La condena de ser albino en Tanzania

La condena de ser albino en Tanzania

Una joven albina con su familia en un centro de Tanzania / Naciones Unidas
Una joven albina con su familia en un centro de Tanzania / Naciones Unidas

 

Tanzania es uno de los países con mayor porcentaje de albinos y donde más están perseguidos y atacados por los hechiceros. Son pocos los afectados por esta enfermedad genética que logran acabar sus estudios o encontrar un trabajo estable. Muchos se ven condenados a vivir recluidos para protegerse de las agresiones

Por Lorena Martínez (Tanzania) para ZoomNews





“Mis padres me mandaron a un centro de acogida cuando era pequeño porque empezaron a ver que en la aldea había gente que quería matarme y usar partes de mi cuerpo para hacer rituales”, explica por teléfono Lazaro Maleneega.

En Tanzania, existe la falsa creencia de que usar extremidades de cuerpos de albinos en rituales trae buena suerte y riqueza. Un brazo para conseguir un trabajo nuevo, un corazón para tener suerte en el amor o amuletos hechos con sangre para ganar las elecciones.

 

 

“Los hechiceros extendieron la idea, en 2006, de que los albinos no son seres humanos sino fantasmas a los que si se mata, uno se hace más fuerte y poderoso. La gente piensa que los albinos no mueren sino que simplemente desaparecen, que vienen y van como los fantasmas”, explicaVicky Ntetema, directora de la ONG Under the Same Sun, y periodista que destapó este mercado negro en un reportaje de cámara oculta para la BBC en 2008. Desde entonces, está amenazada de muerte y tiene guardaespaldas las 24 horas.

Para luchar contra estos mitos, la Oficina del Alto Comisionado de la ONU para los Derechos Humanos ha creado una web (en inglés) que se llama ‘Las personas con albinismo: no son fantasmas son seres humanos’, con motivo de la celebración por primera vez del Día Internacional del Albinismo en todo el mundo este sábado 13 de junio.

 

La condena por ser albino

 

La ONU denunció recientemente que los ataques y asesinatos de albinos se han recrudecido en varios países de África, especialmente en Tanzania, donde se registra el mayor número de crímenes rituales contra la población albina, con más de 75 muertes en la última década. Tanzania cuenta con una de las ratio de albinos más altas, un albino por cada 2.500 habitantes, mientras que en Europa es de 1 por cada 25.000, según la ONG Standing Voice.

Ante la presión internacional en los últimos años, el gobierno de Tanzania decidió mandar a cientos de albinos a colegios gubernamentales como el centro de Kabanga, en la región de Kigoma, donde vive Maleneega con otros 90 albinos, cerca de la frontera con Burundi.

 

 

“El centro está amurallado y cuenta con dos policías armados que lo vigilan desde las seis de la tarde hasta la mañana del día siguiente”, dice Issa Kambi, director de Kabanga.

Sin embargo, varias ONG y activistas critican esta medida. “Sí, en ellos están protegidos pero a largo plazo estamos creando guetos y aislándolos de su comunidad, en vez de luchar por su integración en la sociedad y en concienciar a la población de qué es en verdad el albinismo”, asegura Mafalda Soto, una farmacéutica española que trabaja en el Kilimanjaro Christian Medical, un referente en dermatología en el continente africano.

Por ello, “una de las nuevas prioridades del gobierno”, explicaAlshaymaa Kwegyir, primera parlamentaria albina en Tanzania, “es sensibilizar y educar a la población, sobre todo en la zona del Lago Victoria donde se han producido la mayoría de los ataques”.

Muchas voces críticas han recordado que la creencia de los criminales ritos no sólo afecta a zonas rurales sino también a grupos poderosos como los políticos que acuden a los hechiceros para que les hagan pócimas mágicas con manos de albinos para tener suerte y ganar más votos. “Cuando se celebran elecciones en el país, el número de ataques aumenta. Un mes antes de las elecciones locales, once albinos fueron atacados”, denuncia Ntetema. En octubre, se celebran elecciones generales en Tanzania.

 

Mafalda Soto con una mujer albina / UCPA
Mafalda Soto con una mujer albina / UCPA

 

El sol, su verdadero verdugo

 

Los rituales no son la única amenaza mortal para los albinos. El cáncer de piel es su verdadero verdugo. La combinación de falta de melanina en su cuerpo y la intensidad del sol africano hacen que menos del 2% de personas albinas superen los 40 años de vida en el país, según Under the Same Sun.

El centro de dermatología donde trabaja Soto produce la que es la primera crema solar para albinos elaborada localmente en África y organizan, además, clínicas móviles por todo el país para concienciar a la población de la importancia de protegerse del sol.

 

 

“Les hablamos de tres acciones: estar siempre que sea posible a la sombra, si trabajan en el campo les recomendamos que eviten las horas puntas de sol; protegerse siempre con gorros y ropas de mangas largas; y echarse varias veces al día crema solar para protegerse del sol. Es como un taburete de tres patas, sin una de ellas, la cosa no funciona”, dice Soto.

Estos consejos son muy importantes para una población en la que la mayoría de sus miembros trabajan en el exterior, expuestos a los rayos. “Muchos albinos acaban trabajando en el campo porque no han acabado sus estudios y no pueden encontrar un trabajo mejor”, afirma Ntetema. “Y no tienen educación porque la mayoría de niños albinos abandonan el colegio al ser discriminados y vejados por sus propios compañeros de colegio sistemáticamente. Recuerdo que cuando iba al colegio, volvía a casa llorando cada día porque me pegaban e insultaban”, explica Kwegyir.

Las cifras lo demuestran, en Tanzania sólo el 50% de los niños con albinismo termina la educación primaria y solo el 7% encuentra un trabajo estable, según la ONG Standing Voice.

Entre este reducido número está Maleneega, que estudia para ser profesor de primaria. Cuando acabe sus estudios, quizás tenga que irse lejos en busca de una oportunidad de trabajo y reconoce que tiene miedo. “Kabanga es mi hogar, y aquí me siento seguro. Cuando salgo del centro sé que no puedo confiar en nadie. Nunca sabes quién te ve como un ser humano y quién te ve como una pieza de caza”.