que de Jesús de Nazaret, en la provincia de Judea, según los Evangelios.

@JJMorenoA

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