Gabriel Reyes: La Esencia del Venezolano

Gabriel Reyes: La Esencia del Venezolano

thumbnailgabrielreyesExiste una tendencia global de gestionar marcas/país y marcas/ciudad como instrumentos que proyectan en un mundo interconectado los valores y atributos de sus ciudadanos. Ejemplos de este modelo son cada vez más conocidos y documentados, con el apoyo de los medios de comunicación tradicionales o emergentes, pero siempre tratando de rescatar de la esencia del territorio algo deseable al forastero que lo motive a conocer su cultura, sus parajes y su gente.

Este concepto, de amplio uso en el turismo, puede perfectamente ser tomado en el contexto del análisis político como una herramienta de valoración cualitativa de los rasgos más significativos de los actores y factores que hacen vida en un país y desde allí proyectar inductivamente escenarios diferentes que apuesten a su futuro inmediato o a mediano plazo.

Inglehart desarrolló un instrumento profundo y ligero para diagnosticar a través de su aplicación la esencia del ciudadano de cada país, siempre trabajando en función de la definición de valores universales que merecen ser estudiados con más detalle para quienes se aproximan hoy a este modelo (ver wvs.org). Este estudio practicado en Venezuela hasta principios de siglo y proscritos luego como consecuencia del satanismo impuesto por el advenedizo régimen oscurantista que pretendió acusar de espionaje cualquier participación en estudios internacionales, definió con claridad meridiana esa esencia de la idiosincrasia del venezolano.





Ha transcurrido más de una década de ese último estudio impulsado por la Universidad de Michigan y apoyado por las universidades venezolanas que estudian la Ciencia Política y aunque son muchos los posteriores intentos serios y estructurados de repetir esta medición, hoy quiero referirme a la comparación de aquel venezolano con el que percibo hoy se manifiesta entre nosostros.

Venezuela recibe el siglo XXI convencida de que el estudio era la forma más segura para el ascenso social. Eso ya no se entiende así. Ahora el milagro lo hace “la revolución”. Era amante de la libertad y hoy la ha perdido sin percatarse en muchos casos de ello. Era solidario con el prójimo, y hoy es arrojado a un escenario darwinista de rapiña por el acceso a los bienes de consumo básico. Respetaba las instituciones mientras que hoy ellas fueron disueltas o anuladas en una anomia generalizada. Entendían el voto como instrumento de cambio. Hoy no creen en el árbitro ni en los jugadores. Respetaban la autoridad y en especial al uniformado. Hoy leemos que le lanzan granadas a las comisarías policiales. Trabajaba para vivir bien mientras que ahora vive mal para trabajar. En resumen, se han trastocado los ingredientes básicos de nuestra esencia, y ante esta involución ciudadana muchos somos apáticos, miedosos y acomodaticios.

Llegaron a gobernarnos montados en el resentimiento social de muchos, muchos “hombres del pueblo” que hoy son nobles, ricos y famosos que desprecian a los autores de su efervescencia social y tratan ahora de esconder oprobiosas fortunas mal habidas en paraísos fiscales. Pero, lo más triste es que son ayudados por “opositores” oportunistas que maldicen al régimen pero se han enriquecido de él, se burlan de sus protagonistas pero dependen sumisamente de ellos. Estos adláteres son la versión sifrina de una comparsa de “patriotas cooperantes” que creen que saldrán de una vida miserable construyendo templos a la difamación y la injuria. Todos ellos en connivencia con una élite militar que fue formada contra la guerrilla y contra el comunismo y hoy hacen reverencia al “Carnicero de La Habana”.

Esta radiografía cruda pero irrebatible no es una declaración apocalíptica de la Venezuela que vivimos. Es la oportunidad de apreciar de cerca el inmenso daño que nos ha causado esta cleptocracia autoritaria que ha pisado nuestros derechos y nos ha llevado a una pobreza décimonónica. Y es la campanada que hoy comparto con la mayoría de los venezolanos, que no estamos descritos en los pasajes anteriores.

Le escribo a esa gran mayoría de hombres y mujeres honestos y trabajadores, amantes de su país y de su cultura quienes desean recuperar las libertades perdidas, que necesitan tomar la senda de progreso por medio del trabajo honrado, de la superación por medio de una escolaridad no alienante, y que entienden que las democracias son árboles que se siembran en el terreno de la pluralidad y que se riegan con el agua refrescante del disenso agudo pero respetuoso, que necesitan retomar la confianza en las instituciones demolidas y levantarlas de nuevo más fuertes que nunca, para construir esa Patria grande donde todos cabemos.

Esa esencia del venezolano sigue allí y debemos rescatarla!! No podemos rendirnos a la inercia del tractor que nos atropella desde hace más de tres lustros con la complicidad de algunos quienes pretenden nuestra confianza atendiendo a sus agendas particulares.

Queremos un cambio?? Trabajemos para conseguirlo, y comencemos por nuestros entornos familiares, sociales, laborales, a llevar la palabra de esperanza y la actitud libertaria que siempre ha sido nuestra verdadera esencia venezolanista. Podemos??

Amanecerá y veremos!!

@greyesg