Exequíades Chirinos: Un “día perfecto”

Exequíades Chirinos: Un “día perfecto”

thumbnailexequiadeschirinosPresto para el examen cardiológico, a primera hora y cargado de paciencia, me rasuré completamente el pecho. Estaba contento con el inicio de una serie de pruebas médicas rutinarias y partí temprano en taxi a la cita, a fin de llegar con suficientemente tiempo de antelación dado que en Maracaibo sencillamente es inexistente el sistema de transporte público porque hasta los taxis escasean.

Era el cuarto paciente del grupo que esperaba con ansias a la asistente del cardiólogo quien llegó y sin mediar medias palabras nos dio la primera sorpresa del día al informarnos sin mayor dilación, de un solo sopetón: “Están suspendidos los holter porque no hay los electrodos”.  Cariacontecidos escuchamos que no solo se paraba la realización del holter sino también la prueba de esfuerzo pautada para el siguiente día. Mala, muy mala noticia.

Ánimo, dije para mis adentros y traté de aprovechar la mañana. Salí en un segundo taxi al laboratorio para los estudios de la sangre y allí, amablemente, la enfermera me atendió y dijo con voz fina pero igualmente sonó a bofetada: “Disculpe pero no podemos hacerle dos de los estudios porque no tenemos reactivos para el examen de próstata”. Recibí, entonces, la segunda ingrata sorpresa de aquel “día perfecto”.





¿Qué hacer entre tantas diligencias pendientes? Sencillo, ir al Rectorado de la Universidad del Zulia para verificar el estado de un trámite administrativo, un asunto evidentemente sencillo. Llegué igualmente en taxi, tomé el ascensor y ya cuando las puertas se abrieron en el piso 3, las luces apagadas y la entrada cerrada eran indicadores claros de la inactividad en la oficina del Consejo Universitario.

“Tomaron el rectorado y están sin gente todas las oficinas”,  indicó un empleado y fue la tercera mala noticia en menos de 1 hora y media de diligencias de ese que consideraba un “Día Perfecto”.  La cosa ya se tornaba pesada y difícil porque por alguna razón 3 diligencias resultaron completamente fallidas por una u otra razón. Escasez y bajos salarios de los docentes.

Así que en el cuarto taxi de la mañana para acercarme a la Facultad de Humanidades de LUZ donde sí pude recoger un documento. “!Al fin gano una entre tantas!”, pensé con un alivio que duró apenas minutos porque en el quinto taxi de nuevo la mala suerte me sorprendió: “Hemos subido todas las tarifas”, me explicó el joven, mientras fundamentaba una tras otra las diversas razones que todos conocemos hasta llegar a una sola que en apariencia es el origen de todos los males en Venezuela: la inflación, mal que ya se había consumido más de 1200 Bsf en mi movilización de pocas horas.

Es cierto. La gente cree que los altos precios que sacuden la economía venezolana son el principal mal conspirador de la escasez de bienes y servicios porque a diario viven (o vivimos) una espiral inflacionaria que se traga en segundos, cual sardina en las fauces de un tiburón, el salario mensual, así sea el nuevo y cacareado aumento (pírrico, por cierto).

Pero, en verdad, la causa de la escasez de medicamentos y reactivos médicos; de alimentos, de repuestos automotores, tiene un nombre y apellido: estrategia del gobierno de Nicolás Maduro, a quien para nada le interesa el bienestar de los venezolanos porque sus políticas públicas están dirigidas, cual dardos venenosos, a sepultar el aparato productivo, al golpear insistentemente a uno de los sectores clave como es el sector privado.

Una economía desastrosa cuyo signo más evidente es la hiperinflación (porque no se trata de una inflación sino que la misma alcanza niveles hiper, de característica alarmante) tiene en última instancia un maquiavélico propósito o, mejor dicho, un castrista propósito, que es someter a los venezolanos, todos, todos sin distinción, por la vía del estómago.

Esta estrategia impulsada desde la presidencia de Hugo Chávez, develada con total desparpajo por quien fue un largo tiempo el “genio del mal de la economía”, Jorge Giordani, radica en crear en Venezuela una fábrica de pobres al estilo cubano para someter a los venezolanos, así como han hecho Fidel y Raúl durante más de medio siglo en Cuba, esa misma isla que el difunto mentaba a todo pulmón como “el mar de la felicidad”.

En términos más sencillos, es una operación de altísima factura producto de una neodictadura y la cual consiste en acabar con la clase media, en eliminar este importante segmento de la población para llevarla hacia el estrato más bajo, tal como ha venido ocurriendo, al extremo de que primero compraron los Hipermercados Éxitos para convertirlos en Bicentenarios donde de inmediato se sembró la escasez, para después – hoy día, en el 2015- convertirse en suerte de impenetrables cárceles de alimentos donde solo se llega después de someterse a una verdadera tortura.

La estrategia inspirada, quizás en la filosofía de Foucault (“vigilar y castigar”) o del propio Stalin, se evidencia con fuerza ahora en la genial idea es revivir la Tarjeta de Racionamiento Cubana al estilo Venezuela. Esto es la hoy nueva y próxima a estrenarse la Tarjeta de Racionamiento Seguro.

¿Cómo lo han hecho? Mediante un método sencillo y probado durante más de medio siglo: Aplicando la experiencia de la dictadura cubaba mediante la expropiación de las empresas, haciendas y toda entidad productiva para hacerle doblar las rodillas al sector productivo y comercial privado. Imponiendo nuevas reglamentaciones y excesivos controles y, por supuesto, creando más impuestos que poco a poco hacen inviable las diferentes actividades. El fierro del autoritarismo y del abuso gubernamental en la economía venezolana, sin ningún escrúpulo como lo hace Nicolás Maduro, el pupilo de Chávez y sin lugar a dudas de Raúl Castro.

Por ejemplo: la inamovilidad laboral y el aumento salarial a la par del control de precios que le imponen al empresario y comerciante una camisa de fuerza en virtud de que no puede despedir a los malos empleados, tiene que pagar mayores salarios y los márgenes de las ganancias siguen reducidos, ínfimos que, indefectiblemente, conducen al cierre de las empresas.

La inflación implícita en la gran estrategia del oficialismo consistente en doblarle la cerviz a las clases media y alta son las razones que explica la existencia del “día perfecto” no solo en la vida de quien escribe sino de cientos de miles de venezolanos que viven todos los días la tragedia de la escasez de alimentos, medicinas, partes automotores, electrodomésticos, sumada a los apagones eléctricos de varias horas y la negación del gobierno nacional discutir y aprobar un aumento salarial para los profesores universitarios quienes sobreviven con salarios de miserias, de menos del emolumento estándar oficial estimado en 7 mil Bsf.

Seguirán los “Días Perfectos” para todos los venezolanos si en las próximas elecciones no logramos ganarle al madurismo-castrismo-chavismo con una diferencia brutal de votos-castigo, tarea para la cual es necesario prepararse desde ahora, evitando otra suerte de atajos que solo dejan desgaste y decepción; amén de las innumerables trampillas archiconocidas del oficialismo que se contrarrestan con millones de votos a favor de los candidatos de oposición y no con miedo o decepción.

@exequiades