Gustavo Coronel: Un autobús llamado Venezuela

Gustavo Coronel: Un autobús llamado Venezuela

Una nación requiere de un estadista, un autobús de un chofer

Tercera Ley de Coronel

 

Venezuela viaja hacia el Siglo XIX con  Maduro al volante del autobús del estado. Un pueblo embrutecido viaja como pasajero, en silencio, rumbo a Haití y Angola,  hacia el atraso y el pasado, en búsqueda del taparrabos. Como en los cuentos fantásticos  de Borges y los relojes de Evo Morales, las manecillas de nuestro tiempo se mueven hacia atrás.

Por buena parte del siglo XX Venezuela conservó su fisonomía de país rural, donde el campesino era presa del paludismo, la desnutrición y la desesperanza y donde la brujería era preferida a la medicina como fuente de curación. En el siglo XIX Los caudillos venezolanos fueron, con algunas excepciones, seres bastante primitivos. Tan rara era la tradición intelectual, tan escaso el respeto por la educación, que Guzmán Blanco se hizo llamar el Ilustre Americano, a fin de resaltar su sofisticación parisina y deslindarse de sus rústicos contemporáneos.  El país carecía de carreteras, de hospitales, de base industrial y vivía endeudado, bajo la influencia de una u otra potencia extranjera, con poco que exportar que no fuera café, cacao y cueros.

La democracia comenzó a partir de la muerte de Gómez con Eleazar López Contreras, continuó con Medina Angarita y alcanzó su apogeo bajo las presidencias consecutivas de Rómulo Betancourt, Raul Leoni y Rafaél Caldera (I), se fué estancando con Lusinchi, CAP II y Caldera II, comenzando a partir de 1992 su viaje de retorno al siglo XIX, un viaje que adquirió una velocidad vertiginosa a la llegada al poder de Hugo Chávez y Nicolás Maduro.

Este es un viaje en autobús que tiene las siguientes características:

El chofer usa un lenguaje de burdel.  La dignidad del lenguaje llegó a su punto más alto durante las presidencias ciudadanas de Medina, Betancourt, Leoni y Caldera (I) pero se vino abajo con Hugo Chávez y llegó a un punto francamente cloacal con Nicolás Maduro. Chávez puso de moda el insulto a la oposición doméstica e internacional. La vulgaridad, el machismo y la patanería caracterizaron sus discursos interminables: te doy lo tuyo, María Isabél; eres un burro genocida, Bush; la victoria de ustedes es de…mieeeeerda; cerdo Capriles, son pequeñas muestras de la indecencia del difunto pero las hay más y peores. El patán llamado  Nicolás Maduro, el ilegítimo, ha demostrado sin rubor una crasa ignorancia geográfica, histórica y política, así como un desconocimiento de lo que ocurre en industrias esenciales como la petrolera.  En sus labios el insulto, que podia hasta divertir a sus seguidores cuando salía de la boca del difunto, suena chocantes y desabrido. Maduro tiene una boca de portero de burdel y ha confesado su impotencia, ver:http://youtu.be/FqTwoCWHKOU.

 

 

Los asientos están contaminados con plagas y enfermedades que se creían superadas. El paludismo, la sarna y el sarampión están de regreso. De un total de 42 mil camas en los hospitales del Estado solo se cuenta con 16 mil camas operativas. Como podrán estos hospitales semi-derruidos enfrentar la terrible amenaza del ébola?

El chofer usa una bufanda tricolor. Los símbolos patrios han sido prostituídos.  Quien vió jamás a Betancourt o Gallegos o Medina con una bufanda tricolor, o una gorra con la bandera o quien vió jamás a soldados desfilando con la bandera pintada en la cara, como payasos de circo de pueblo? Chávez instauró ese pernicioso hábito, exagerado ahora por Maduro, quien probablemente usa calzoncillos tricolor como si el patriotismo entrara por el fundillo. Es lamentable ver como alguna oposición lucha por imitar al régimen en esta exhibición patriotera.

Los brujos ocupan varias filas en el autobús. Aunque nunca se han ido del todo de Venezuela, porque en todas las épocas hemos tenido brujos y brujas como consultores políticos, o en los negocios y en el amor, hoy vemos una verdadera explosion de superstición, salmos, piedras mágicas, curas que ponen la efigie de Arias Cárdenas en el altar, santeros, rezos y cuanta basura de este tipo pueda concebirse. Si usted va por la carretera de La Mariposa se encontrará con no menos de  20 centros de brujería, en los cuales se llevan a cabo misas extrañas, sacrificio de animales, tratamientos anti-pava, lectura del tabaco por varias vías y otros portentos. Los informes de prensa hablan de largas colas de lujosos autos con placa oficial que esperan su turno para que los altos dirigentes del régimen oigan de su brujo favorito si  les tocará ministerio o empresa del estado, si les saldrá embajada en estos días de gran incertidumbre o  como caerle bien a la gran sacerdotisa de Sai Baba en Venezuela, quien es también colectora en el autobús.

El autobús está repleto de lumpen. Han proliferado los grupos terroristas urbanos, las milicias de reposeros y de viejitas con furor uterino, las maniobras anti-invasión hechas por empleados de PDVSA quienes deberían estar produciendo petróleo, los grupos de motorizados terroristas, de Tupamaros, de La Piedrita, grupos semi-anárquicos hoy alzados en contra de todos, glorificados, por cierto, en un libro escrito por un adulante, bautizado  en la Biblioteca Carter, en Atlanta: “We Created Chavez: A People’s History of the Venezuelan Revolution” de George Ciccariello-Maher.

Los adulantes viajan en sección reservada, sin pagar.  La adulancia alcanzó su máxima intensidad en la Venezuela del Siglo XIX. Recordemos a Delpino y Lamas, el chirulí del Guaire, autor del inmortal verso: “Cuando por tu vergel vaya un canario y entre flores te cante divino, no lo espantes, que es mi humilde emisario, tu cantor, Francisco Antonio Delpino”. Esto para que ustedes vean que el pajarito apareció hace mucho tiempo en la picaresca venezolana. Durante el régimen chavo-castrista hemos tenido especímenes mucho más avanzados en esa materia de la adulación: los hermanos Escarrá , Arias Cárdenas, Isaías Rodríguez, Diego Molero, Fernando Vegas Torrealba, Roy Chaderton Matos, Pedro Carreño, Rafaél Ramírez, Ernesto Samper, José Mujica y siguen centenares de firmas.

Los pasajeros pobres reciben limosnas del chofer pero la clase media se baja o la bajan del autobús. Después que el período democrático de 1958-1975 había hecho logros en materia de empleos, educación, infraestructura física (ayudada en esto último por la dictadura precedente de Pérez Jiménez) y caminado un buen trecho en la dirección de construír  un ciudadano y no un parásito, las presidencias de Herrera y de Lusinchi, de Pérez II y Caldera II representaron un estancamiento del logro y la llegada de Chávez coincidió con un violento salto atrás hacia la Venezuela de la limosna, del estado paternalista, del taita a lo Gómez, completo con los miles de papelitos arrugados y carticas pidiéndole casa, dinero y empleo al chofer.  Chávez se convirtió en el taita Venezolano del siglo XXI. Con el dinero de todos los venezolanos procedió a estructurar una política de dádivas para una parte de los venezolanos, aquellos quienes le daban lealtad política a cambio. “A los otros, ni agua” , fué su consigna. En un momento de soberbia, amenazó con sacar a los tanques a la calle si la oposición triunfaba en las elecciones.  El chofer nuevo, Maduro, ha llenado su autobús de  asesinos, narcotraficantes y ladrones .

El autobús no tiene manrtenimiento. La suciedad es una característica de la Venezuela de hoy. Hay que ver el aspecto de las ciudades, la basura no recolectada, el descuido de la gente en las calles. Muchos de los pasajeros se han contagiado del deterioro del vehículo.  La obesidad, señal de mala nutrición, ha hecho estragos entre los venezolanos de ambos sexos y el descuido de la vestimenta es lamentable.  El chofer, por su parte, come caviar con naiboa y le gusta que le preparen el Chateau Mouton Rotschild como sangría.

Las carreteras por las cuales anda el autobús están rotas. Depués de ser el país con el mejor sistema vial de América Latina el país ha regresado a la época en la cual viajar de Caracas a Valencia era una aventura de largas horas. Las vias existen, hechas por la democracia y por Perez Jiménez, pero su mantenimiento ha colapsado. Los puentes se caen, los huecos proliferan, llegar a Margarita es una odisea, ir a Los Andes es peligroso. Viajar en el país es arriesgado debido a los bandidos del camino y las condiciones precarias de las carreteras.

El chofer y la colectora son los porta estandartes de la cursilería.  El siglo XIX fué pródigo en ridiculeces, montoneras y montunerías y gobernantes de medio pelo. La patriotería de Cipriano Castro, con aquello de “la planta insolente del extranjero” solo encuentra dignos paralelos en los rimbombantes discursos de Chávez y en el estúpido balbuceo de Maduro. Por ejemplo, dice Maduro: “Si llegaran a hacerme algo a mí, la ira de los Dioses y de los pueblos sería incontenible”. Ha escuchado usted algo tan pomposo y estúpido como esto?   El pajarito de Maduro y el coro de castrati del Supremo Tribunal de Justicia: uh, ah… Chávez no se va,  no tienen rivales en la historia de la cursilería venezolana. Aquiles Nazoa decía que fumar desnudo era lo más pavoso que podía imaginar.  Aquiles no vivió lo suficiente para ver a Maduro bailando joropo en el Bronx.

América Latina contempla este espectáculo hasta con gozo. Sus líderes han ordeñado a Chávez y a Maduro con empeño, no es verdad, Cristina?, pero se burlan de ellos. No pocos piensan que este es el castigo por nuestra arrogancia pasada, cuando creíamos ser el ombligo del mundo, aquella tribu del “tá barato dáme dos” que le arrebató a los argentinos, por momentos,  el primer lugar del narcisismo hemisférico.

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