Tabaco, algas y basura, las fuentes alternativas de combustible para aviones

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En la Cumbre global de aviación sostenible celebrada en abril de este año en Ginebra, uno de los objetivos marcados para el sector fue el de reducir a la mitad las emisiones de CO2 del transporte aéreo -que hoy representa un dos por ciento del total de emisiones globales- para el año 2050.

Para cumplir con esta meta, uno de los elementos en los que se ha hecho hincapié por su posibilidad de hacer la diferencia es el biocombustible.





Una de las empresas que se propuso desarrollar este elemento alternativo es British Airways, compañía británica que anunció su asociación con Combustibles Solena para la construcción de la primera instalación del mundo capaz de convertir residuos en combustible limpio para aviones. La misma tendrá lugar en Essex y se estima que estará lista en 2017.

Allí, aproximadamente 575.000 toneladas de residuos se convertirán en 120.000 toneladas de combustibles líquidos de combustión limpia, utilizando tecnología de alta temperatura de gasificación de plasma. Ésta convertirá los residuos en gas sintético, que en una segunda etapa se transformará en hidrocarburo líquido.

Otra iniciativa que se llevó todas las miradas recientemente fue impulsada por Boeing –en colaboración con South African Airways y SkyNRG-, basada en producir biocombustible sostenible a partir de plantas híbridas de tabaco, virtualmente libres de nicotina. Para ello, tomará a su favor los amplios conocimientos de los agricultores de Sudáfrica sobre el cultivo de la especie

Actualmente, ya están funcionando diversas granjas de prueba donde se cultiva tabaco Solaris, el cual produce semillas ricas en aceite, elemento que se puede utilizar para producir biocombustible. Boeing espera poder avanzar sobre este punto y lograr extraer aceite de toda la planta.

“Utilizando el tabaco híbrido podemos aprovechar el conocimiento de los agricultores de tabaco sudafricanos para que produzcan un cultivo bioenergético rentable sin fomentar el tabaquismo”, subrayó Ian Cruickshank, especialista en Asuntos Medioambientales de South African Airways Group.

Por su parte, Boeign adelantó que sus plantaciones no afectarán las tierras destinadas al cultivo de alimentos ni contaminarán las aguas de la región, algo que los detractores de los biocombustibles advierten como serios problemas que amenazan la viabilidad equitativa y sustentable de esta alternativa energética.

Precisamente, persiguiendo una forma de generar biocombustibles sin emplear tierras para cultivos ni alimentos en sí, la empresa estadounidense Sapphire Energy se valió de otro elemento para generar ‘petróleo verde’: las algas marinas, de las cuales es posible extraer aceite para la creación de biodiesel. La ventaja es que éstas pueden crecer en aguas poco profundas a gran velocidad.

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