Impresionante: Así despidieron a Steven Gerrard en Anfield Road (Video)

Impresionante: Así despidieron a Steven Gerrard en Anfield Road (Video)

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El eterno capitán del Liverpool se despidió en la tarde de este sábado de la que ha sido su casa durante toda su carrera deportiva: Anfield. El mítico estadio se vistió de gala para agradecer al centrocampista los servicios prestados. El partido ante el Crystal Palace, que concluyó 1-3, fue secundario.

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Gerrard abandona el club de su vida y de sus amores; el de sus triunfos y derrotas, el de sus risas y lágrimas. Pero sobre todo dice adiós al club que le brindó la oportunidad de ser quien es: un jugador de élite mundial que ha cautivado al mundo entero con sus jugadas, goles y también con sus centros, ejecutados por ese guante que tiene por pie derecho y que tantos ha balones directos ha puesto en el corazón de Anfield.

El británico pone fin a muchos años de goce futbolístico. Han sido una infinidad de tardes y noches que su afición no olvidará tan fácilmente.

Empezó a jugar al fútbol desde muy joven, debutó con la elástica de los ‘reds’ en 1998, hace casi 17 años, que se dice pronto. Curiosa la historia que ligó a este jugador al club de sus amores. Es un futbolista de los que, por desgracia, no abundan. Y es que en este tiempo no ha parado de amar a su club. Desde aquellos primeros e inolvidables minutos en ese partido ante el Blackburn Rovers, el eterno capitán se ha mantenido fiel a un escudo y a una afición, pero el idilio llega ahora a su fin.

Así lo comunicaba hace unos meses, emocionado: «Es la decisión más difícil de mi vida. A los aficionados del Liverpool, el club más grande del mundo, les digo que ha sido un privilegio representarlos, como jugador y como capitán».
De la pesadilla al sueño

 

De la pesadilla al sueño
La relación comenzó a forjarse el 15 de abril de 1989, uno de los días más duros en la historia del pentacampeón de Europa. Aquel día, su primo Jon-Paul Gilhooley moría en Hillsborough, aquella tragedia en la que 96 aficionados perdieron la vida en una avalancha. En una autobiografía explicaba ese momento en el que asumió que su vida estaría en Anfield: «Es difícil saber que uno de tus primos ha perdido su vida. Viendo la reacción de mi familia, decidí ser el jugador que soy hoy». Aquel mismo año ingresaba en la academia y en 1997 firmaba su primer contrato profesional. Dos temporadas después llegaba el soñado debut en la élite ante el citado Blackburn.

Las alabanzas nunca le faltaron. Uno de los técnicos con los que compartió vestuario, Rafa Benitez, se refirió a él del siguiente modo: «Steve fue pieza clave en los títulos que conseguimos en el Liverpool FC durante seis intensas temporadas,. Mención especial a la Champions de Estambul que jugamos ante el Milan, en la que aún lo veo de lateral diestro sacrificándose por el equipo y por las necesidades del guión de aquella memorable noche. No hace falta que diga que le deseo todo lo mejor, todo tipo de suerte y que le agradezco todo lo que aportó, todo lo que nos dio en aquel proyecto que compartimos».
Benítez describió con esta misiva la exitosa etapa de Gerrard a sus órdenes durante su estancia en Liverpool. “Si hay una palabra que para mí resume el carácter, las formas y maneras, el continente y el contenido del Steven Gerrard que yo conocí de cerca, ésta sin duda sería ‘pasión’”, añadió al respecto.

Atrás ha quedado todo. Ya se ha puesto el punto y final a una bonita historia. Se hará difícil ver a Stevie vestido con otra camiseta que no sea la suya. Imaginamos que a él también le costará muchísimo asumir que ha abandonado una disciplina, el amor de su vida, su equipo desde que era joven.

Todos lo adoran; la palabra que le define por excelencia es “sacrificio”. Y es que Steven no es de los que empiezan corriendo en el primer minuto de juego y cuando su equipo pierde por 3-0 para de hacerlo. Al revés, da igual el resultado, él sigue corriendo cual gacela, nunca se viene abajo. Por encima de todo, Gerrard sale al verde con la misma ilusión que cuando era un chaval, y eso es tan insólito como complicado de mantener. Esa ilusión del día a día le ha hecho ser amado por los suyos y respetado por el resto, un “jugón” de pura raza que hoy, en el mundo del balompié, escasea por completo.