“¡Por favor, no me mate!”

“¡Por favor, no me mate!”

(Foto AFP)
(Foto AFP)

 

Son muchas y diversas las versiones que sobre el crimen del liceísta Kluiberth Ferney Roa Nunes han circulado, por lo que en busca de objetividad, este miércoles se acudió a algunos testigos del fatídico suceso, quienes -bajo anonimato- ofrecieron sus testimonios sobre lo ocurrido, publica el diario La Nación.

Algunas son muy similares, otros difieren un tanto, en lo que sí coincidieron fue en que el estudiante “fue atacado con saña y de manera desproporcionada”, al momento que quedó acorralado en una especie de escaramuza que surgió de un momento a otro en la carrera 15 entre 12 y 13, del barrio San Carlos.





“Habían pasado unos minutos luego de que los policías arremetieron contra la sede de la Universidad Católica y dispararon perdigones contra los estudiantes que, desde tempranas horas de la mañana, estaban protestando. Había tensión y en el ambiente se sentía aún los efectos de las lacrimógenas”.

Muchos vecinos salieron de sus casas para criticar la actuación de los policías, otros se resguardaron pero observaban por las ventanas y, unos cuantos, que por casualidad pasaban por esta cuadra, se aglomeraron para ver lo que pasaba en la esquina de la carrera 15 con calle 11, donde aún quedaban visos de la arremetida violenta.

En esta misma situación se encontraba Kluiberth, en compañía de otros tres o cuatro compañeros del colegio Agustín Codazzi. Por su estatura, destacaba entre los otros niños. Salieron de clases y en la esquina de la calle 10, esperaron a que la situación se calmara un poco, para continuar su camino, así quedó evidenciado en un corto video. Luego, se desconoce qué fue de sus amigos. A partir de allí, son los testigos presenciales los que relataron lo que supuestamente pasó.

Al estudiante lo vuelven a ubicar los testigos, una cuadra más adelante, en la misma carrera 15 entre calles 12 y 13. Algunos dicen que intentó auxiliar a una joven que había sido herida a perdigones. “Scout por siempre”, como reza el lema de estos servidores sociales.

“¡Por favor, no me mate!”

“Poco después de las 11:00 de la mañana, como vieron que la sociedad civil estaba en la calle, los policías motorizados nos llegaron de sorpresa por la parte posterior, es decir, bajaron por la calle 12. Todos empezamos a correr, nos gritaron groserías, a las mujeres nos dijeron todo tipo de vulgaridades. Los vecinos se resguardaron en sus casas, a donde también buscaron refugio otras personas. Yo vi a ese niño. Corría para un lado, corría para el otro y no encontraba a dónde meterse. Él decía ‘corramos, corramos’”, contó una de las testigos presenciales.

“Luego el niño se vio acorralado. Un policía motorizado le atravesó la moto y el otro (el autor del disparo), se bajó, lo apuntó y le dijo que si corría le disparaba. Ahí el niño se detuvo, se puso la mano en la cara y le pidió “¡por favor, no me mate!”… y el policía accionó el arma de cerquitica y le disparó”, agregó.

Esta testigo fue una de las primeras personas que corrió a auxiliarlo. “Después de que el niño cayó, el policía le dio una patada para que se levantara, porque dizque se lo iba a llevar preso, y fue cuando vio la gran cantidad de sangre que le salía de la cabeza, el policía quedó como en shock. Inmediatamente los vecinos comenzaron a acercarse y a gritarle asesino. Él dijo que pidiéramos una ambulancia y entonces le gritaron ¿para qué, no ves que ya lo mataste?, entonces cayó de rodillas, le pidió perdón al liceísta por lo que había hecho y huyó. Pero ya para qué, ya lo había matado. Ahí empezó el caos”, narró.

“El liceísta se desplomó”
Otro testigo indicó que el liceísta se desplomó casi sin vida sobre la acera y su cara se estrelló pesadamente contra el piso.

“Antes de que el policía huyera, varios vecinos lo agredieron, por asesino. Querían evitar que se diera a la fuga. Otros compañeros de él llegaron para dispersarnos con gases lacrimógenos. Arrastraron el cuerpo del liceísta hasta la calle porque querían llevárselo dizque ‘como evidencia’, y no se lo permitimos”, expresó.

Fue la citada como primera testigo, la que pidió ayuda a un servicio de ambulancias privadas cercano, a solicitud de Javier Huérfano, paramédico y funcionario de Protección Civil del municipio Cárdenas, que estaba cerca y al enterarse que habían herido a alguien, corrió en su auxilio.

“Tenía pérdida de masa encefálica”
“Yo iba con mi esposa y mi hijo de seis años. Lo llevábamos a la escuela Cervantes. No estuve al momento del hecho, pero al enterarme de lo sucedido, dejé al niño con mi esposa y corrí a ayudarlo. Lo hallé en el piso. Tenía pérdida de masa encefálica, perdía mucha sangre y pedí un vehículo para sacarlo de ahí. Recordé que cerca estaba el servicio privado de ambulancias y les dije que avisaran, porque aún estaba con signos vitales y era urgente trasladarlo”, narró en detalles.

“Hubo un momento en el que no aguanté los gases lacrimógenos que había. Tuve que dejar al niño solo, ir hasta la esquina a tomar aire puro y regresar. Empecé a hacerle apósitos con lo primero que me dieron. Llegó el equipo de la ambulancia, donde afortunadamente iba un médico, le hicimos el curetaje y lo trasladaron”, contó el funcionario.

La experiencia de Huérfano le decía que el diagnóstico era desesperanzador, pero quería estar equivocado. “Estoy relativamente acostumbrado a este tipo de situaciones. Es mi trabajo, por eso actué, pero la herida era bastante grande y hubo mucha pérdida de sangre. Realmente no di muchas esperanzas. Me enteré que murió y lo esperaba, contrario a lo que deseaba. Se tardó mucho, pero al menos pudimos sacarlo vivo de ahí, se hizo lo posible”, precisó.

Dijo que además de la muerte del liceísta, la explicación que tuvo que darle a su hijo que insistentemente le preguntó “por qué el policía le disparó al niño”, le afectó. “El escuchó los comentarios. Tuve que decirle que aún estaba vivo, que se estaba haciendo todo lo posible por salvarlo, que lo habían llevado al hospital y que los médicos lo iban a atender. Solo así pude calmarlo”, manifestó