Hasta desayunar en la calle se ha vuelto un lujo

Hasta desayunar en la calle se ha vuelto un lujo

(foto Robert Acosta)
(foto Robert Acosta)

Alimentarse es una necesidad para todas las personas y quienes no tienen tiempo para preparar algo en casa deben comer en la calle. Así lo reseña eltiempo.com.ve / Natasha Cabello

La variedad de desayunos es grande, pero comer fuera de casa se ha convertido en “un lujo” para los venezolanos.

Pastelitos, empanadas, cachitos y arepas son los alimentos que están más al alcance, pero el precio ha aumentado considerablemente.





Hasta 200 o 300 bolívares se puede gastar en un desayuno “bien resuelto”, lo que representa un gasto semanal de hasta 1.500 bolívares.

En un recorrido efectuado por el equipo de El Tiempo se pudo notar que los precios de las empanadas y pastelitos oscilan entre 70 y 80 bolívares. A esto se le suma la bebida que, dependiendo de la elección de la persona, puede estar entre 40 y 50 bolívares.

“Todos los días desayuno en la calle porque no me da tiempo de cocinar en casa, para quedar bien me como de dos a tres empanadas”, manifestó William Orta.

Aseguró que diariamente gasta Bs 200 para desayunar.
Francisco Pérez, quien se encontraba en una panadería ubicada en la calle Portuguesa, aseguró que diariamente desembolsa 300 bolívares.

“Siempre me ha gustado comer fuera, pero desde hace dos años no lo hago tanto porque la comida está costosa”.

La dueña de un negocio de pastelitos, que prefirió mantenerse en el anonimato, informó que la situación se le ha puesto difícil.

Aseguró que las ventas han bajado debido a que los precios han aumentado. “No los aumento porque quiero, sino porque cada vez la carne y el pollo están más caros”.

Manifestó que vive una odisea para conseguir harina de trigo y que en muchas ocasiones se las ha comprado a los “bachaqueros”.

“Es mi trabajo, tengo que seguir aunque todo esté en contra”.

Petra Rodríguez vende empanadas en su casa. Manifestó que el trabajo se ha puesto difícil debido a la escasez.

Carolina Méndez señaló que ya no puede darse los gustos de antes. Afirmó que muchas veces se despertaba con flojera de cocinar y “simplemente iba y compraba algo en la calle”.

“¿Ahora, cómo hago eso? somos tres personas en casa. Es imposible para nosotros pensar en comer fuera”, indicó.

Quienes diariamente deben desayunar en la calle porque el tiempo no les alcanza para cocinar en casa, manifestaron que desde hace un par de años comer en una panadería se ha vuelto un lujo.

“Los cachitos y pastelitos horneados cada vez son más pequeños y están más caros. Ni hablar de los refrescos o juguitos pasteurizados”, señaló Pedro Rivas.