Madres venezolanas: Prefiero a mi hijo lejos, pero vivo y con posibilidades

Madres venezolanas: Prefiero a mi hijo lejos, pero vivo y con posibilidades

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Ellas quieren que sus hijos se vayan; que estén fuera del país: lejos, donde sea. Se las arreglarán para lidiar con la nostalgia. Quizá los verán un par de veces al año, no más (“porque además el rollo de las aerolíneas y la escasez de divisas, lo complica todo”), reseña El Tiempo.

Pero ellas –las madres venezolanas- así lo prefieren: que emigren porque –consideran- acá no tienen mucho futuro. Lo explican así: es mejor que estén en otro país, donde puedan surgir, porque acá no tienen seguridad y la crisis económica limita la posibilidad de que se establezcan con éxito, de crecer profesionalmente, de tener una familia, de emprender proyectos propios, de tener mejor calidad de vida. Y aunque dicen tener eso muy claro, cuando hablan del tema se les hace un nudo en la garganta que les imposibilita el habla.





“¿Tú crees que para una madre es fácil? Por instinto uno siempre los va a querer tener cerca. Pero lo prefiero lejos: lejos, vivo y con posibilidades”, dice Rosa, una mamá venezolana que, como muchas otras.

De acuerdo con el sociólogo Tomás Páez, profesor de la Universidad Central de Venezuela, las madres alientan a sus hijos para que se marchen del país.

-No solo ellas los apoyan: “También hay padres, abuelos, tíos, hermanos que los impulsan, que los ayudan a conseguir y considerar opciones”, agrega Páez.

Y eso- ese apoyo- es fundamental para tomar la decisión y realizar los trámites necesarios, sostiene Esther Bermúdez, directora de la página web mequieroir.com, portal que ofrece recomendaciones para quienes quieren emigrar y recoge testimonios de quienes ya se fueron. En lo que va de 2014, ya duplicó la cantidad de visitas registradas en años anteriores.

Páez participó, desde Venezuela, en un estudio recién concluido sobre la diáspora venezolana, llevado a cabo por académicos residenciados en distintos países. Asegura que la segunda fase de esa investigación –para la cual se encuentran buscando financiamiento- analizará las secuelas de la migración en las familias criollas: “No tenemos las estadísticas, porque no se han sistematizado.

Pero es una realidad: ahora, en las reuniones familiares, de eso es de lo que se habla. Queremos analizar el impacto en los que se quedan, en las madres (…) En este país la familia importa mucho, por ejemplo en Navidad; pero lo que está ocurriendo es que prefieren que las nuevas generaciones estén afuera y no aquí, sufriendo al país”.

La mirada afuera

A Simón -de 18 años, graduado de bachiller en julio pasado- lo convencieron en su casa de que lo mejor era sumarse a la diáspora, y no ingresar a una universidad venezolana. Sus padres, su hermana y sus tíos le recomendaron que se fuera al exterior, a estudiar “lo que sea” o a trabajar “de lo que sea”. “Ya lo había pensado, pero es difícil. Mi mamá me dijo: ‘Vete. Fuera estarás mejor´.

Ella me está ayudando a arreglar algunas cosas”. Argentina, Colombia y Costa Rica son las opciones. Ángel, su amigo del liceo, está por irse a Estados Unidos a estudiar inglés. Su partida implica que su mamá se quedará sola: “Vivimos nosotros dos solos. Pero ella me ha apoyado porque quiere que me vaya. Los demás de mi familia también aplaudieron la decisión y me han dado la mano en los momentos más difíciles”.