Así es un día de Leopoldo López en Ramo Verde

Así es un día de Leopoldo López en Ramo Verde

Leopoldo Lopez

Son las 5:00 de la mañana en en el Centro Nacional de Procesados Militares (Cenapromil), en el sector Ramo Verde, de Los Teques estado Miranda. A esta hora, Leopoldo López, dirigente de Voluntad Popular, acostumbra iniciar su día “con el rezo del Padre Nuestro, un Ave María y la lectura del salmo 23 de la Biblia: ‘El Señor es mi Pastor, nada me faltará”, aseguran sus más allegados.

Por Priselen Martínez Haullier /Panorama

Este recinto lo ocupa desde hace 15 meses y 11 días, tiempo que lleva detenido desde que se entregó a una comisión de la Guardia Nacional Bolivariana (GNB). Eso ocurrió el 18 de febrero de 2014, luego de encabezar una concentración en la plaza Brión, de Chacaíto, en la que llamaba a “La Salida”.

Este movimiento comenzó días antes, el 12 de febrero, en Caracas, con hechos violentos y “guarimbas” que luego se extendieron a otras capitales. El saldo entre febrero y junio de 2014 fue: 43 muertos, 33 de ellos civiles y 10 funcionarios de distintos organismos de seguridad del Estado, y 878 lesionados, 600 civiles y 278 efectivos policiales y de la Guardia Nacional Bolivariana.

Su celda está en el segundo piso de los tres que conforman “Ramo Verde”. Está justo frente a la escalera protegida por unas rejas que permanecen cerradas con candados. En la puerta contigua estaba el exalcalde de San Cristóbal, Daniel Ceballos, quien después fue trasladado a una en el tercer piso.

Desde allí, ha logrado una proyección política que lo mantiene en boca de expresidentes, congresos de varios países del mundo, un encierro que ha terminado siendo un “negocio” político.

“Él (López) está en un calabozo pequeño, con un bañito, aislado. El trato es de mucho respeto(…). No quiere comida de afuera”, describió en febrero pasado su esposa Lilian Tintori, quien se ha convertido en su voz ante Venezuela y el mundo.

Además de su cama, “tiene una mesita para trabajar, leer (…)”, ha contado su padre, Leopoldo López Gil.
En el tiempo que lleva detenido, mantiene su rutina de ejercicios con sus dos mancuernas para hacer pesas, unas cuerdas de TRX para saltar y flexiones de pecho, cuando no le permiten bajar al gimnasio que “él mismo acondicionó con sus propios medios”, cuenta Lester Toledo, dirigente nacional de VP y miembro de su equipo legal.

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