Alexis Alzuru: Ricardo Sánchez patriota cooperante

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En política los fines justifican los medios, sostienen muchos. Esa opinión posee tanta tradición en Venezuela que por lo general los dirigentes no advierten que sus decisiones provienen de ella. Pocos la discuten a pesar de la regularidad con la cual la utilizan. Se podría afirmar que tomó forma de cultura política. De hecho, buena parte de la historia de este país está marcada por el tributo que infinidad de directivos le han rendido. Ricardo Sánchez es el caso más cercano de un vocero que se reconoce partidario de esa idea. Lo cual explica que haya manifestado que se debe pactar con Nicolás Maduro para abrir las puertas a un movimiento distinto al que representa la MUD. Con esa artimaña razonó su participación en un acto que fue convocado por el presidente y animado por Jorge Rodríguez.

El funcionario Sánchez debe valorar poco el sentido común de los ciudadanos para presumir que alguien aceptará que su complicidad con Nicolás Maduro es para concretar una tercera vía; aquella que dará al traste con este gobierno y su envilecida red de colaboradores. Por cierto, el menosprecio que siente por el elector ni siquiera le permite ver que su juicio va a contrapelo del registro que la mayoría tiene de la situación del gobierno. El único que parece disimular que no se ha enterado de la soledad en la que se encuentra el presidente es este lisonjero que trepó hasta llegar a la Asamblea.





La nación sabe que la elite roja no representa al votante socialista. La gente está consciente de que dirigentes con el perfil de Maduro no tendrían cabida en un nuevo acuerdo social; entienden que el problema en Venezuela no es sustituir a un grupo por otro con un enfoque similar; al contrario, advierten que el asunto es desterrar a quienes asocian la política con el fraude, con el delito.

Tal vez el parlamentario pensó que las disputas que existen en la oposición y la crisis económica son motivaciones para cooperar con un régimen que está más cerca de una corporación mafiosa que de un gobierno democrático. Lo cierto es que sus explicaciones delatan tal desprecio por los venezolanos que resulta imposible no repudiarlas y denunciarlas. Después de todo, lo relevante de su planteamiento es que lo ubica en una tradición. Lo presenta como un miembro de la familia que defiende la tesis según la cual el fin justifica los medios. Por eso no es extraño que su charlatanería coincida con las de personajes como Diosdado Cabello, William Ojeda o Mario Silva. Pues la herencia en la que él se inscribe da forma a una visión de la vida pública.

La cúpula oficial comparte con algunos opositores el postulado que afirma que en política el fin justifica los medios. Esa comunión condujo a la república al círculo en el que está atrapada. Basta pensar que mientras desde la jefatura del Estado se conspira para preservar el poder, otros insisten en que cualquier fórmula es válida para sustituir al presidente. Lo estremecedor es que desde esa perspectiva algunos pretendan decidir las candidaturas de oposición.

Que esas posturas son caras de una única visión se corrobora en los hechos que ocurren cada día: robar a los contribuyentes, avalar el autoritarismo, violar derechos o imponer candidaturas con independencia de lo que suceda con la democracia y el futuro de treinta millones de ciudadanos. Ese ideario también está detrás del cambio de fecha de la muerte de Hugo Chávez, de la prohibición a Leopoldo López de inscribir su candidatura a la Asamblea o de la conducta de los chavistas acusados de lavar dinero en el Banco de Andorra. Asimismo, pudiera determinar las decisiones de una dirigencia que está obligada a buscar la unidad electoral del país, no la continuidad de sus jefes.

Alexis Alzuru
@aaalzuru