Fundación periodística de García Márquez cumple 20 años

Fundación periodística de García Márquez cumple 20 años

Worker arranges a banner with the picture of late Colombian Nobel Prize laureate Garcia Marquez at the Bellas Artes palace in Mexico City

La Fundación para el Nuevo Periodismo Iberoamericano, creada por el Nobel colombiano Gabriel García Márquez, celebra por estos días 20 años de vida en los que se ha convertido en un referente para el periodismo en español.

Su creación está íntimamente ligada a las investigaciones que hacia 1994 llevaba a cabo García Márquez sobre el secuestro de un grupo de periodistas durante la llamada época del narcoterrorismo en Colombia.





“Era la época en que García Márquez se ocupaba de investigar y escribir… sobre los periodistas que fueron asesinados y secuestrados por el desafío que (el extinto narcotraficante) Pablo Escobar les hizo al periodismo, al Estado y al establecimiento”, explicó en una entrevista telefónica con The Associated Press Jaime Abello, director general de la fundación.

Tiempo después, en 1996, apareció “Noticia de un secuestro”, tal vez la mayor investigación periodística realizada por el laureado novelista fallecido en México el 17 de abril del año pasado.

Después de varias reuniones y de encuentros con intelectuales, el 18 de marzo de 1995 se dio punto a la fundación que, gracias a sus talleres, cursos, seminarios y publicaciones, ha formado a unos 47.000 comunicadores iberoamericanos.

Y uno de los primeros actos en aquel año fue volver a la casa donde 47 años atrás el autor de “Cien años de soledad” había dado sus primeros pasos como periodista, el diario El Universal del puerto caribeño de Cartagena, 660 kilómetros al norte de Bogotá.

También al Nobel lo recuerda su amigo Guillermo “el Mago” Ávila, un linotipista de 87 años que la noche del miércoles, durante un acto a propósito de los 20 años de la fundación, narró la historia de “Comprimido”, que no fue otra cosa que una idea de él y García Márquez para crear el que puede considerarse unos de los periódicos más pequeños del mundo: tamaño media carta, cuatro páginas y sólo cinco ediciones.

“Gabriel escribía, yo levantaba el linotipo, yo armaba. Nosotros hicimos cinco números, imprimimos 1.000 diarios, se repartía gratuitamente”, explicó Ávila a la AP.

El proyecto, según dijo, terminó porque valía diariamente 28 pesos de la época. Con nostalgia recordó el último número y el editorial “La última piedra”, que escribió García Márquez y en el que indicó que el primer periódico metafísico del mundo había desaparecido muy rápido.

Pese a la muerte del novelista de Aracataca, Abello consideró que la fundación tiene vida propia y que es una institución sólida. Prueba de ello son los constantes talleres que dicta y un premio de periodismo que entrega anualmente a los mejores reporteros del continente.

“García Márquez es el inspirador (de la fundación), el que se inventó esto, el que consiguió los primeros recursos y el que la echó a andar”, enfatizó Abello, quien observó que fueron muchas las anécdotas que les dejó a los periodistas en la fundación el escritor.

Una de ellas está relacionada con un ejercicio que se inventó García Márquez y que tenía como fin la descripción de las personas desde la óptica de los periodistas. Entonces en México se consiguió a un experto en dibujo hablado que trabajaba para la policía y que hacía retratos hablados de criminales.

El objetivo, enfatizó Abello, era que los periodistas observaran lo que el experto preguntaba para hacer un buen retrato hablado. Por consiguiente, García Márquez quería enfatizar que para la buena descripción de un personaje había que preguntar hasta el más mínimo detalle.

La otra historia que evocó Abello tuvo como protagonista a Liliana Cáceres, una humilde mujer que en 1997 fue noticia dentro y fuera de Colombia porque, según ella, estaba embarazada y esperaba sextillizos.

Al final se descubrió que todo fue un montaje de la mujer para atrapar a su compañero sentimental y que, en realidad, su inmensa barriga no era otra cosa que trapos y más trapos. En adelante el marido de Cáceres fue conocido como “macho de trapo”, porque antes de que se descubriera la verdad se ufanaba ante sus amigos de su capacidad reproductora.

Tiempo después García Márquez pidió que Cáceres fuera llevada a uno de sus talleres de periodismo y, según Abello, le hizo una magnífica entrevista.

“Nos contó por qué había hecho eso; fue una cosa divina” entre otras cosas porque el Nobel decía que “los talleres tenían que ser alegres como es la vida”.

Finalmente Abello sostuvo que la fundación, si bien lamenta la partida de García Márquez, sigue adelante porque “él está ahí” y porque cuando alguien quiere recordarlo solo tiene que releer uno de los cinco volúmenes que hay en la fundación sobre su obra periodística. AP