Este jueves 17 de junio la comitiva de senadores brasileños, llegada a Venezuela para constatar la situación de los presos políticos venezolanos, recibió una pequeña dósis de lo que mi amigo David Morán ha llamado “chavismo express”: ración de insultos, amenazas, agresiones y demás formas que el autoritarismo rojo suele adoptar ante cualquier postura ciudadana y democrática.
El arribo del Jets Embraer ejecutivo brasileño al aeropuerto internacional de Maiquetía fue un poco después de las 8:30 de la mañana, pero ni la tripulación ni sus pasajeros pudieron descender sino una hora más tarde. La excusa, burda como todo lo que lleva el sello militarista del régimen, se redujo a un supuesto operativo de seguridad por la “coincidente” llegada de Jhony Bolívar, el presunto asesino de Adriana Urquiola, extraditado de Colombia.
Ganaban tiempo para obstaculizar el tránsito con tres gandolas en la autopista Caracas-La Guaira, bajo el amparo de la Guardia Nacional Bolivariana, y movilizar las hordas encargadas de hostilizar a los senadores brasileños y al grupo de valientes venezolanas (Lilian, Patricia, Mitzi, Antonieta y María Corina) que le acompañaban.
Lo demás es historia vista y conocida, gracias a la tecnología en manos de las víctimas que dejó registro fílmico de aquel bochorno. Fue un acto de barbarie inocultable que la propaganda oficial no podrá trocar en una épica revolucionaria.
El repudio del parlamento brasileño, que siguió en vivo los acontecimientos mientras los medios audiovisuales venezolanos ni se daban por enterados, fue unánime. Valga decir, redundancia aparte, que incluye a los representantes del Partido de los Trabajadores, en el cual militan el expresidente Lula y la presidenta Dilma Rouseff.
La primera nota oficial del gobierno carioca informando que exigirá explicación “diplomática” de lo sucedido, calificó los hechos como “inaceptables actos hostiles contra parlamentarios brasileños”.
Lo que diga o haga el señor Maduro sobre lo acontecido no podrá ocultar su responsabilidad sobre todo lo sucedido. Difícil es poner una torta tan grande, pero él ha demostrado que en esa materia puede superarse así mismo. Ya vendrán nuevas oportunidades de demostrarlo.
Este jueves 17 de junio la comitiva de senadores brasileños, llegada a Venezuela para constatar la situación de los presos políticos venezolanos, recibió una pequeña dósis de lo que mi amigo David Morán ha llamado “chavismo express”: ración de insultos, amenazas, agresiones y demás formas que el autoritarismo rojo suele adoptar ante cualquier postura ciudadana y democrática.