El copiloto de Germanwings quería que todo el mundo conociera su nombre

El copiloto sospechoso de haber estrellado deliberadamente un avión de Germanwings en los Alpes franceses había dicho que un día “haría algo que cambiaría todo el sistema” y que “todo el mundo conocería (su) nombre”, según su ex novia.

Flowers with the Germanwings flight number are seen at the memorial for the victims of the air disaster in the village of Le Vernet, near the crash site of the Airbus A320 in French Alps

En una entrevista al diario alemán Bild publicada este sábado, Maria W., una azafata de 26 años presentada como la ex de Andreas Lubitz, dice que cuando oyó hablar de la tragedia, le vino a la memoria una frase del piloto: “un día voy a hacer algo que va a cambiar todo el sistema, y todo el mundo conocerá mi nombre y lo recordará”.





Si Lubitz “ha hecho esto”, “es porque comprendió que debido a sus problemas de salud, su gran sueño de trabajar en Lufthansa, como comandante y como piloto de largo radio, era prácticamente imposible”, añade en la entrevista.

Germanwings, la compañía alemana propietaria del Airbus 320 que se estrelló, es una filial de bajo costo de Lufthansa.

La joven explica que la relación con Lubitz acabó “porque cada vez era más evidente que tenía un problema. Durante las discusiones se irritaba y me gritaba (…) Por la noche, se despertaba y gritaba ‘¡nos caemos!'”.

“Siempre hablamos mucho de trabajo, y ahí se transformaba, se enfadaba por las condiciones de trabajo. Poco dinero, miedo por el contrato (de trabajo), demasiada presión”, asegura.

“Era capaz de esconder a los demás lo que realmente le ocurría”, dice la joven, que asegura que “no hablaba mucho de su enfermedad, sólo que tenía un tratamiento psiquiátrico a causa de ello”.

– Problemas oculares –

Según el diario Welt am Sonntag, los investigadores descubrieron en el domicilio de Lubitz “numerosos medicamentos” para “enfermedades psíquicas”. El joven, “gravemente depresivo”, habría padecido un “síndrome subjetivo de estrés” y lo habrían atendido “varios neurólogos y psiquiatras”.

La fiscalía de Düsseldorf, en el oeste de Alemania, anunció el viernes que Lubitz había ocultado que estaba de baja médica el día de la tragedia.

No obstante, no se ha encontrado ninguna carta de adiós que desvele la intención del piloto de estrellar el pasado martes el avión que cubría la ruta Barcelona-Düsseldorf, causando la muerte de los 150 ocupantes del aparato.

La prensa alemana había afirmado el viernes que Andreas Lubitz sufrió una grave depresión hace seis años, durante su formación como piloto.

El periódico Süddeutsche Zeitung, que no citó ninguna fuente, afirmó además que “aparentemente” los certificados de baja médica llevan la firma de un “neurólogo y psiquiatra”.

Bild y The New York Times también señalan que el joven tenía serios problemas oculares que podrían haber llevado a que se lo dejara de considerar apto para pilotar.

Un piloto de Germanwings, Frank Woiton, contó a Bild que Lubitz “hablaba de su formación y decía cuán feliz estaba. Decía que a corto plazo iba a volar en aviones de larga distancia y convertirse en comandante de a bordo”, agregó.

No obstante, la “personalidad” del copiloto es una “pista seria”, “pero no la única”, declaró este sábado a la AFP un investigador francés en la ciudad alemana de Düsseldorf.

El general de gendarmería Jean-Pierre Michel, subdirector de la policía judicial, precisó que tampoco se descartaba la posibilidad de que haya habido un “error involuntario o un fallo técnico”.

A esta altura de la investigación, sigue sin hallarse ningún “elemento particular” en la vida del copiloto, tal como una ruptura amorosa o un problema profesional que podría explicar un gesto voluntario para destruir el avión, declaró Michel.

Mientras tanto, en el sureste de Francia se reanudaron las tareas de búsqueda en Seyne-les-Alpes, a diez kilómetros del lugar en que cayó el avión. Según la gendarmería, en la zona están trabajando por turnos unas 60 personas.

A unos 40 km al sur, en Digne-les-Bains, se celebró una misa por las víctimas, entre las que hay 75 alemanes y 51 españoles.

por Raphaëlle LOGEROT con Damien STROKA en Berlín/ AFP