Manuel Malaver: Los “raspacupos” llegaron tras los “raspaolla” de Chávez y Maduro

Manuel Malaver: Los “raspacupos” llegaron tras los “raspaolla” de Chávez y Maduro

thumbnailmanuelmalaver Lógicamente, los “raspacupos” son una consecuencia del control de cambio, que dio origen al pillaje más escandaloso que ha conocido la República, que, a su vez, puede graficarse en los “raspaolla”.

Sin embargo, los eternos malabaristas de la economía madurista salen ahora a cargarle la causa de la quiebra del país a los primeros, siendo que, sencillamente, utilizaron la mínima fracción de dólares que les permitió el cadivismo, para procurarse el repele de los bienes que ya se habían engullido los segundos.

En otras palabras: que corruptos los “raspaolla”, Chávez, Maduro, Ramírez, Cabello, los Rodríguez, Amoroso, Andrade, y todo el bandidaje que hoy tiene full de petrodólares a los paraísos fiscales de América, Europa, Asía y África.





Y a los anaqueles de abastos, bodegas, mercados y supermercados de Venezuela sin comida; a las farmacias, clínicas y hospitales sin medicinas ni material médico-quirúrgico; a las escuelas sin útiles escolares; y a las policías y cuerpos de seguridad sin equipos para combatir el hampa.

De modo que, la herencia real y más siniestra que nos dejan los “raspaolla”, no son los “raspacupos”, sino los cientos de miles de venezolanos que se apiñan en colas para conseguir comida y medicinas; los muertos que se amontonan en las morgues para ser autopsiados, y los cadáveres que rondan los cementerios esperando turno para recibir cristiana sepultura.

La visual, en definitiva, de un país en guerra, pero no porque una mitad de venezolanos se haya lanzado contra otra, ni hayamos sido invadidos por un país extranjeros, sino porque los “raspaolla” de la corrupción socialista destruyeron la economía para después echarle la culpa a los “raspacupos”.

Pero cuando ya no quedan “ollas”, ni “cupos” que raspar porque los que pueden considerarse los dos grandes símbolos del socialismo fueron tirados a la basura, hay que prepararse para que los “raspadores” reaparezcan “raspando” quizá los barrotes de alguna cárcel.