Las consecuencias de este asalto brusco al cielo del poder, junto con las de ladesignación cantadade los rectores del Poder Electoral y de los magistrados del Tribunal Supremo de Justicia, próxima a ocurrir,no se harán esperar demasiado en el 2015. Hasta ahora, la esperanza de lograr imponer la normativa constitucional para reinstalar la división de poderes en nuestro país y la ilusión de la alternativa electoral, alimentada, también, por el ala complaciente de la oposición, habían servido de válvula de escape de las tensiones sociales acumuladas por el altísimo grado de deterioro del nivel de vida de los venezolanos. Ya no se trata solamente de la contradicción que implica imponer ilegalmente a las personas destinadas a velar por el principio de legalidad en las actividades del Estado, o la incompatibilidad de nombrar para controlar al abogado de los controlados. Los contrapesos institucionales lubrican y suavizan la fricción entre las distintas piezas de los sistemas políticos. Con un poder enquistado y encapsulado sobre si mismo, aislado e indiferente a los reclamos de la sociedad, las únicas alternativas de cambio son el golpe de Estado o el estallido social. Quitarse la máscara es un reto. Es restregarle al otro la magnitud del poder, es disminuir al otro hasta el punto de decirle que ya no importa ni lo que pueda pensar.Dios enorgullece a los que quiere perder.
@axelcapriles