Juan José Moreno A: El discurso presidencial y su terrorífico efecto

thumbnailjuanjosemorenoLa serie de acontecimientos suscitados en el país durante los últimos días, especialmente trágicos por la pérdida de vida humana joven,  nos llevan a ratificar nuestra  visión y posición en relación con el escenario en el que se desenvuelve en la actualidad la sociedad venezolana, sumergida en una situación de terrorismo generado por el conjunto de instituciones del propio Estado.

Y si esto fuera poco, podemos considerar más grave aun el hecho de que tal situación, se corresponde con la cada vez más acentuada responsabilidad, o dicho de otra forma con la irresponsabilidad, del jefe del Estado. No es secreto para nadie en Venezuela, y  aun más allá de nuestras fronteras, de quienes siguen con atención lo que acontece en el país, que nos encontramos en medio del más terrible caos que haya sufrido la población venezolana en su historia contemporánea. Porque, en contraste con la incapacidad del régimen para garantizar al pueblo un desenvolvimiento social, político y económico acorde con las potencialidades de la nación, las únicas destrezas en la que destaca son precisamente en su capacidad de maniobra para perpetuarse en el poder, basado  en  métodos dictatoriales que igualan o superan con creces a los empleados por el régimen criminal de Adolfo Hitler.

Ya lo hemos señalado en anteriores oportunidades, pero los dolorosos hechos recientes nos obligar a reflexionar e insistir sobre la necesidad, en primer lugar, de comprender en su más amplia dimensión lo que está ocurriendo y su motivación, así como el papel que corresponde jugar a cada uno de los venezolanos en esta crisis.





Lo que ocurre está a la vista de todos: un régimen que a cada instante se debilita más y se sabe perdedor del favor popular por la pésima gestión que afecta el normal desenvolvimiento de la vida del país, apela a los más bajos recursos, por una parte para justificar su incapacidad para gobernar, y por la otra impedir a toda costa el proceso electoral que se avecina, donde es perfectamente posible vislumbrar la gran derrota que significará para el chavismo perder el control de la Asamblea Legislativa.

Ante tan claro panorama, los bajos manejos han incluido el invento de situaciones de golpe de Estado e “intervención del imperialismo yanqui” supuestamente para sabotear la economía del país y, apelando a la filosofía maquiavélica del régimen, llegan a intentar situaciones dirigidas a dividir al sector de la oposición, como el argumento de impedir un presunto atentado de un alto dirigente de Primero Justicia contra la vida de Leopoldo López.

Pero lo más preocupante aun, sin restar importancia a lo anterior,  está representado en la terrorífica actuación del Presidente al incitar a los grupos violentos que ampara su régimen, para que actúen al lado de las fuerzas policiales y militares contra los manifestantes. Es decir, ya no les basta con tratar de justificar el uso de armas de fuego contra manifestantes, sino que van más allá al reiterar su invitación a los colectivos para emprender lo que todos tememos como sería el estallido de una guerra civil en el país. Podría afirmarse en este sentido, haciendo uso de la terminología jurídica, que el Presidente pudiera  ser considerado el autor intelectual de todo lo que está ocurriendo en el campo de la represión armada contra todo lo que se oponga a su manejo  político del país.

Es por estas y muchas otras razones que no caben en el corto espacio del cual disponemos, por lo que también insistimos en la necesidad de no seguir cayendo en las trampas del régimen; pues nunca como en los actuales momentos, después de 15 años de dictadura, el país había estado tan cerca de iniciar el rescate de las instituciones del Estado, lo cual debe comenzar con la Asamblea Legislativa.

Debemos terminar de entender, de una vez por todas, que caer en la violencia es hacerle el  juego al régimen, y que cada vez que se incendia una propiedad del Estado o se participa en una manifestación violenta, en general, es aprovechada por el equipo propagandístico del chavismo para desviar la atención de la opinión pública, y hacer aparecer a la oposición como golpista y violenta. Y compartimos la sospecha expresada por distintos voceros, que tal violencia es provocada por los infiltrados que nunca faltarán en una protesta antigubernamental. De allí la necesidad de asegurarnos de que nuestras manifestaciones de calle cumplan su cometido de denuncia, sin “morder el peine” del régimen.  Por lo demás, avanzar hacia la unidad de la oposición, por encima de los intentos gubernamentales de seguir introduciendo elementos de división, debe ser nuestro norte en el presente e inmediato futuro.

Twitter: @JJMorenoA