Victor Vielma Molina: Solo la auténtica política salva

Victor Vielma Molina: Solo la auténtica política salva

thumbnailvictorvielmamolinaDesde siglo XIX hasta el umbral del presente siglo, la historia política del país parece un vídeo de imágenes vivas de cierta clase política y militar inclinadas más a la infamia que a la dignidad. A partir de 1830, empiezan 120 años de la recurrente supremacía del poder militar sobre civiles. Estos están expresados, en las largas hostilidades y confrontaciones entre ejércitos hermanos, comandados por generales que buscaban, a como dé lugar, la presidencia de la República. Así lograron imponerse sin fundar las bases auténticas de prosperidad, convivencia y bienestar de la República.  Los civiles, apenas llegan a tener poder solo un tercio de los 185 años desde que Venezuela se separa de la Gran Colombia.   Años saturados, más por la miseria politiquera que por la virtud política. Cada presidente de turno ejemplariza, al detalle, estas aseveraciones que pueden observarse desde la gestión presidencial del general José Antonio Páez hasta llegar a la carismática y engatusadora personalidad del comandante Hugo Chávez. Desde entonces, con algunas excepciones, encontramos imposiciones por la fuerza, abuso de autoridad, hostilidad contra opositores, persecuciones, cárcel, exilio, crímenes, arbitrariedad y usurpación. Desde entonces, lo que más se ha impuesto es la fuerza de las armas y poco se ha visto que dejen crecer el buen desarrollo y la convicción democrática de los civiles.

De allí la decadencia, el atraso, la corrupción y la división del país. Parecieran que los retrógrados siempre han enajenado y empujado a la población a inclinarse hacia el aciago destino de populismo. Y con él, han empujado al pueblo a despojarse de su dignidad, la ética y del buen sentido de pertenencia hasta llevarlo al más peligroso escepticismo.

¿Qué puede lograrse en un país, donde cierta parte de la clase política, de la Fuerza Armada Nacional, de los miembros de los Poderes Públicos  y de sus instituciones está corrompida y corrompe? Por ello, es necesario recurrir a la reserva moral, de quienes jubilosos atraviesan el pantano sin mancharse.





Cuando la clase política, se irrespeta mutuamente, no es ejemplo a seguir. Es por ello que las fuerzas naturales de la preservación de la nación, al ver al país precipitado en la decadencia y la destrucción, busque la mejor alternativa política, sin recurrir a ideologías que desatinan con la prosperidad y el desarrollo humano. Pareciera que dictadores, demócratas, socialistas, populistas, nacionalistas y, supuestos revolucionarios, siempre han usado a la población para lograr sus ilícitas ambiciones personales. Es por ello que cabe preguntarse: ¿Por qué, en Venezuela, el Estado resulta tan débil, cuando un grupo de poder político antiético gobierna, se apropia de los Poderes Públicos, de las instituciones y del erario público? El Estado, por supuesto, debería defenderse.

La violación de la Constitución, la corrupción y la arbitrariedad arrebatan la riqueza moral y el futuro de nuestros pueblos. Es por ello, que el pueblo, no puede permitir que un grupo pequeño, que ha llegado al poder, robe el tesoro de las entrañas del país, la sangre, el sudor y la dignidad de la gente trabajadora.

De manera deplorable, tenemos que decir, que la actual crisis político-económica venezolana coloca en evidencia a la inefectiva y desacertada capacidad de la clase política actual y, si se quiere de la FAN. Y peor es la situación, cuando algunos miembros de este cuerpo, se aprovechan del desorden para enriquecerse ilícitamente. Esta situación ha puesto en trance a las instituciones, al Estado y a la paz del país.

Sólo la renovación y surgimiento de una clase política ética, creativa y prospectiva, la organización  social unificada de la población que defienda la ciudadanía a cabalidad y la determinación de una Fuerza Armada Nacional  con principios éticos-democráticos que dignifique su papel en defensa de los ciudadanos en nombre de la Constitución, podrán sacar al país de las arenas movedizas de la corrupción, el desorden administrativo,  la violación de los DDHH y del fracaso. Y todo, porque somos orgullosos de ser hijos de la patria de Simón Bolívar, seguidores de sus enseñanzas republicanas que sostienen la defensa del fervor de ser auténticos venezolanos. La antipolítica, ciertamente, destruye. En fin, lo reitero, solo la activación de la ciudadanía, la auténtica política y la justicia salvaguardarán a la nación.

Víctor Vielma Molina/Educador/[email protected]