Gonzalo Himiob: Desde el ojo de una aguja

Gonzalo Himiob: Desde el ojo de una aguja

thumbnailgonzalohimiobUno hace el esfuerzo. A final de cuentas, cuando tienes hijos pequeños, debes forzarte a ver las cosas durante las fiestas decembrinas de una manera distinta. Digo, distinta de la manera en la que la realidad te obliga a ver tu entorno y sus verdades.

Buscar en nosotros mismos eso que llaman el “espíritu de la Navidad” se hace entonces consigna y blindas tus ánimos tratando de encontrar, entre tanto despojo que nos dejó el 2014, algunas luces que te permitan adornar tu arbolito personal. Pero fue muy difícil, al menos para quienes subsistimos sin vendas en los ojos.

Pero no solo nosotros, los que tenemos años viendo y advirtiendo que vamos por mal camino, nos enfrentamos a un diciembre duro y poco luminoso. El pueblo por fin está uniéndose, viendo las cosas desde la misma acera, no bajo una consigna política o merced las maniobras de los partidos, sino en función de la identidad a la que nos fuerza la verdad de padecer las mismas privaciones y las mismas carencias.





Cuando un niño llora de hambre o porque no tiene las medicinas que necesita, no hay discurso ni “ideología”, por rimbombante que sea, que seque sus lágrimas. La economía, definitivamente, marcó también la pauta, y creo que fueron muy pocos los que realmente lograron despegarse de la realidad que se vive y se sufre, y los que lo consiguieron lo hicieron porque o son parte de esa minoría que hoy goza de prebendas y de mieles inmerecidas, los que son del equipo que nos daña la vida y el país a todos, o porque recurrieron a la simple y más absoluta negación de la realidad como mecanismo de defensa.

De los primeros hay poco que decir que no se haya dicho ya. Si eres un enchufado, o un boliburgués consumado, seguramente no sintieron tus bolsillos el dolor de esta brutal dieta adelgazante que a todos los demás “ciudadanos de a pie” nos tiene en ascuas desde hace meses. Probablemente no tuviste que hacer maromas de bodega en bodega o de mercado en mercado buscando lo elemental para sobrevivir, ni mucho menos te quedaste corto, como muchos de nosotros, a la hora de adquirir los presentes para tus muchachos.

Si eres de esos especímenes, pudiste viajar fuera del país en “colitas” de PDVSA o recibiste en premio a los favores recibidos algún yate incautado que fue a dar a la ONA, y fuiste en consecuencia de los pocos que se mostraron orondos y felices, derrochando sonrisas y plata mal habidas y celebrando, más que la llegada del Niño Jesús, las riquezas indebidas de las que te has hecho a costa de todos nosotros.

Los segundos, los que se ocultaron tras los muros de la negación, son tan malos o hasta peores que los anteriores. Al menos los enchufados y boliburgueses saben, así no lo reconozcan públicamente, que este estado de las cosas es absolutamente insostenible y que el país hace rato que va sin frenos y sin chofer por el despeñadero, y por eso llevan meses raspando lo que queda en las ollas y “acabando con to´”, como el “barbarazo”.

Estos otros de los que hablo ahora son los que también, como todos nosotros, se quedaron “limpios”, como decimos acá en Venezuela, luego de que las quincenas y los aguinaldos les y nos demostraran que ya no valían nada, pero aún creen, ellos, a pie juntillas el cuento de que toda esta debacle no es responsabilidad de los absolutos improvisados que hoy detentan el poder, sino de los absurdos balbuceos sobre una “guerra económica” que solo existe, como “comodín” que todo lo puede y que todo lo explica, en la mente de Maduro, que como mal gobernante que es y que siempre ha sido, se da el tupé de aceptar en cadena nacional que Venezuela está oficialmente en recesión, que la cosa está mal, muy mal, pero ni de broma es capaz de asumir su propia responsabilidad en ello. La culpa de todo, según Maduro, es de los demás.

No hay novedad en la treta, pero los que están en negación aún no lo ven. El esquema “revolucionario” siempre ha sido el mismo, y por eso a quienes no vamos bozaleados ya no nos sorprende ¿O es que hemos olvidado que a partir del 2004 toda la incipiente tragedia económica nacional fue atribuida por el gobierno al Paro Cívico Nacional de 2003-04? Chávez era absolutamente incapaz, como ahora lo es Maduro, de reconocer sus fallas, mucho menos era capaz de aceptar que su visión económica de la nación, con sus expropiaciones, intervenciones, controles cambiarios y confiscaciones a cuestas, era la receta segura de un fracaso estruendoso, el mismo que ahora a Maduro le estalla en las manos sin que tenga la menor idea sobre cómo manejarlo; por eso culpaba de sus ineficiencias y cegueras siempre a los demás, en aquel caso a los “golpistas” de PDVSA y de Fedecámaras, a los comerciantes que se negaron a trabajar durante esos días, al “imperio” y a las conspiraciones intergalácticas, pero jamás a sí mismo.

Ni siquiera se hizo cargo de su afirmación, soltada al vuelo en 2004 ante la AN, según la cual aquella crisis había sido causada por él mismo, porque la veía como “necesaria”. Así las cosas y en retrospectiva, como figura política, Chávez solo aceptó su responsabilidad directa en un único hecho de relevancia nacional, allá por 1992, cuando fue detenido tras haberse alzado en armas contra el poder establecido. Y eso fue, seguramente, porque estaba preso. Después de eso, de todo lo malo que ocurría culpó siempre y con saña a los demás, apoyado por un gran número de seguidores que ciegos, siempre ciegos, le veían no como a un ser humano, sino como a una suerte falseada de divinidad encarnada.

Y por ahí va el guion, de nuevo, pero con un protagonista que no tiene ni el carisma ni la capacidad histriónica de su predecesor. “Vino viejo en copa nueva”, tal cual, pero mal bebido y peor servido. La reciente cadena de Maduro, en la que iba supuestamente a anunciar medidas económicas que jamás anunció (para variar) no fue más que una homilía llorosa en la que, al mejor estilo de su mentor, se afanó el ungido en destacar que la inflación, la carestía, la escasez, y todos los males de nuestra hoy tan maltrecha economía son culpa (redoble en suspenso) ¡De las protestas que en todo el país tuvieron lugar durante el 2014!

Claro, no podía ser de otra manera. Es el mismo “yonofuismo” de Chávez. Un poco más alto, más grueso y con bigote el interlocutor, pero es la misma estrategia. La misma política de Estado, el mismo cachimbo usado, la misma desfachatez, la misma incapacidad crónica para asumir responsabilidades, pero sin las habilidades manipuladoras, ni el mismo chorro petrolero abierto a rabiar, que tenía el hoy ausente.

¿Vamos a volver a creer en el mismo cuento? Yo creo que no, pienso que esta vez la jugada no va a funcionar. Es verdad, aún existen quienes creen sin miramientos todo lo que se les dice desde el poder, muchos siguen aferrados a la negación de la realidad, pero también es cierto, y esto es indiscutible, que cada vez son menos los que quieren seguir viendo la realidad desde ese ojo de aguja. Amanecerá, y veremos.

@HimiobSantome