Un empresario es el nuevo ministro de defensa en Colombia

Un empresario es el nuevo ministro de defensa en Colombia

Foto EFE
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Las Fuerzas Armadas de Colombia, que hacen frente a una escalada de confrontación con las FARC, tienen desde hoy como nuevo ministro de Defensa al empresario Luis Carlos Villegas, un exnegociador de paz con fama de pragmático que busca cambiar el paso a la tropa tras más de 50 años de conflicto armado, reseña EFE.

La tarea ha sido definida como “cruzada” por el propio presidente colombiano, Juan Manuel Santos, que asumió esa cartera en 2006, durante los años de persecución a sangre y fuego de las guerrillas vividos en el Gobierno de Álvaro Uribe (2002-2010).

Sin dejar de recordar su experiencia, en la que tenían la misión de “comenzar a golpear las cúpulas, los llamados objetivos de alto valor que hasta ese momento no se habían podido tocar”, el presidente dejó claro que ahora la tarea de Defensa, la cartera más importante de Colombia por el conflicto armado, debe cambiar.





“Hay que hacer una especie de trabajo paralelo: proyectar las Fuerzas Armadas hacia el momento en que logremos la paz y al mismo tiempo no descuidarnos, no bajar la guardia para poder lograr esa paz”, aseguró.

Ahora la meta es proteger y acelerar las negociaciones de paz que el Gobierno y las Fuerzas Armadas Revolucionarias de Colombia (FARC) mantienen en La Habana desde hace 31 meses, que actualmente atraviesan una nueva escalada en la confrontación.

El punto de quiebre fue el 22 de mayo, cuando la guerrilla suspendió su alto el fuego unilateral e indefinido, mantenido durante cinco meses, por la muerte de 27 subversivos en un bombardeo de la Fuerza Aérea en el suroeste del país.

Desde entonces son frecuentes los ataques a la infraestructura eléctrica y petrolera del país, así como los enfrentamientos con la Fuerza Pública, que dejan al menos ocho militares y cinco policías muertos en este tiempo.

Y precisamente hoy, en el estreno de Villegas, cuatro militares murieron y seis quedaron heridos cuando un helicóptero Black Hawk del Ejército aterrizó en un campo que había sido minado por la guerrilla de las FARC en una zona rural del municipio de Teorama, en el departamento de Norte de Santander (noreste).

“Según las primeras informaciones los explosivos fueron colocados y activados por terroristas de la cuadrilla Resistencia del Catatumbo de las Farc, en un sitio donde las tropas realizaban las maniobras ofensivas para apoyar a las unidades en tierra”, señaló el Ejército en un comunicado.

En esa zona, que hace parte de la región del Catatumbo, además de las FARC, operan el Ejército de Liberación Nacional (ELN) y un reducto del Ejército Popular de Liberación (EPL).

Incluso la Fundación Paz y Reconciliación llegó a alertar de que las FARC y el ELN, la segunda guerrilla del país, podrían aliarse para cometer atentados.

Ese es el escenario que afronta Villegas, al que Colombia recibe con la certeza de que sus planteamientos marcarán distancias con los de su antecesor en el cargo y nuevo embajador en Washington, Juan Carlos Pinzón.

Pinzón, de 43 años, ha sido partidario de una política de mano dura contra las guerrillas que le ha valido la consideración de halcón del Gobierno, un actitud que, reconoció hoy en una entrevista antes de partir a Estados Unidos, es “un estilo diferente” al que trae Villegas.

“Mi recomendación al doctor Villegas es que haga lo que le corresponde a cualquiera que ejerce ese cargo: cumplir y hacer cumplir estrictamente las órdenes que dé el presidente, independientemente de si gustan o no”, lanzó el exministro en una frase cargada de indirectas.

Su tiempo acaba porque ahora en Colombia toca otra cosa, toca “pies de plomo”, “paciencia”, “carácter” y la “capacidad de perseverar que se requiere en tiempos difíciles”, dijo Santos, quien declaró que conducir a las Fuerzas Armadas en este momento “requiere mucha sutileza, mucha capacidad”.

Villegas deberá encontrar el modo de hacer digerible la transición hacia un postconflicto en el que quizá varios de los uniformados sean juzgados junto a guerrilleros por crímenes cometidos durante el conflicto armado.

Pero también enfrenta el reto de rediseñar unas Fuerzas Armadas acusadas de estar sobredimensionadas, pues muchos consideran que sus 400.000 miembros (entre militares, policías y civiles) serán excesivos si finalmente se desmovilizan los casi 12.000 guerrilleros de las FARC y el ELN que pululan por las selvas de Colombia.