La Argentina de Kirchner: Inflación, pobreza y narcotráfico

Foto andigital.com.ar
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Dicen que los argentinos son exagerados. Vistos desde fuera están, aparentemente, incómodos en el equilibrio, en el término medio. Se dice que hablan mucho, analizan demasiado, que se hacen notar allí donde van, pero sobre todo, que alardean.

Tratándose o no de un análisis sarcástico o cargado de ironía, la realidad es que hay algunos motivos que permiten explicar por qué los argentinos sientan un nada disimulado orgullo por la “patria”.

Argentina es el octavo país del mundo con nada menos que 2.791.810 kilómetros cuadrados de superficie; cuenta con 43.131.966 millones de habitantes (estimados para 2015), un PIB de 609,9 mil millones de dólares …¿Qué pasa entonces en Argentina? ¿Por qué el orgullo se ve empañado por una realidad reconocida por sus propios ciudadanos que se contradicen y reniegan de un país que consideran no tiene solución? Y es que estos datos se ven oscurecidos por otros que han empujado al país a una situación de emergencia que en 11 años el gobierno “K” (teniendo en cuenta la legislatura de Néstor Kirchner y de Cristina Fernández de Kirchner) no ha sabido controlar.





Argentina se convirtió en un “paraíso narco”. Desde los años 90 pasó de ser un país de tránsito a un país productor de droga. “Empezaron a funcionar las cocinas donde se rebaja la droga y se acondiciona, tanto para el consumo interno como para la exportación”, explica Guilermo Camporini, fiscal de la ciudad de Rosario, en la provincia de Santa Fé, una de las más golpeadas por el narcotráfico. El país se ha convertido en un objetivo interesante para los narcos. “La ubicación geográfica la convierte en un lugar de acceso. Por ejemplo, Rosario es un lugar de paso de las rutas que vienen del norte, donde está Bolivia, por ejemplo, que produce cocaína”. A ello se suma, «que se permitió que se asentaran los grupos de narcos porque se produjo un alto grado de corrupción policial. Los controles policiales no funcionaron y los asentamientos se hicieron cada vez mas fuertes», señala Camporini.

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