Crean reserva marina para proteger delfines sobrevivientes en Brasil

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Una reserva marina creada por el municipio brasileño de Mangaratiba protegerá a los delfines tucuxi que sobreviven en la Bahía de Sepetiba y ayudará a preservar una de las especies de cetáceos más amenazadas de extinción en Brasil, afirmaron hoy ecologistas que defienden esta causa.

La llamada Área de Protección Ambiental (APA) Marina para el Tucuxi (Sotalia guianansis), especie de delfín conocida en Brasil como boto-cinza (delfín gris), los protegerá en la Bahía de Sepetiba, unos 80 kilómetros al oeste de Río de Janeiro y zona que cuenta con la mayor población de esta especie en el país.

La reserva fue creada el mes pasado por Mangaratiba, municipio en el litoral del estado de Río de Janeiro tras numerosas presiones de los ecologistas y gracias a un proyecto de preservación patrocinado por la petrolera estatal Petrobras.





“La creación de la reserva es de gran importancia debido a que Sepetiba es una de las mayores bahías de Brasil; es riquísima en biodiversidad y abriga la mayor población de tucuxis, animal actualmente en la Lista Nacional de Especies Amenazadas de Extinción”, destacó el coordinador del Proyecto Abraza los Tucuxis, Leonardo Flach.

El proyecto contempla la protección de 240 kilómetros cuadrados, casi la mitad de la superficie total de la bahía, por lo que permite que los pescadores tradicionales garanticen su sustento en otras áreas aunque sometidos a mayores controles para prevenir delitos medioambientales y los abusos de la llamada pesca depredadora.

Además de proteger a la especie amenazada y el uso sustentable de los recursos naturales en la región, la reserva garantiza las existencias pesqueras en la bahía y la supervivencia de los pescadores tradicionales.

El delfín gris, que puede ser de aguas dulces o saladas, habita la cuenca del Amazonas y diferentes estuarios a lo largo de la costa atlántica sudamericana y centroamericana.

En Sepetiba se calcula que quedan unos 1.000 ejemplares de la especie, la mitad de lo que se tenía hace una década.

Los biólogos calculan que unos veinte ejemplares mueren a cada año en la región pero esas estadísticas fueron extrapoladas el año pasado, cuando fueron contabilizadas 64 muertes tanto por la contaminación como por la pesca industrial y por el escaso control oficial. EFE