Análisis de El Espectador: A dónde va la oposición venezolana

FOTO EFE
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El 12 de febrero de 2012, Henrique Capriles, gobernador del estado de Miranda, fue elegido como el candidato que desafiaría a Hugo Chávez en las elecciones por la Presidencia, pactadas para el 7 de octubre del mismo año, publica El Espectador.

La Mesa de Unidad Democrática (MUD) aparecía en el escenario político de Venezuela con el fin de convertirse en un rival digno para el galopante paso que traía la Revolución bolivariana y la abrumadora popularidad de su líder. Capriles resultó elegido, entonces, en unas primarias que ratificaron la escala de liderazgos dentro de este conglomerado de intereses opositores, y detrás de él aparecieron Leopoldo López, exalcalde de Chacao; María Corina Machado, diputada, y Diego Arria, exrepresentante de Venezuela ante la ONU. Hoy, casi tres años después, con excepción de Capriles, todos ellos tienen asuntos pendientes con la justicia.





Machado se convirtió en la última imputada formal en un caso —destapado en mayo— de presunta conspiración en el que, entre otros, también está involucrado Diego Arria. Bajo los criterios de la acusación, se estaba labrando un plan para acabar con la vida del actual presidente de Venezuela, Nicolás Maduro.

Así que el bando opositor, que atribuye sus desgracias a una ensañada persecución del chavismo, está duramente golpeado. El caso de Machado se suma al de Leopoldo López, quien fue detenido y acusado de instigar las protestas del pasado mes de febrero en contra del Gobierno, que para los registros dejaron la cifra de 43 personas muertas.

En términos netamente judiciales, en este momento no podría existir ningún otro líder opositor aparte de Henrique Capriles, o al menos no con un alcance nacional. No obstante, si el escenario se viera desde la visibilidad política, Machado y López, casi convertidos en mártires de su causa, suman luces a sus nombres, que a su vez plagan las páginas y los informes de la prensa nacional (la opositora) e internacional, acompañados de grandes imágenes.

La pregunta por el futuro de la oposición se encuentra en un punto de confusión y será complicado dar una respuesta concreta. El futuro legal de López y Machado condiciona sus posibilidades, y la marginación —acaso autoinfligida— de Capriles lanza interrogantes aún mucho más amplios. ¿Por qué el líder tácito que dejaron las primarias de 2012 no aparece con la misma vehemencia que sus pares? ¿Por qué el secretario ejecutivo de la MUD, Ramón Guillermo Aveledo, un veterano y respetado político venezolano, renunció a su cargo? ¿En realidad, la Mesa de Unidad es tan unida como se proclama?

Llama la atención la reacción de Capriles a la imputación de Machado, en la que describió la situación como una treta distractora de los reales problemas del país, sin siquiera remarcar la inocencia de su aliada y sin dedicarle al menos una mención en su cuenta en Twitter. Fuentes dentro de la oposición indican que las protestas de febrero vencieron la unión: los que consideran la protesta masiva y aireada en las calles y ven un “revolcón” constitucional como la única salida, y quienes piden un rechazo tal vez menos radical, enmarcado en la Constitución y con voceros que encarnen la insatisfacción de muchos. Unos que no están en condición de reconocer legitimidad alguna al gobierno chavista y otros que creen que éste no sirve, sin desconocer su existencia. En febrero se vio a Machado acompañando a López en la protesta y en abril se vio a Capriles conversando con Maduro para intentar reducir la tensión.

Aveledo, que dejó su cargo en la MUD a mitad de año, se despidió afirmando que “la unidad que hemos construido entre todos no nos pertenece. Pero no nos confundamos. Tampoco la Unidad es res nullius, una cosa de nadie… Es mucho más que un edificio de Lego al que se derriba de un manotazo para después rearmarlo a gusto y ponerle una banderita”.

La imputación de María Corina Machado y la disputa política contra el chavismo han puesto el ojo de los análisis en sus toldos y sus liderazgos.