EEUU y Cuba han mantenido sus embajadas cerradas durante cinco décadas

EEUU y Cuba han mantenido sus embajadas cerradas durante cinco décadas

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Cuba y Estados Unidos abrirán sus embajadas en Washington y en La Habana, respectivamente, que permanecieron algo más de cincuenta años cerradas, a partir del 20 de julio, informó el Ministerio de Relaciones Exteriores de la isla en una nota oficial.

En el momento de la ruptura de relaciones diplomáticas en 1961, ninguno de los dos países disponían de embajador en sus legaciones.

El embajador cubano Ernesto Dihigo López de Trigo fue retirado para consultas indefinidas en noviembre de 1959 y el estadounidense Philip Bonsal fue reclamado por Washington a finales de octubre de 1960.

Al frente de las embajadas estaban sus respectivos encargados de negocio, Armando Pérez-Ibarra y Daniel M. Braddock, que fueron quienes a la postre las cerraron.

Hasta finales de 1990, Suiza se encargó de la cobertura diplomática de los intereses norteamericanos en la isla y Checoslovaquia, de los de Cuba en Washington. Desde marzo de 1991, Suiza asumió ambas representaciones para cada país.

EEUU y Cuba han mantenido, sin embargo, abiertas Oficinas de Intereses gracias un acuerdo firmado en 1977. En la actualidad, ambas están encabezas por Jeffrey DeLaurentis y José Cabañas.

La ruptura de relaciones diplomáticas entre Estados Unidos y Cuba fue adoptada el 3 de enero de 1961 por el presidente Dwight Eisenhower, días antes de traspasar el poder a John Kennedy, y entró en vigor a las 20:30 horas de ese mismo jornada (1:30 GMT de la madrugada del día 4).

Eisenhower la decidió porque el gobierno de Fidel Castro conminó a EEUU a reducir el personal de su embajada en La Habana de 69 a 11 personas, el mismo número que formaba la representación cubana en Washington.

Castro acababa de acusar en un mensaje radiofónico a EEUU de emplear su legación para introducir conspiradores y terroristas en la isla, y anunciaba la adopción de la pena de muerte para aquellos que instigaran contra la seguridad nacional.

El presidente Eisenhower argumentó que la impuesta reducción diplomática hacía “imposible la conducción de las relaciones diplomáticas con tal Gobierno” y que era “solamente la última de una larga serie de acosos, acusaciones carentes de base y difamaciones”.

Incluso así, tanto Eisenhower como Castro hicieron votos por la reanudación de la amistad histórica entre ambos países.

Las medidas adoptadas por Castro desde la llegada al poder fueron afectando negativamente a los intereses estadounidenses. Muestra de ello fueron la Ley de Reforma Agraria (1959), que permitió expropiar latifundios, o el programa de nacionalización de empresas extranjeras (1960), que afectó a numerosas empresas estadounidenses.

El nuevo régimen cubano acusó además a Washington de actos terrorismo o permitirlos desde su territorio durante 1960.

La Habana concretó que EEUU estaba detrás de un bombardeo en un suburbio de La Habana, el sabotaje del barco francés “La Coubre” atracado en el puerto habanero o la invasión de sus aguas territoriales con un submarino y un barco escolta.

EEUU lo negó y amenazó con utilizar la enmienda Platt, que le autorizaba a intervenir en la política cubana, al tiempo que suprimió la importación de la cuota de azúcar (700.000 toneladas), decretó el embargo a las exportaciones cubanas y creó un fondo de ayuda económica para refugiados cubanos.

A EEUU tampoco le agradó el acercamiento de la isla a la Unión Soviética, con la que había restablecido relaciones diplomáticas.

Incluso el líder soviético Nikita Kruschev anunció en julio de 1960 que defendería el país caribeño con proyectiles. La tensión entre EEUU, Cuba y URSS tuvo su punto más crítico con la crisis de los misiles de 1962.

Pocos meses antes, en abril de 1961, se vivió otro momento significativo con la crisis de Bahía Cochinos. Fue una intentona fallida de invasión de la isla por parte de 1.500 exiliados cubanos de Miami, entrenados por la CIA en bases secretas en Nicaragua y Guatemala.

La crisis de Bahía Cochinos condujo a Castro a proclamar el carácter socialista, marxista-leninista de la Revolución desde ese mismo mes.

Desde entonces, Cuba y Estados Unidos han vivido dándose la espalda, al tiempo que Washington fue adoptando medidas legales para afianzar el embargo del régimen comunista.

En 1963 impuso la prohibición de comerciar con Cuba; en 1992 aprobó la Ley Torricelli que prohibía a las subsidiarias de las empresas norteamericanas en el exterior comerciar con Cuba; y en 1996 decretó la Ley Helms Burton, que reforzaba las sanciones internacionales tras el derribo por Mig cubanos de dos avionetas de los voluntariosos “Hermanos al Rescate”. EFE

 

 

 

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