Christian Burgazzi: Lo bueno, lo malo, lo feo, y lo peor (Especulaciones ilustrativas)

Christian Burgazzi: Lo bueno, lo malo, lo feo, y lo peor (Especulaciones ilustrativas)

thumbnailchristianburgazziSon muchos e impredecibles los escenarios que puede ocurrir en Venezuela, ante la terrible tragedia que sufrimos los que aquí sobrevivimos y los que han tenido que buscar un mejor futuro lejos de esta tierra.

Todos, tirios y troyanos, piensan que llegamos al llegadero. Mejor dicho, al atolladero. Pero nadie sabe como superaremos este desastre causado por el régimen rojo, los peores dos “gobiernos” de nuestra historia (y posiblemente del mundo, en este momento).

Todos dicen “algo tiene que pasar”. Probablemente lo que pase no se parecerá a nada de lo ocurrido antes, aquí o en otros lugares, dado que es una situación inédita y que los tiempos cambian y así los eventos históricos, que no se repiten como se piensa.





Por lo tanto, es imposible hacer predicciones, que en general se basan en experiencias previas. Solo se pueden hacer “especulaciones”, más o menos imaginativas, que no pueden llamarse escenarios, pero que pueden servir para pensar (y actuar si fuera el caso).

A continuación algunas especulaciones ilustrativas, sin entrar en consideraciones acerca de su validez o probabilidad, más allá de “lo bueno, lo malo, lo feo, y lo peor”

 

  • Golpe o Auto-Golpe

Demasiados piensan, incluso algunos chavistas no maduristas, que la única manera de salir de esto es un Golpe Militar. (Al parecer muchos de nuestros exiliados al norte reciben y divulgan datos “confidenciales” de las conspiraciones y tienen acceso privilegiado a “secretos” como los del espía Salazar).

No está claro de parte de quién sería el Golpe, pero hay quienes aseguran que serán militares del mismo régimen, u otros militares “salvadores de la patria” o incluso milicos radicales que ven como en manos de Maduro se pierde la revolución. Rumores van y vienen, con nombres y conjeturas (“jodieron a Cabello para sacarlo de la jugada”).

Se argumenta que para que esto ocurra debe agitarse la calle a niveles insostenibles.

Hace un año de este cuento.

Por cierto, algunos coinciden en pensar que esta es la “solución” preferida por Maduro, para soltar la papa hirviente heredada, y que por eso se la ha pasado más afuera que aquí, rogando que le cumplan su profecía de golpe y que no lo dejen regresar. O pensando en enviar su renuncia vía Tuiter (ya no se usa el Fax como cuando Fujimori) y asilarse quizás en Nicaragua (después del periplo mundial, Cilia se dio cuenta que no le queda otro destino; hasta La Habana les cerró la puerta).

Este escenario especulativo del Golpe sería lo peor, ya que sumiría el país en un caos mayor, sin perspectivas claras de recuperación sin violencia. En cualquier caso, de ocurrir, no duraría ni tendría el resultado esperado por sus autores, dado los tiempos que vive el mundo (miren a Putin), que cada vez más le tiene el ojo puesto a Venezuela.

Además algunos de los únicos que pudieran dar un Golpe no lucen tan interesados en salvar ni a Maduro ni a Venezuela. Solo les importa el botín que siguen acumulando.

 

  • Inercia hacia la nada

Ante la falta de medidas, y mucho menos de cambio de rumbo, el país continua cuesta abajo en la rodada, desbaratándose de manera cada vez más acelerada, hasta entrar en una descomposición general, en el caos sin rumbo, del que nadie se salvará.

Es difícil prefigurar y describir como será esta situación, pero se parece a la que ya estamos viviendo en Venezuela, en una fase aún más grave, más aguda. Una situación explosiva, que no necesariamente conlleve a otro Caracazo, sino a múltiples conflictos, no necesariamente simultáneos, ni masivos, ni concentrado en un mismo lugar, mas sí en toda la geografía nacional. Escasez terminal y general. Inflación disparada. Gente desesperada, sin suficiente que comer. Sin medicinas, ni acceso a la salud. Agitación continua, de baja intensidad, protestas aisladas, dispersas. Tensiones en las calles. Enfrentamientos entre civiles. Saqueos puntuales, asaltos a hoteles, restaurantes o lugares donde se supone queda comida, riñas colectivas, turbas desatadas, quemas, destrucción. Violencia. Muerte.

Perdida progresiva de control social, anomia, que puede desembocar en la salida de los militares a la calle para intentar reestablecer el orden, y no para tomar el poder, a diferencia del escenario anterior. Se trataría de represión masiva por parte del régimen que intentaría conservar el poder, quizás accediendo a realizar algún cambio, que al final resultaría de forma, y no de fondo. Seguiría el caos creciente.

Este escenario especulativo sería lo feo. Horrible de imaginarse.

Muchos de los que puedan saldrían despavoridos del país.

 

  • El apellido “salvador”

La crisis puede llevar a situaciones imprevistas, no necesariamente planificadas, como esta especulación. Ante el fracaso de Maduro y el temor de perder el poder, los chavistas más duros podrían intentar una “solución democrática”, obligando a Maduro a renunciar en el momento que tengan preparada la jugada de convocar elecciones presidenciales (30 días después de la renuncia, durante los cuales quedaría al mando el Vicepresidente), dentro de unos meses, haciéndolas coincidir con la elecciones parlamentarias, adelantándolas de ser necesario, con el beneplácito de su CNE.

Esta jugada se basaría en la candidatura presidencial de la hija verdadera del difunto (la que está en  la ONU en NY, NY, “preparándose” como creen algunos), quien, con su apellido “salvador del pueblo”, vendría al rescate del “autentico” legado de su padre, que el “hijo” bobo no pudo mantener.

En este escenario especulativo el chavismo intentaría mantener la presidencia, apostando con su hija no solo a la imagen del “líder eterno”, antes que se desvanezca del todo,  sino a que surjan varios candidatos presidenciales del lado democrático, agarrados fuera de base para acordar la unidad (quizás no habría tiempo para primarias), y a reducir la magnitud de la probable derrota del régimen en las elecciones parlamentarias, amarrando votos rojos en combo, convocando las dos elecciones el mismo día.

Esta especulación, de resultar, sería lo malo, lo pésimo, para todos. Barrer la crisis debajo de la alfombra, solo alargaría la mecha de una bomba social que puede terminar siendo aun más devastadora.

 

  • No hay Alka-Seltzer

Obviamente todos los demócratas venezolanos, incluyendo a muchos de los que alguna vez creyeron en la ilusión roja, esperamos un final feliz, aunque no tengamos ni idea de cómo podría ser, ni de como lograrlo.

Muchos desean un final feliz y rápido. Lo cual suelen ser deseos encontrados, contradictorios. No hay muchos finales felices instantáneos, que no sean ilusorios.

Se dirá que 15 años son “mucho con demasiado”, pero en términos históricos no es necesariamente así. Aunque es cierto que los 15 años anteriores también fueron bastantes desastrosos, por lo que Venezuela de hecho lleva perdida una generación completa. ¡Terrible!

Una de las condiciones para que un final sea en verdad feliz es que sea duradero. Que resuelva los problemas de la gente y les brinde oportunidades reales de prosperidad, con visión de largo plazo, sin improvisaciones ni retrocesos.

Esto supone, sine qua non, que la sociedad haya aprendido las lecciones de estos 30 años perdidos. Y lamentablemente, no parece ser así. Pocos partidos se han dedicado a la tarea principal de los políticos: contribuir a que la gente aprenda de la experiencia, saque lecciones de lo vivido, de las consecuencia de sus decisiones y elecciones, de cómo alcanzar la prosperidad duradera, cambiando su manera de ver al mundo y de pensar su relación con la vida, la economía, la libertad, el poder y la política.

Esto es complejo, pero el riesgo de no aprender las lecciones es volver a fracasar.

Este escenario especulativo, para que sea lo bueno, implicaría no atropellar los tiempos; por varias razones. En primer lugar, a pesar de lo duro que resulte, el régimen debe terminar de asumir por completo las consecuencias de su desastre. La desesperación no es buena consejera. No se debe sacar las castañas del fuego al régimen. Por otra parte, los tiempo para un cambio democrático no son cuestión de buenos deseos, están establecidos, y el tiempo suele pasar más rápido de lo que nos imaginamos. El tiempo de aquí a las elecciones parlamentarias que se acercan (quizás en unos 6-7 meses, si las adelantan como dicen), debe ser aprovechado para educar a la población acerca de los aprendizaje que esta fallida experiencia nos deja.

Las próximas elecciones parlamentarias pueden ser una gran oportunidad si las fuerzas democráticas van unidas y trabajan en conjunto. Pueden pasar a dominar la Asamblea Nacional hasta con los dos tercios de los diputados, lo cual ofrecería muchas posibilidades para el cambio democrático, no violento.

Y sí, sí se puede con todo y este CNE.

Ningún árbitro te salva si te meten una paliza de 7 a 1 como Alemania a Brasil en su casa.

Aunque ganar abrumadoramente la Asamblea no suponga la salida inmediata de Maduro, sí implica el despido del actual presidente de la Asamblea y un cambio de correlación de fuerzas determinante para que este escenario especulativo resulte finalmente todo lo bueno y duradero que deseamos que sea.

La siguiente oportunidad en la ruta constitucional democrática para recuperar a Venezuela sería a más tardar en el 2016, con el Revocatorio presidencial, si es que a Maduro no lo renuncian antes, una vez que pierda la Asamblea por paliza y sus secuaces abandonen el barco en estampida.

Todo puede pasar, incluso una combinación o secuencia de varias o todas las especulaciones anteriores.

Pero para las fuerzas democráticas es clave definir cuáles escenarios pueden lograr construir y cuáles especulaciones están fuera de su ámbito de control.

Y en muchos ámbitos suele ser mejor lento y seguro que rápido y furioso.

En cualquier caso, los finales buenos, bonitos y felices, no son baratos ni instantáneos como el Alka-Seltzer (que no hay).

 

 

Christian Burgazzi

31 de Enero, 2015.