William Anseume: La acentuada crueldad política del régimen, el caso Pablo Estrada

William Anseume: La acentuada crueldad política del régimen, el caso Pablo Estrada

William Anseume No pienso concentrarme en diversos asuntos, especialmente acciones, que revelan lo sanguinario y cruel que puede ser este gobierno con sus opositores políticos. La palabra disidencia tiene una rara entrada en el diccionario de los agentes gubernamentales que parece querer decir: “enemigo a matar”. Así lo percibimos con los viles asesinatos de jóvenes que elevaron voces de protesta en 2014, con las detenciones arbitrarias de políticos o manifestantes, de tuiteros y de todo aquel que al gobierno dirigido por Maduro identificó como “enemigo” político.

Mientras, en 2015, debido especialmente a la muy intensa presión internacional, han ido liberando algunos de los presos de conciencia, luego de haberlos sometido a infinidades de maltratos y vejaciones, tanto físicas como psicológicas, otros son víctimas aún del enfermizo ánimo torturador. Conozco esto de cerca, debido a la Comisión APUSB donde trabajamos en función de la libertad de los estudiantes. Comparto labores allí con el colega Jhonathan Arteaga. Recientemente conocimos, por ejemplo, un intenso artículo “Pavana para un niño asesinado” de Antonio Pascuali, donde el reconocido intelectual afirma sin sutilezas, como andamos: “nuestro presidente mostró ser una basura moral”, esto al referirse al asesinato del joven Kluivert y a la mención repugnante que Maduro hizo de él. No atina el hundido gobiernito a bajar la presión interna. Se niega a entender, especialmente, la necesidad de liberar a quienes no deben estar presos. Se niega a abrir compuertas a la sed de cambio que se ha extendido indetenible en Venezuela.

Son diversas las formas de eliminarlos que le ha impuesto este gobierno a sus adversarios políticos: muerte, prisión, persecución, torturas, exilios…





Quiero concentrarme hoy en el problema de las enfermedades de los prisioneros políticos de este gobierno aterrador. Y, muy especialmente, en el caso de Pablo Estrada. La desatención de las enfermedades es otra de las formas de crueldad que ha profundizado, como parte de la tortura generalizada, el accionar de la dictadura. Minúsculas enfermedades que se van agrandando, causando deterioro físico y psicológico en las víctimas. Uno de los casos emblemáticos en ese accionar es el de Estrada, quien padece una tuberculosis diseminada, nada minúsculo por cierto, y de no ser por una honda campaña de sus abogados José Vicente Haro y Pierina Camposeo, luchadores humanitarios por la libertad, no hubiera habido siquiera la tardía y leve reacción para evitar un desenlace fatal pronto. Según su hermana dio a conocer en nuestro programa de radio sabatino en Capital, Pablo ha perdido cerca de 20 kilos de peso. Y, según Haro. en su blog: “Pablo está cada día en una situación de salud que pone en peligro su vida por su condición de salud pre-existente y, ahora, a causa de su depresión”.

En este caso se han desatendido por largo tiempo, que en la enfermedad es pérdida vital, las recomendaciones médicas. El Defensor del Pueblo ha mentido, a pesar de haber hecho referencia y puesto algún interés, al parecer, en el tema Estrada, sin que se haya logrado lo necesario: su libertad plena, por los diversos retrasos procesales, otra de las angustias que se le suman a la prisión y la enfermedad. El caso pablo Estrada tiene que ser atendido con urgencia. La tuberculosis no es cuestión de juegos macabros, a menos que, como en este caso, se trate de “ajusticiar” a alguien que protestó.

No es el único prisionero que sufre esta desatención médica entre los detenidos políticos, pero por razones de humanidad, si algo de ello queda en este gobierno desbaratado, debe extender sus brazos judiciales y debe de inmediato regresar a ese joven a su casa; permitirle su tratamiento en su espacio vital habitual y no bajo prisión ni presión. Tanta crueldad no puede caber en seres humanos que no sufran trastornos mentales agudos. Todos debemos alzar la voz desde la sociedad civil, especialmente quienes cumplen funciones eclesiásticas.
Liberen a Pablo cuanto antes; su vida, su salud, lo requieren de inmediato. Esperar es matar de a poco. Es otra de las formas retorcidas que han encontrado para el asesinato estos perturbados que malamente nos dirigen como país.