Juan Guerrero: El regreso del tío Sam

thumbnailjuanguerreroDesde el derrumbe de las torres gemelas en Nueva York el Estado norteamericano fijó su mirada en los países islámicos, centrando su atención en Afganistán y los extremistas de Bim Ladem.

Después de casi 15 años vuelve su mirada a Latinoamérica y con asombro contempla la presencia de países que para nada han sido sus aliados tradicionales, como Rusia, China e Irán en espacios geopolíticos de relevante importancia, como Venezuela.

La presencia de estos países en espacios geoestratégicos, en Latinoamérica, no son de ninguna manera gratuitos. Vienen precedidos por acuerdos inicialmente de índole comercial que progresivamente se han ido centrando en intereses militares, financieros y de extracción de minerales estratégicos, como uranio y coltan (columbita/tantalita) de uso para alta tecnología militar.





Las recientes menciones del régimen venezolano como amenaza para el Estado norteamericano, por parte de las autoridades gringas, no son por razones políticas ni mucho menos amenazas militares. Vienen por el lado estratégico y específicamente, por la enorme presencia de estas potencias mundiales (China, Rusia, Irán) que para la fecha han establecido lazos militares con Venezuela y que amenazan la estabilidad del Estado norteamericano en esta parte del mundo.

Si bien el Estado norteamericano ha indicado que “la situación en Venezuela constituye una amenaza inusual y extraordinaria a la seguridad nacional y política exterior de EE.UU” esto viene dado, por “la erosión de las garantías a los DD.HH., la persecución de opositores políticos, restricción a la libertad de prensa, uso de violencia y violaciones y abuso contra los DD.HH. en respuesta a protestas contra el gobierno, arresto arbitrario de manifestantes… así como la presencia exacerbada de corrupción pública significativa”. Esto es lo que constituye la amenaza a la seguridad nacional norteamericana y no Venezuela como pueblo y nación.

El inicio de esta amenaza viene precedida por una serie de estrategias financieras que, a través de empresas venezolanas, como PDVSA, han adelantado la creación de “empresas de maletín o fantasmas” basadas en países europeos y hasta en suelo norteamericano, para blanquear capitales provenientes del narcotráfico y la corrupción.

Ello ha debilitado el sistema financiero internacional, como lo han estado mencionando funcionarios en gobiernos, como Suiza, Francia, España y los principados de Mónaco y Andorra. Y que amenaza con extenderse a Inglaterra y el propio Estados Unidos de Norteamérica.
Esta descomunal avalancha de capitales paralelos provenientes de fuentes de dudoso origen, pareciera ser el preámbulo de una bien orquestada estrategia que tendría como fin, debilitar las estructuras financieras en países occidentales.

Por su parte, la crisis generalizada por la que atraviesa la sociedad venezolana no parece tener solución desde Miraflores. Toda vez que el régimen que de hecho existe, autoritario y marcadamente militarista, imposibilita el establecimiento de acuerdos verdaderos, entre el oficialismo/oposición, pues, mientras unos se aferran al poder utilizando para ello la visible asesoría del gobierno cubano, la contraparte opositora no termina de ponerse de acuerdo entre sus decenas de líderes y dirigentes, para superar la dolorosa y cruenta tragedia por la que atraviesa la sociedad venezolana.

Como hemos indicado en varios escritos, la real y verdadera unidad nacional saldrá de aquellos honestos ciudadanos chavistas críticos, y opositores racionales, quienes se atrevan a ver en el cercano Estado norteamericano, la presencia del hasta ahora único gobierno en el mundo, que de manera práctica (-obviamente por cuidar sus intereses en el país y la zona hemisférica) da un paso al frente, para frenar el avance del fundamentalismo islámico y los pensamientos totalitarios chino-rusos, mientras los jefes del narcoestado y el llamado grupo “madurista y sus enchufados” cruelmente desangran a la sociedad y la nación.

Desde La Habana y Washington, y quizá algún otro interlocutor, como el Vaticano, pero jamás desde Caracas, saldrá el humo blanco que permita superar esta debacle y ruina total que se avizora, siguiendo con un régimen que ya no posee liderazgo ni menos control del Estado venezolano.

Juan  Guerrero 

(*) [email protected] / @camilodeasis