El Poder vs la Libertad de expresión por @JuanPGuanipa

El Poder vs la Libertad de expresión por @JuanPGuanipa

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Comienzo esta entrega con un desahogo personal. Cuánta falta hace en la política venezolana la presencia, la palabra, la orientación, el pensamiento de José Rodríguez Iturbe. Me atrevo a afirmar que Pepe es el Fermin Toro del Siglo XX venezolano. Político, docente, parlamentario, prolífico escritor, de dilatada trayectoria, de formación enciclopédica, de vibrante verbo y de acción fecunda. Hace más de una década tuvo que irse del país. Colombia lo ha recibido como el personaje que es y la Universidad de La Sabana ha conferido a sus estudiantes el honor de tenerlo como maestro.

En su libro “Repensar la Política”, publicado en 1997, en el que vierte notas sobre la base ideal-cultural de un nuevo proyecto nacional democrático –él siempre habló, oportunamente, de la necesidad de reformular el sistema político venezolano–, cuando habla de la política como el equilibrio entre el poder y la libertad, expresa su preocupación por la ausencia de responsabilidad en el ejercicio y la garantía de la libertad de expresión: “La libertad de expresión es un derecho elemental en cualquier sociedad democrática. Sin la responsabilidad de la autoridad pública para garantizarla; sin la responsabilidad de los ciudadanos singulares para ejercerla; sin la responsabilidad de los dueños de los medios de comunicación para que dicho ejercicio tenga –como debe– proyección social; estaríamos, sin duda, frente a la degradación o frente al riesgo inminente de degradación tiránica de tal libertad, de escándalo anárquico en el caso de mal uso individual o de ruina degradante y manipuladora de quienes conciben la propiedad suya sobre los medios como el filtro oligárquico para la manipulación, la deformación y el tráfico no ético con un derecho necesario para la recta maduración institucional de toda sociedad democrática y libre”.





En Venezuela todavía tenemos espacios para la realización democrática, a pesar del acoso, cierre, compra forzada de diversos medios de comunicación. Todavía podemos criticar actitudes con el debido respeto que todos merecemos por el sólo hecho de ser personas, pero que algunos consideran merecer más que otros, por la única razón de que se han hecho de un poder que los hace seres superiores con atribuciones que superan los límites de la Constitución y leyes de la República. No dudo que estamos frente a esa degradación tiránica de la libertad de expresión a la que se refiere Rodriguez Iturbe.

El presidente de la Asamblea Nacional ha tenido actuaciones realmente criticables. Su paso por la conducción del Poder Legislativo ha terminado de destruir la imagen de pluralidad, tolerancia y respeto que un parlamento debe tener. Si a eso agregamos la salida al aire, en el “canal de todos los venezolanos” de un programa de televisión cuyo nombre y secciones reflejan una intención más agresiva que conciliadora y cuyo contenido se basa en la descalificación de personas e instituciones desde el anonimato, podemos concluir que el personaje en cuestión ha ejercido irresponsablemente su derecho a la libertad de expresión.

Pero además de esto, viola el derecho a la información que tenemos todos los venezolanos cuando, en el pasado –tras haber sido denunciado por hechos de corrupción durante su gestión como Gobernador de Miranda– y en el presente –luego de los señalamientos de quien fue su jefe de seguridad–, se ha dedicado a perseguir, a través de su influencia política, a diversos medios de comunicación. Es una barbaridad la medida judicial de prohibición de salida del país y presentación semanal ante el tribunal, de veintidós directivos de medios. ¿Por qué no ejercer acciones en contra de quien lo señala? ¿Por qué atacar al mensajero? ¿Por qué calificar de difamación las investigaciones que se hacen en su contra, con nombre y apellido de los denunciantes, y utilizar los medios del estado para difamar desde el anonimato? ¿Cómo tapar una información que está siendo difundida en decenas de medios internacionales? El poder es finito, gracias a Dios.